Política

El Gobierno vasco pide perdón a las víctimas del terrorismo por 'no estar a la altura' en su atención

Gogora destaca el "abandono" sufrido por las víctimas, especialmente, en las décadas de los setenta y los ochenta

El Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos, Gogora, ha pedido perdón a las víctimas de la violencia y de todos los terrorismos, sin exclusión, especialmente a las producidas en las décadas de los 70 y 80, por la "desatención que padecieron". "Queremos subrayar singularmente este reconocimiento ante las víctimas provocadas por ETA, porque esta organización contó con apoyo social. Frente a todas las víctimas, reconocemos que debimos reaccionar antes y hacerlo mejor y más unidos", ha indicado.

Estas reflexiones se recogen en la propuesta de texto que Gogora enviará al resto de las instituciones, con motivo del Día de la Memoria 2018, elaborada y aprobada por su Consejo de Dirección, y que aborda el análisis crítico de la sociedad, en coherencia con el lema propuesto para esta edición.

El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha presidido este viernes en Bilbao el Consejo de Dirección del Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos, Gogora, acompañado por Jonan Fernández, secretario general de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación, y Aintzane Ezenarro, directora del Instituto.

Con el título 'La sociedad vasca: luces y sombras', el texto indica que el Día de la Memoria 2018 está temáticamente dedicado al análisis crítico sobre el papel jugado por la sociedad vasca en el transcurso de lo que se conoce como Memoria Reciente, los últimos 60 años.

"Este análisis ha de tener una de sus referencias fundamentales en la mirada y actitud que nuestra sociedad tuvo en relación con las víctimas del terrorismo y la violencia. En este sentido, podemos y debemos hablar de sombras y de luces", indica.

Abandono de las víctimas

Entre las sombras, Gogora destaca el "abandono" sufrido por las víctimas, especialmente, en las décadas de los setenta y los ochenta. "En estas décadas, especialmente a principios de los 80, ETA protagoniza su etapa más cruenta. Sólo hasta final de 1987, había provocado 586 víctimas mortales. La respuesta de la sociedad vasca y de sus entidades e instituciones no estuvo a la altura de lo que aquella violencia supuso y de lo que aquellas víctimas merecieron", enuncia.

Asimismo, recuerda que en la Transición, la sociedad vasca padeció los "coletazos de la represión franquista, así como atentados de organizaciones parapoliciales o de extrema derecha en un contexto de impunidad. Las denuncias de tortura han sido una realidad persistente". "Todavía en los 80, el GAL, que actuó de 1983 hasta 1987, provocó 29 asesinatos. Estas víctimas sufrieron discriminación y negación oficial de su existencia y realidad", agrega.

Según resalta, en este tiempo, la sociedad vasca vivió "atrapada, coaccionada, conmocionada, silenciosa y silenciada..., sin encontrar referencias, ni liderazgos claros de respuesta. Lo cierto, en cualquier caso, es que las víctimas no recibieron la atención, el apoyo ni la solidaridad que debían". "No la recibieron por parte de la ciudadanía; pero tampoco por parte de las instituciones, los partidos políticos, los medios de comunicación o los agentes sociales. Esta es una gran sombra que debe ser asumida de modo crítico y autocrítico", apunta.

Por ello, Gogora reconoce explícitamente que, hasta primeros de los 90, "en nuestra sociedad llegamos tarde a la causa de las víctimas, a la sensibilidad y respuesta que merecían, y reconocemos que no todas las víctimas recibieron una misma consideración social o institucional, dependiendo de quién fuese el victimario o dónde fuese situada la víctima". "También debemos reconocer críticamente que, en los años siguientes, a menudo, las divisiones políticas desdibujaron la unidad en la solidaridad y en el rechazo a la violencia", afirma.

Por todo ello, hace autocrítica y pide perdón a las víctimas de la violencia y de todos los terrorismos, "sin exclusión, especialmente a las producidas en las décadas de los 70 y 80 por la desatención que padecieron" y subraya singularmente este reconocimiento ante las víctimas provocadas por ETA, "porque esta organización contó con apoyo social". "Frente a todas las víctimas, reconocemos que debimos reaccionar antes y hacerlo mejor y más unidos", señala.

Luces

En cuanto a la 'luces', resalta que "desde finales de los 80, la respuesta social crece de modo progresivo en Euskadi. Lo pondrán de manifiesto la proliferación de movimientos sociales, infinidad de movilizaciones tanto masivas como testimoniales, y múltiples iniciativas sociales, mediáticas, políticas e institucionales como, el Pacto de Ajutia Enea, y en todos los ámbitos de la sociedad vasca".

La década de los 90 estuvo presidida por una progresiva sensibilización en relación con las víctimas, y a partir del 2.000 ha estado caracterizada por la construcción de una cobertura normativa, institucional y social de protección activa de los derechos de las víctimas.

"Estas son las luces que queremos y podemos destacar en nuestra sociedad. A partir de 1990, tuvimos un sociedad progresivamente implicada y organizada en contra del terrorismo y la violencia, a favor de las víctimas, en defensa de los derechos humanos, del diálogo y de la convivencia", indica el texto propuesto por Gogora.

Tras apuntar que entre las luces "también hay claroscuros, como los hay entre las sombras", considera que ésta es la realidad que "merece ser recordada y promovida como un valor relevante de nuestro pasado en su proyección al presente y al futuro".

En este sentido, recuerda el "esfuerzo de tantas personas, entidades sociales, movimientos por la paz, asociaciones y fundaciones de víctimas, partidos políticos e instituciones, especialmente en los últimos 30 años". "Durante mucho tiempo debieron hacerlo en las más adversas condiciones y, en ocasiones incluso, luchando contra el miedo o la amenaza, y sosteniendo la esperanza contra toda esperanza. Hoy merecen un reconocimiento especial", constata.

Conclusión

Como conclusión, Gogora asevera que "si miramos a nuestro pasado reciente, lo peor de nuestra historia como sociedad tiene que ver con el abandono que sufrieron las víctimas y con una insuficiente reacción frente al terrorismo y la violencia, especialmente en las décadas de los 70 y los 80".

"Si miramos a nuestro pasado reciente, --prosigue-- lo mejor de nuestra historia como sociedad tiene que ver con la implicación y reacción social y política que, a favor de las víctimas y frente a la violencia tomó cuerpo, especialmente a partir de los 90".

"La pedagogía de la memoria que podemos extraer de esta experiencia es que frente al terrorismo y la violencia, la respuesta que hace futuro es anteponer a cualquier otra consideración la solidaridad con las víctimas y el compromiso claro, implicado y compartido con el valor superior de la dignidad humana, el derecho a la vida y los derechos humanos de todas las personas", concluye.

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