El Gobierno de Pedro Sánchez teme verse desestabilizado por una espiral de revueltas no relacionadas ideológicamente entre sí pero favorecidas por un denominador común: el temor al desastre económico y el cansancio tras dos meses de un confinamiento, que está poniendo a prueba la paciencia de 47 millones de españoles en esta desescalada.
El aumento de decibelios en las caceroladas de la derecha contra el Ejecutivo PSOE/PP de los últimos días y las protestas callejeras de este sábado en distintos puntos del país al grito de "¡Gobierno dimisión!" son un ejemplo. En La Moncloa se admite ahora haber minusvalorado el fenómeno de la madrileña calle Núñez de Balboa, por su carácter minoritario y claramente vinculado a Vox y al PP. Pero este sábado la revuelta saltó a otras zonas de la capital -en la fachada de un edificio emblemático de La Castellana se descolgó un enorme cartelón contra el presidente- y capitales de provincia como Zaragoza o Logroño.
Hasta ahora el PSOE solo ha sufrido episodios de bajo nivel de violencia, pero empieza a preocupar que lo que surgió en el madrileño Barrio de Salamanca sea "precursor" de otros del mismo signo por toda España; y que los antisistema y okupa, profesionales de la bronca, se sumen desde el otro lado a este río revuelto surgido en el confinamiento, admiten diversas fuentes.
Estos últimos son abstencionistas históricos o votantes de Unidas-Podemos -en mucha menor medida socialistas- y operan en tradicionales barrios de izquierda con cientos de miles de afectados por un ERTE, parados o directamente en la economía sumergida. Gente que ve desvanecerse su modus vivendi y están empezando a pagarlo con lo primero que tienen a mano: atacando a los funcionarios que les atienden en las Oficinas de empleo.
#CSIF denuncia el clima de hostilidad hacia los funcionarios del #SEPE y exige al Gobierno refuerzo estructural de plantillas y garantías de seguridad en las oficinas https://t.co/HQvRHlvPCY pic.twitter.com/8H4Z9r3o01
— CSIF Nacional (@CSIFnacional) May 14, 2020
De momento la protesta contra el Gobierno es un fenómeno urbano más que rural, más madrileño o barcelonés que de la España vaciada, en definitiva, ya que, como comenta a Vozpópuli con ironía un alto cargo de una autonomía eminentemente rural como es Castilla-La Mancha, "de eso, afortunadamente, aquí no tenemos".
"Lo que hay de verdad es preocupación por Aluche, porque en España ahora mismo hay muchos Aluches que no salen en televisión", reconocía esta semana de forma gráfica una fuente de la seguridad del Estado, aludiendo a quienes hacen cola para recibir una bolsa de comida en ese lugar del extrarradio de Madrid que nada tiene que ver con un barrio rico como es Salamanca; y menos con Aravaca, el distrito madrileño con mayor renta per cápita de España, donde también hay protesta contra PSOE y Podemos.
Los otros 'Aluches' españoles
En la capital, asociaciones de vecinos de zonas obreras como Vallecas, Orcasitas, Campamento, Lavapiés o Tetuán han impulsado iniciativas similares para entregar bolsas de comida a los más afectados por el encierro obligado y en Sevilla Banco de Alimentos ha hecho un llamamiento urgente a la donación porque espera un aumento del 25%, mínimo, sobre las 45.000 personas a las que venía dando de comer habitualmente. De manera general, los ayuntamientos están ofreciendo a familias sin recursos ayuda para alimentación, tal que los 200 euros mensuales en Alicante.
Hasta ahora, la derecha más radicalizada contra Sánchez y Pablo Iglesias ha venido canalizando su ira y malestar a través de las redes sociales, monitorizadas desde hace más de un mes por la Guardia Civil, pero este domingo a las Fuerzas de Seguridad les pilló desprevenidas la primera concentración en Núñez de Balboa, en parte por la "espontaneidad" del fenómeno, admiten las fuentes consultadas.
"Lo importante no es el objetivo de esas manifestaciones, lo importante es mantener la distancia social", dijo este sábado Pedro Sánchez para rehuir el choque ideológico con los que quieren derribar al Gobierno
"El domingo pasado hubo llamadas de vecinos de Núñez de Balboa y fue la Unidad de Intervención el Cuerpo Nacional de Policía, pidió identificaciones y sancionó a trece personas, pero no disolvió nada; el lunes creo que no intervino nadie; y el martes fueron los municipales a hacer acto de presencia", señala esta fuente; para acabar reconociendo que "Interior dio sensación de no saber muy bien qué hacer para cortarlo y eso ha hecho que se sumara más gente a la protesta en días siguientes".
La manga ancha acabó el jueves, cuando, por orden del delegado del Gobierno en Madrid, José Manuel Franco, se presentaron de forma preventiva hasta una decena de furgonetas antidisturbios y casi un centenar de efectivos, apoyados desde el aire por un helicóptero. Fracasaron en su intento de que no hubiera aglomeraciones pero, por lo menos, evitaron el corte de circulación en esa calle y dieron sensación de recuperar la autoridad.
El viernes la fluidez se recuperó con la instrucción clara a los agentes de que evitaran el enfrentamiento con los manifestantes, a los que solo se requiere "circular" para garantizar la orden de distanciamiento social por la pandemia; "nada de alentar el choque ideológico" y la imagen "represiva".
"Lo importante no es el objetivo de esas manifestaciones, lo importante es mantener la distancia social", matizó este sábado en rueda de prensa el propio presidente del Gobierno, en un intento por rehuir el choque ideológico que los socialistas creen que buscan PP y Vox para desestabilizar al Ejecutivo. El problema es que horas después, al calor de la cacerolada, próximos a PP y Vox se manifestaron por otros barrios de la capital y en diversas capitales de provincia.
"Disturbios" y "actos de sabotaje"
Casualidad o no, el miércoles, dos días después del primer Núñez de Balboa, trascendió la orden confidencial de la Guardia Civil Delta Papa 20/21 a todas las comandancias para aleccionar a los agentes sobre cómo actuar en esta desescalada y previniéndoles de un aumento de robos, "disturbios" y "actos de sabotaje contra infraestructuras críticas o edificios vinculados a los partidos políticos".
Un texto extenso -22 páginas-, donde el teniente general Fernando Santafé, jefe del Mando de Operaciones, advierte de una "alta posibilidad" de "movimientos de conflictividad social" y "de manera puntual, algunas protestas o disturbios que alteren la tranquilidad social"; también prevé que los independentistas catalanes aprovechen este caldo de cultivo para aumentar la conflictividad en las calles al calor del malestar social.
Santafé pide a los guardias "flexibilidad" cuando actúen, dada la "fatiga" ciudadana, y menciona posibles disturbios en zonas "más deprimidas económicamente" y otras protestas de los "afectados por ERTE o despidos"; además de aquellas, como las de Núñez de Balboa, que puedan ocurrir en "áreas geográficas que se consideren marginadas por la aplicación asimétrica" del desconfinamiento (Madrid básicamente).
Marlaska carga contra Ayuso por llamar a manifestarse y le pide que llame a "cumplir la normativa de esta situación extraordinaria que vivimos y que tanto está exigiendo del conjunto de la ciudadanía»
En este sentido, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha querido quitar el foco de la protesta en el Barrio de Salamanca, granero de voto anti PSOE y Podemos, asegurando que "no hay operativos policiales en barrios concretos" sino actuaciones puntuales de Policía y Guardia Civil para garantizar que el estado de alarma se cumple en cuanto al distanciamiento social de viandantes.
Marlaska pide a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que no haga más llamamientos «a otra cosa que no sea cumplir la normativa de esta situación excepcional extraordinaria que vivimos y que tanto está exigiendo del conjunto de la ciudadanía».
Ayuso hizo este jueves un llamamiento a dejar que los madrileños "se manifiesten libremente" y acusó a Pedro Sánchez de instaurar un "mando único dictatorial". Cuando acabe el confinamiento, "lo de Núñez de Balboa les va a parecer una broma", remató la presidenta madrileña.
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