Conforme se acerca el uno de octubre y con él la amenaza para la convivencia que supone el referéndum soberanista en Cataluña, el Gobierno está detectando mucha "preocupación" en la sociedad civil de esa comunidad; y La Moncloa, que da por perdido ya al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, para una salida negociada al conflicto, se ha propuesto transmitir tranquilidad a los no nacionalistas y al sector del nacionalismo templado del PDCat con el que, inevitablemente, se tendrá que contar el día después, reconocen fuentes populares a Vozpópuli.
Por eso, tanto Mariano Rajoy como sus ministros, especialmente los dos que más hablan del tema, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, y el portavoz, Íñigo Méndez de Vigo, cada vez se dirigen más en sus intervenciones a "los catalanes" o a la sociedad catalana; se trata de dar sensación de normalidad y de que el "excepcionalismo" que intentan imponer los independentistas no va a triunfar; Algo así como un 'tranquilos, que en la mañana del 2 de octubre seguirá habiendo corriente eléctrica y agua en los grifos'.
Según fuentes populares, la frase del jefe del Ejecutivo el pasado viernes: "no tengan la más mínima duda, el Gobierno estará en su sitio", tras "purgar" Puigdemont a tres consejeros que no querían participar en ilegalidades, más que una nueva advertencia al presidente de la Generalitat fue un intento de que los sectores moderados de la sociedad catalana a derecha e izquierda "abran los ojos". De hecho, el presidente del Gobierno, concluyó: "Si presionan así a su propio partido, ¿qué no harán con los demás?".
Una hora más tarde, Méndez de Vigo, desde la Sala de prensa de las ruedas de Consejo de Ministros, redondeaba la faena: "el Gobierno sigue dispuesto a hablar, pero dentro de la ley, nadie le puede pedir nada que sea ilegal. Tiene voluntad de diálogo, ha dialogado siempre, sobre muchísimos temas, pero aquí se encuentra con una cerrazón del presidente Puigdemont". Y añadía de forma significativa esta apelación a que la "inmensa mayoría de los catalanes no quiere conflicto, quiere convivencia".
La frase de Puigdemont diciendo que el uno de octubre acaba la legislatura catalana "pase lo que pase" inquieta a los sectores del PP que temen una convocatoria electoral justo el día del referéndum
De forma pausada pero continua, el Ejecutivo va a trabajarse su imagen conciliadora entre "los catalanes", no con los independentistas, a los que ven cada día más fanatizados, sobre todo en el área de las CUP, ERC y el sector del PDCat que abandera Puigdemont.
Con estos últimos cree que ya solo cabe apelar a la presión legal, cosa que hace cada vez que comparece un miembro del gabinete, pero al tiempo estima necesario comenzar a mentalizar al catalán medio de que la situación no puede continuar así mucho más tiempo.
La frase de Puigdemont dando por finalizada la legislatura el uno de octubre "pase lo que pase" da que pensar en algunos sectores del PP, que se temen una jugada del PDCat para intentar celebrar en el mismo día elecciones autonómicas plenamente legales y un referéndum ilegal de independencia en el exterior de los colegios electorales. Si eso fuera lo que acabara ocurriendo, el Ejecutivo central tendría un serio problema de imagen porque le resultará muy difícil impedirlo sin violentar de alguna manera la jornada electoral.
Por eso, hasta el 7 de agosto, último día de plazo para disolver el Parlamento de Cataluña y convocar a las urnas el uno de octubre -día del referéndum ya anunciado-, La Moncloa estará conteniendo la respiración.
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