Como ocurre desde hace meses, ha tenido que ser el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijoo, uno de los delfines que con mayor insistencia suenan para suceder a Mariano Rajoy en el PP, quien ponga voz al cabreo sordo que hay en ese partido por la estrategia que ha seguido el presidente del Gobierno en Cataluña.
A su llegada, ayer, a la sede de Génova para analizar los resultados del 21-D, a su manera, sin culpar directamente al jefe, dejó claro que no se puede "echar la culpa a los demás" del "muy mal" resultado electoral: bajar de 11 diputados a solo 3 es una ruina para un partido que quiere gobernar España, vino a decir. Inés Arrimadas ha sido una "excelente candidata" de un Ciudadanos que lo ha hecho muy bien, cree Feijoo, quedándose con todo el "voto útil" del constitucionalismo catalán; pero, añadió, eso no significa que la rotunda victoria de los naranjas sea extrapolable a otros comicios.
Pocos tiene su autoridad y son escuchados por Rajoy para decir lo que dijo. Si acaso, antes que él ya lo había hecho, el domingo 17, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, barruntando el desastre. En una entrevista declaró a tres días de enfrentarse a las urnas: "cuando las cosas pasan uno piensa que lo podía haber hecho mejor" en Cataluña; seguramente pensando en las imágenes de los policías aporreando a votantes en el referéndum ilegal del 1-O que el Gobierno se comprometió a impedir pero que se celebró.
Albiol presentó la dimisión a Rajoy en la noche del jueves pero el presidente le pidió que espere porque sabe que si abre el melón de las responsabilidades políticas el siguiente puede ser él
Paradójicamente, el único que ayer no tuvo que explicarse mucho fue el protagonista del descalabro, Xavier García Albiol, quien en la misma noche del jueves, desde Barcelona, puso su cargo a disposición de Rajoy en una conversación telefónica y éste le disuadió de dimitir.
Rajoy se negó, primero, porque todos en el PP saben que semejante derrota no es achacable solo a un mejor o peor candidato, y nadie hubiera admitido a un Albiol en el papel de chivo expiatorio; y, segundo, porque el líder popular conoce de sobra que, puertas adentro, el run run de fondo es el de si es conveniente o no que deje paso él a Feijóo, a Cospedal, a Soraya Sáenz de Santamaría, o a Cristina Cifuentes como cartel en las próximas elecciones generales.
Por eso, ayer cuidó la escenografía al límite. La aparición del líder nacional era obligada después de caer de 11 a 3 escaños por efecto del “voto útil” a Ciudadanos, según él mismo reconoce, y tenía dos opciones: dejar que los medios transmitieran lo que dijo a puerta cerrada a un Comité Ejecutivo del PP en estado de shock, o comparecer en La Moncloa.
Y, finalmente, Mariano Rajoy prefirió éste último formato, más institucional, arropado por todo su gobierno, incluido su hasta hoy jefe de gabinete, Jorge Moragas, que deja el cargo para irse de embajador de España ante la ONU. Cómo será el golpe que una de las cuestiones en las que el Presidente del Gobierno puso más empeño fue desmentir que la marcha del que ha sido su consejero áulico en el asunto catalán se vaya por la estrepitosa derrota.
Con la marcha a la ONU de un Moragas clave en la fallida estrategia en Cataluña, el PP suelta lastre para que el presidente del Gobierno intente recomponer su liderazgo interno
"Háganme caso, que algo sé de esto", bromeó ante los periodistas, "llevábamos tiempo preparándolo". No obstante, son muchos los que en el PP creen que Rajoy quiso escenificar ayer el adiós de su mano derecha para soltar lastre. Moragas, así como la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, están hoy en boca de muchos en el PP; les culpan de esta estrepitosa derrota en Cataluña, por haber diseñado una estrategia equivocada.
El presidente del Gobierno señaló a quienes creen que la legislatura está igual de agotada que su liderazgo, que no piensa adelantar los comicios; "No tengo la más mínima intención". Es más, la semana próxima quiere retomar la negociación presupuestaria con el PNV, clave para que la legislatura dura "hasta 2020", como dijo ayer. "Con lo que está pasando en España lo único que faltaba era un adelanto electoral", enfatizó el jefe del Ejecutivo.
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