El Gobierno guarda silencio sobre la jugada de Carles Puigdemont. El expresidente catalán, que debía ser detenido al entrar en España, ha sido visto este jueves a primera hora en un mitin en el centro de Barcelona. Pero se ha esfumado. Se desconoce su paradero. La situación pone en la diana al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. Mientras, en el Parlamento catalán se está desarrollando la sesión de investidura del socialista Salvador Illa.
El principal partido de la oposición, el PP, ya está cargando contra el Ejecutivo, que considera el espectáculo del líder independentista "una humillación del Gobierno a todos los españoles", según fuentes del partido de Alberto Núñez Feijóo. "Está todo orquestado por Moncloa. Pedro Sánchez le ha puesto la alfombra roja a un prófugo para el espectáculo humillante que ha protagonizado hoy", explican en Génova.
Fuentes gubernamentales consultadas por este diario no esconden su desconcierto. Como contó este diario, Sánchez maniobró a espaldas del líder de los socialistas catalanes para persuadir al expresidente catalán de que no viniera a España. No ahora. El presidente activó a sus particulares emisarios para que convencieran a Puigdemont de que no era el momento aún de regresar ante la incapacidad de Moncloa de controlar al Tribunal Supremo.
El principal interlocutor del presidente con Junts es el número tres socialista, Santos Cerdán. El alto tribunal ya ha dejado claro que no considera amnistiable el delito de malversación que se imputa al expresidente catalán y por tanto este deberá ser detenido y puesto a disposición del juez de la causa del procés, Pablo Llarena. Barcelona ahora es una ciudad blindada en busca del prófugo de la Justicia que sigue burlándose de las fuerzas de seguridad españolas.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación