Oficialmente, al Gobierno no le gusta que presida la Generalitat ni un prófugo, Carles Puigdemont, ni un preso preventivo, Oriol Junqueras, porque mas pronto que tarde ambos acabarán condenados e inhabilitados por el Tribunal Supremo.
Sin embargo, como de lo que se trata es de salir del atolladero del resultado electoral, que aboca a un nuevo gobierno independentista en Cataluña, La Moncloa está empujando discretamente para que sea el mal menor, Junqueras -a quien el magistrado LLarena pondrá previsiblemente en libertad provisional a partir del 4 de enero-, quien forme gobierno. Y con el Gobierno, el PNV, que quiere pasar página cuanto antes del 155, parece estar en esa misma onda.
El pasado viernes Mariano Rajoy y el lendakari, Íñigo Urkullu, coincidieron en la idea de que es "imposible" ser investido, ni mucho menos gobernar, de forma "telemática" desde Bruselas, como propone Puigdemont y parece que han aceptado sin rechistar su partido, PDCat, y los integrantes que le acompañan en la sigla electoral con la que se presentó, Junts pel Cat (JxCat).
El presidente del Gobierno ve "absurdo" presidir Cataluña desde el extranjero y "mucho más absurdo" tratar de ejercer la presidencia. "Figúrese que yo estuviera en Lisboa", ironizó, apelando a "actuar con sensatez y sentido común". A cientos de kilómetros de La Moncloa, en una entrevista en la radio vasca casi a la misma hora, Urkullu, el hombre que medió in extremis entre los dos el 26 de marzo, sentenciaba poco mas o menos lo mismo: "no se puede pensar" en dirigir un país "desde la acción telemática, vía Internet".
Ambos mandatarios, el PP, Ciudadanos, el PSOE... y también ERC en la sombra, están dejando que el tiempo haga su trabajo y Puigdemont acabe aceptando la realidad; de momento, todos le han metido más presión aceptando el calendario que les ha propuesto en conversaciones privadas la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría: constitución del Parlament y elección de Mesa y presidente de la Cámara el 17 de enero -no el 23, fecha límite- y primera sesión de investidura el 27 de enero, diez días más tarde. El ex presidente tiene una semana menos para decidirse.
Rajoy avisa a los independentistas que, gobierne Puigdemont o Junqueras, no va a permitir "unilateralidad" alguna porque aplicará el 155 de nuevo si es necesario
Junqueras y los suyos ya han dicho que no aceptarán a otro candidato de JxCat que no sea él en la Presidencia (ni el número dos, el preso Jordi Sánchez, ni Elsa Artadi), pero Puigdemont no quiere porque la oferta tiene truco: en el momento que aterrice desde su refugio de Bruselas entrará en prisión por tiempo indefinido y, aun cuando fuera investido presidente de la Generalitat, le va a resultar imposible perder el control a manos de un Oriol Junqueras, de nuevo vicepresidente.
Rajoy, partidario de resolver la situación cuanto antes para que a él se le despeje la legislatura -que pasa, a su vez, porque el PNV apoye los Presupuestos 2018- es mucho menos ácido con la posibilidad de que Junqueras presida; entre otras razones porque era la opción A del PP en caso de victoria independentista como finalmente ha ocurrido.
Este viernes el presidente del Gobierno no quiso elegir entre Junqueras y Puigdemont públicamente. Se limitó a señalar que no se sabe qué va a pasar ni quiénes serán "los candidatos que decidirán los partidos que tienen posibilidades".
Eso sí, dejó claro que el próximo Gobierno catalán, "sea el que sea", debe presentar sus prioridades dentro de la ley, y que "no caben más apelaciones a la ruptura o a la ilegalidad porque la ley no lo permitirá"; es decir, les advirtió de otro posible 155 si siguen con la "unilateralidad". Y además, añadió, "tampoco pueden alegar el apoyo mayoritario de la sociedad para mantenerse en esa deriva que se ha demostrado tan perniciosa".
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