Las primeras 48 horas del nuevo Gobierno rojo-morado han arrancado en un escenario de parcial desconfianza mutua entre Podemos y el PSOE. Aunque Pablo Iglesias ha ordenado a la cúpula del partido evitar pronunciarse, algunos sectores de Podemos critican que la decisión de Pedro Sánchez de añadir una nueva vicepresidencia quiere “descafeinar” la presencia y visibilidad del líder morado. Aun así, nadie quiere elevar la tensión. “No queremos hacer ruido”, dicen desde el grupo político de Podemos, donde dicen que desconocían la decisión de Sánchez.
Si bien es pronto para que la sangre llegue al río, la sensación es de desconfianza recíproca. Una situación que desde el PSOE achacan a la primera filtración de Podemos a varios medios ya el pasado martes, mientras que desde Podemos aseguran que estaba pactada. En ella se desglosaban hasta los cargos intermedios del equipo de Iglesias, y el primer logro del secretario general de los morados: controlar la Agenda 2030, que como desveló Vozpópuli permitirá al líder de Podemos viajar por el mundo y tener contactos directos con la ONU.
En el PSOE algunos ya hablan de "guerra de filtraciones". También en Podemos aseguran que la idea de una cuarta vicepresidencia era "desconocida". Aun así, Iglesias sabe que de momento no le conviene alimentar los ruidos sobre una posible primera crisis. Su plan pasa por consolidar su presencia en el Ejecutivo, incluir al grueso de su cúpula y de sus diputados en tareas de gobierno, y, acto seguido, convocar un congreso de Vistalegre III adelantado que revalide su liderazgo.
Atado y bien atado
Juan López Uralde, miembro de Podemos y exlíder de Equo, por ejemplo, se ha apresurado a felicitar a Teresa Ribera por su nuevo cargo, el de cuarta vicepresidenta. Con ella, ocuparán otras vicepresidencias Carmen Calvo y Nadia Calviño, además de Iglesias. Estas vicepresidencias, a nivel de organigrama, no serán paritarias, puesto que Sánchez quiere ubicar a Calviño por encima de los demás. Pero la realidad es que Iglesias tiene un impacto mediático superior a sus homólogas, y nadie en el PSOE se confunde: "El líder de Podemos intentará maximizar su visibilidad desde la vicepresidencia".
Más allá de los primeros desencuentros, en Podemos también aseguran que todo está atado y bien atado. El pasado miércoles trascendió un documento que define un pacto de acción en el Congreso y hasta una “estrategia de comunicación conjunta”. Se trata de una declaración de intenciones, pero que Podemos no quiere infringir para evitar dar a los socialistas argumentos para romper los acuerdos.
Iglesias ha asegurado lealtad a Sánchez, y en una primera etapa es difícil que cambie su planteamiento. Su prioridad es consolidar el partido y su liderazgo. Para ambas operaciones necesita estar en el Ejecutivo. De tal manera que ahora PSOE y Podemos intentan fijar sus respectivas cuotas de poder.
“Es como una guerra de posiciones”, explican algunos navegados dirigentes de Podemos, que también emplean el término “armisticio” para definir la situación política actual entre los dos antiguos enemigos del espacio político de la izquierda.
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