El Gobierno se siente fuerte respecto al desafío soberanista en Cataluña; tanto que está dispuesto a aceptar que el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, comparezca ante el Pleno del Congreso aunque anuncie previamente la fecha del referéndum de autodeterminación y la pregunta que formulará a los catalanes, según aseguró anoche a Vozpópuli un alto cargo de La Moncloa.
La decisión no está exenta de riesgos para el Estado, el primero la temida internacionalizacion del contencioso por el potente altavoz que supondría esa imagen, pero el Ejecutivo de Mariano Rajoy sostiene que "no hay delito" si Puigdemont llega a las Cortes sin haber firmado el decreto de convocatoria ilegal. Lo habrá si, después de oír el "no" del depositario de la soberanía nacional, insiste en el desafío y lo rubrica. Será entonces cuando la Fiscalía actuará poniendo a los funcionarios bajo mando de la administración central para anular los efectos del decreto e iniciando acciones penales contra Puigdemont.
Moncloa está a la espera de que el PDCat y ERC se pongan de acuerdo para comparecencia de Puigdemont y a que elijan "formato". Anoche, Presidencia del Gobierno no preveía que ninguna de las dos formaciones soberanistas catalanas, muy divididas al respecto, introduzcan el tema hoy en la reunión de la Junta de Portavoces del Congreso que, por lo demás, solo tiene previsto organizar el pleno de la moción de censura de Podemos, el próximo 13 de junio.
Moncloa cree que con el protagonismo que le va a dar a Puigdemont abrirá una brecha insalvable en el independentismo catalán
El presidente de la Generalitat, que ha anunciado que no se presentará a la reelección, y su partido, la antigua Convergencia, parecen decididos a aceptar el balón de oxígeno que les lanzó la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, hace dos semanas porque creen que les permitirá recuperar la iniciativa en un momento en el que las encuestas dan a ERC como potencial ganador de unas elecciones autonómicas anticipadas y a las CUP como árbitro de la situación.
Por eso mismo, los republicanos de Oriol Junqueras y las CUP ven con extraordinario recelo el sobrevenido protagonismo de su socio ante el pleno del Congreso; temen perder ellos la iniciativa que le han arrebatado en este último año y medio de pulso en el independentismo. Y el Gobierno juega a fomentar esa división, sabiendo que tiene de su parte a los cuatro grandes partidos españoles: PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos.
Ninguno de los cuatro va a poner cortapisas a ese pleno extraordinario, señalaban anoche las fuentes consultadas en Moncloa, "y nosotros no vamos a echar a perder la oportunidad cuestionando el formato: ¿Que quiere (Puigdemont) que sea ante el Pleno y no en comisión o en el Senado? Adelante. Busquemos el día y la fórmula".
La fórmula de comparecencia tendrá que pasar, inexorablemente, por una propuesta del PDCat, solo o con ERC, su socio en la Generalitat, ante la Junta de Portavoces o en una Diputación Permanente si se ha acabado ya el actual período de sesiones en la Cámara Baja.
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