No le dio importancia en su momento y es muy posible que no tenga más consecuencias. La dirección del PSOE se inclina por no sancionar a los senadores José Montilla y Frances Antich por no participar en la votación del artículo 155 de la Constitución en el Senado el pasado viernes. Aunque todavía no hay una decisión en firme, en Ferraz se inclinan por pasar página y que esa decisión, que Montilla y Antich explicaron personalmente al secretario general, Pedro Sánchez, no tenga más consecuencias.
Los días previos a la votación, el foco se había puesto en el expresident Montilla, el único senador del PSC, que forma parte del Grupo Socialista en la Cámara Alta, y que no quiso desvelar hasta el último momento el sentido de su voto. Antes, el primer secretario del partido catalán, Miquel Iceta, ya había defendido su libertad de voto y había asegurado que respetaría la "decisión personal" que tomara, mientras que la dirección del PSOE había renunciado también a presionarle para que votara a favor del 155.
Y Montilla decidió no participar en la votación. Se ausentó y se dirigió al Salón de Pasos Perdidos del Senado para explicar sus razones ante los medios, después de ver, a través de una pantalla allí situada, cómo el 155 salía adelante con los votos del PSOE y de Ciudadanos. Una vez aprobado, se dirigió a los micrófonos y justificó su decisión porque, en su condición de expresidente de la Generalitat cree que tiene que actuar en representación de aquellos catalanes que cuestionan la "idoneidad" de estas medidas.
El senador, que apuntó también a las dudas que algunos expertos tienen sobre la "constitucionalidad" de alguna de estas medidas, aseguró, eso sí, que entiende las razones para poner en marcha este artículo y cargó contra los independentistas por su "actuación irresponsable", que lleva a Cataluña a un "precipicio de incalculables consecuencias".
Comprensión desde Ferraz
En Ferraz, entienden sus razones. Desde los días previos se insistía en que Montilla estaba en una situación muy complicada que es, además, excepcional, y subrayan que la comunicación del senador con la dirección ha sido permanente. De hecho, elogian los esfuerzos que, junto a Iceta y otros dirigentes del PSC, hizo para tratar de evitar el choque final, que acabó con declaración unilateral de independencia y 155.
Su desmarque, en definitiva, no generó ningún malestar, por supuesto no en el PSC y tampoco en Ferraz. Y la situación respecto a Antich, que también había hablado previamente con Sánchez es similar. En declaraciones a Europa Press, el expresidente balear explicó ese mismo día que, como ex jefe de un Ejecutivo autonómico no podía apoyar la intervención de una comunicado. Además, recordó que él es senador autonómico por "un pacto con distintas voces": los socialistas gobiernan Baleares con Podemos y los nacionalistas de Més, que le habían pedido que no votara a favor.
En ambos casos, la dirección no es partidaria de sanciones, que habrían sido más difícil de salvar en caso de un voto contrario. No quiere ahondar más en un asunto que no ha generado más polémica, con todo el PSOE ahora "unido" en torno a la posición de los socialistas y satisfecho con la salida de las elecciones el 21 de diciembre. Esta pronta cita con las urnas ha permitido de hecho al PSC a salvar la crisis interna que planeaba con la aplicación del 155.
Y no se han oído voces que pidan lo contrario, aunque sí se oyeron advertencias antes de la votación. El pasado miércoles, el portavoz del Grupo Socialista en el Parlamento Andaluz, Mario Jiménez, apeló a la disciplina de voto al apuntar que la dirección fijaría la posición del partido y "todos los miembros del grupo" deberían "asumirla"."Si hay posiciones individuales, tendrán que responder quienes las mantengan al margen de la disciplina de voto del partido", sostuvo. Pero después, y aunque a algunos les moleste, no se han escuchado más críticas desde el PSOE andaluz ni desde otra federación.
La última vez que el PSC se distanció del PSOE en una votación fue en la investidura de Mariano Rajoy. Entonces, los siete diputados socialistas catalanes y otros ocho del PSOE no atendieron a la disciplina de voto y dijeron no al líder del PP, en contra de la decisión de abstenerse.
El desmarque de todos acabó con las máximas sanciones económicas y con algunos relevos que, al margen de la salida de Meritxell Batet de la dirección del grupo, no fueron a más en el caso del PSC, porque la Gestora que había tomado las riendas del partido tras la dimisión de Pedro Sánchez decidió abrir un proceso de reflexión sobre los vínculos entre otros partidos.
Durante unos meses, se estudió el vínculo de décadas que les une y, aunque entonces hubo algunos partidarios de romper o de dejarles fuera de las primarias, finalmente la crisis acabó sin mayores consecuencias y la diputada Meritxell Batet volvió a la dirección. Y los socialistas catalanes votaron el 21 de mayo para la elección del secretario general, como había defendido insistentemente Pedro Sánchez, que utilizó estas discrepancias para cargar contra la Gestora y Susana Díaz. En Cataluña, su victoria fue abrumadora: un 81,9% frente al 11,75% de la presidenta andaluza.
El pasado lunes, el portavoz de la Ejecutiva federal, Oscar Puente, recordó aquellas tensiones entre los dos partidos hermanos, para defender que la manera en que han conducido y caminado de la mano en el la crisis catalana ha "demostrado" que no había que "renunciar a ese proyecto compartido" que tienen el PSOE y el PSC.
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