La xenofobia inherente al nacionalismo empieza a asomar su cabeza en Cataluña sin eufemismos ni complejos. El Front Nacional de Catalunya, partido de nuevo cuño que se apropia del nombre del movimiento nacionalismo que surgió contra el franquismo, obtuvo el 10% de los votos en Ripoll, feudo tradicional del nacionalismo conservador.
Desde su llegada a las instituciones catalanas se han hecho notar. Su representante pública, Sílvia Orriols, juró el cargo “por los fueros de 1714” y se autodenominan a ellos mismos “nacionalistas”, una etiqueta que ERC y otros partidos independentistas de la región han intentado siempre esconder, conscientes de las connotaciones negativas que tiene en Europa dicha definición. Front Nacional de Catalunya, en cambio, acusa a ERC de renegar de los “apellidos catalanes” y se postulan como la nueva fuerza capaz de llevar a Cataluña a la independencia.
Hem penjat el vídeo de la presa de possessió de la Sílvia en millor qualitat https://t.co/9CKWf3FLL5
— Front Nacional de Catalunya (@FNCatalunya) June 29, 2019
¿Cordón sanitario?
La llegada de esta formación a la política institucional ha abierto un debate en el seno del nacionalismo hegemónico sobre si equipararlos o no a formaciones como Vox. Las voces más mayoritarias se inclinan por aislarlo al considerar que es un partido racista y que no encaja con los postulados de europeísmo e integración que predican.
El partido instaba en su manifiesto fundacional a crear una “milicia” y criticaban la “falsa paz multicultural”. A diferencia de otras formaciones con tintes xenófobos, como Som Catalans –que participa anualmente en la multitudinaria manifestación de La Diada-- Front Nacional de Catalunya son los únicos que han obtenido representación parlamentaria. En las redes sociales piden ahora “consolidarse en el resto de Cataluña” tras su entrada en el Ayuntamiento de Ripoll.
En su momento, JxCat, ERC y el PSC de Ripoll rubricaron un compromiso para no pactar ni usar los votos de la formación para gobernar. Tildaban a Front Nacional de Catalunya de tener “una ideología xenófoba” que generaba “odio y fractura social” al clasificar a las personas “en función de su origen”.
Ocho apellidos catalanes
Durante su discurso ya como concejal electa del consistorio, Orriols afirmó haber entrado en política por la “pugna vergonzosa” de los partidos tradicionales por “el poder y los salarios”. Les acusaba de haber dejado de luchar por la república catalana y "reprocharse" mutuamente quien tiene más “encarcelados”, en referencia a los líderes independentistas en prisión preventiva.
“Hemos sido silenciados en todos los debates electorales”, por los “medios” y los “partidos”, denunciaba. En el final de su discurso reivindicaba la figura de su abuelo, campesino, de quien conserva “el apellido y la barretina”: “Todavía quiero aquel trozo de tierra que él amó. ¿Eso es ser de la ultraderecha? ¿Defender aquello que eres ante los desde hace 300 años que se esfuerzan por destruirlo?”, decía.
Admitía hablar con “resentimiento”, porque estaban “hartos” de cómo España “coloniza y saquea” su tierra y ver cómo Ripoll es “la cuna” de una “nación que se extingue”.
Cuna del yihadismo
La eclosión del partido en Ripoll se explica también por el índice de inmigración de toda la provincia, Girona, que es una de las más elevadas de Cataluña. El municipio, de 10.583 habitantes, cuenta con un 10% de inmigración, la mitad de origen árabe.
El terrible atentado en Las Ramblas de Barcelona fue perpetrado por jóvenes yihadistas nacidos y criados en Ripoll. El principal autor de la masacre, Younnes Abouyaaqoub, pasó por la escuela pública del municipio y vivía junto a su familia en un bloque de protección oficial de la calle Santa Magdalena.
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