Jorge Fernández Díaz es el ministro del Gobierno con más posibilidades de no formar parte del próximo Ejecutivo. En el plano político, casi todo está en su contra. Su reprobación parlamentaria de este martes le cierra el paso a toda esperanza. El actual titular de Interior no se da por vencido. En su entorno consideran que su labor ha sido meritoria, nunca le ha fallado al presidente y habría algún destino en el que muy bien podría encajar. No descarta Defensa, una cartera que posiblemente quedará vacía tras la casi segura salida de Pedro Morenés, su actual titular, quien quiere regresar a la empresa privada. Cambiaría de opinión si el presidente se lo pide.
Ese sería un puesto ideal para Fernández Díaz, dicen en su entorno. Una cartera sin complicaciones, sin demasiada exposición pública y alejada de polémicas. Rajoy es impredecible. Las presiones políticas sobre su ministro de Interior podrían incluso actuar en su favor. El presidente del Gobierno siempre ha sido refractario a manejarse en política según soplen los vientos desde la oposición o de los medios. Dolores Cospedal iría a Interior. ¿Y Defensa? Fernández Díaz es uno de los más estrechos amigos del presidente. "Es prudente aunque algo paranoico", comenta un diputado del PP que le conoce desde hace décadas. "Se confía en exceso con algún medio de comunicación catalán". "No hay que descartar que Mariano os dé a todos una sorpresa, en su línea impredecible", comentan estas fuentes. García Margallo, otro antiguo amigo de Rajoy, está al borde del precipicio. José Manuel Soria fue defenestrado. Ana Pastor, catapultada al Congreso. Sólo queda Fernández Díaz.
Cuatro años en el Vaticano
Fernández Díaz es el candidato eterno a la embajada en el Vaticano, dadas sus inclinaciones religiosas y sus importantes contactos en la Santa Sede. "No me he postulado jamás para ese cargo, ni embajador en el Vaticano ni en el Congo", ha declarado siempre que ha sido preguntado sobre el particular. El actual embajador español, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga lleva ya cuatro años en ese destino.
No logró en su momento situarse en la presidencia del Congreso, un cargo que anhelaba. La filtración de las grabaciones de sus encuentros con quien fuera director de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso, le cerraron la puerta hacia la cúspide del gran sillón del Congreso. La fiscalía descartó que incurriera en comportamiento ilegal. No había caso. Jorge Fernández respiró aliviado y habló de conjuras y conspiraciones.
El Congreso ha sido implacable contra el titular de Interior. Todos los grupos apoyaron primero la apertura de una comisión de investigación y respaldaron este martes su reprobación. Sin excepciones. Una tremenda bofetada política, sin consecuencias prácticas, dada la situación actual de interinidad política en nuestro país, pero quizás con repercusiones futuras.
Mariano Rajoy ultima su Gabinete en silencio. Algunas conversaciones privadas ha mantenido hasta ahora. Muy pocas. Su atención se centraba en la evolución de los acontecimientos en el PSOE, de cara a poner fin al bloqueo institucional. Alguno de sus colaboradores da por hecho que tiene ya la alineación de su futuro gobierno en la cabeza. Otros consideran que no le ha dedicado más tiempo que el preciso y hay todavía algunas piezas por despejar.
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