El 7 de julio del 2010, Raúl Castro, el cardenal de La Habana Jaime Ortega y el entonces ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno español, Miguel Ángel Moratinos, veían juntos en Cuba la semifinal entre España y Alemania del Mundial de Sudáfrica. El cabezazo de Carles Puyol dio a la selección española el pase a la final. Moratinos chocó la mano con Castro. Todos lo celebraron como se merecía.
La reunión no era para ver un partido de fútbol entre amigos. Castro, Ortega y Moratinos cerraron aquel día los protocolos para el traslado a España de centenares de presos políticos cubanos en el verano del 2010. Los excarcelaciones comenzaron una semana después del gol de Puyol, que Castro y Moratinos gritaron juntos.
Poco o nada se recuerda de aquel Mariel español a pequeña escala, a pesar de que el presidente Pedro Sánchez está de visita en Cuba y que se hizo bajo mandato del Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero.
Un hito para España
El éxodo de Mariel fue la salida de al menos 125.000 cubanos -un 1,3% de la población que había en la isla- desde el puerto cubano de Mariel a los Estados Unidos en 1980. A España llegaron menos de un millar en 2010. Pero fue un hito importante.
"Es un ejemplo de cómo con diálogo y una actitud constructiva se pueden conseguir cosas", dice Moratinos, recientemente nombrado Alto Representante de la ONU para la Alianza de Civilizaciones.
Moratinos recuerda que la negociación se produjo en un contexto geopolítico en el que la administración norteamericana de Barack Obama se mostraba partidaria de un deshielo con Cuba. Raúl Castro, que ya ejercía como presidente por la enfermedad de su hermano Fidel, se había marcado como objetivo la liberación de los cinco oficiales de inteligencia cubanos que estaban presos en Estados Unidos acusados de espionaje.
"Era un momento importante, en el que Estados Unidos empezaba a cambiar su enfoque hacia a Cuba", explica el ex titular de Exteriores a Vozpópuli.
La diplomacia española convenció a Castro de que necesitaba un gesto de cara a Estados Unidos y Europa. Y propuso la liberación de los disidentes del llamado Grupo de los 75. Eran periodistas, médicos e intelectuales que fueron detenidos, juzgados y encarcelados por su oposición al régimen de los Castro durante la llamada primavera negra del 2003. Eran considerados presos políticos de conciencia por todos los organismos internacionales.
Castro y Moratinos buscaron la mediación de la Iglesia católica. El cardenal Ortega fue el encargado de comunicar a los presos que podían ser excarcelados si aceptaban exiliarse en España con sus familias. Los 53 que todavía estaban en la cárcel aceptaron la oferta. Castro metió en el acuerdo a varios centenares de presos comunes. Todos ellos llegaron a España en el verano del 2010, en plena locura colectiva por la victoria de España en el Mundial.
La liberación de los presos fue un ejemplo de cómo con diálogo y una actitud constructiva se pueden conseguir cosas"
2.000 euros al mes por preso
El Gobierno asignó a Cruz Roja, el Comité Español de Ayuda al Refugiado (CEAR) y la Asociación Comisión Católica Española de Migración la atención a los disidentes. Fueron repartidos por varias ciudades de la península. Se calcula que el Ejecutivo destinó unos 12,6 millones de euros -2.000 euros por preso al mes- a su cuidado. El grifo estuvo abierto poco más de un año.
Nada queda de aquel plan. Y apenas una veintena de los 762 resiste todavía en España. El resto se marchó a Estados Unidos. El Gobierno norteamericano, a través de su embajada en Madrid, concedió un Parole a los presos del Grupo de los 75. El Parole es un tipo especial de admisión a los Estados Unidos que concede de forma discrecional el Departamento de Seguridad Nacional.
Los presos comunes, entre los que había personas condenadas por construir balsas o robar alimentos, no obtuvieron visados y estuvieron protestando ante el Ministerio de Asuntos Exteriores durante meses. Muchos optaron por buscarse la vida para salir a Estados Unidos.
Algunos, según cuentan quienes vivieron aquellos días, utilizaron documentación falsa para viajar a México y Canadá. Desde ahí cruzaron la frontera y se sirvieron de la vieja política de "pies secos, pies mojados", que básicamente concedía la residencia a cualquier cubano que pisaba suelo estadounidense. Obama anunció el cese de esa ley tras su acuerdo con Castro en 2017.
Castro vació las cárceles; España no ganó nada
Alejandro González Raga fue uno de los 75 detenidos en la primavera negra. Llegó a España en 2008 tras una liberación -junto a otros compañeros- impulsada por Zapatero. González Raga fue quizá el principal anfitrión del resto de presos en 2010.
"Castro se vale de todas estas cosas para limpiar sus cárceles. Ya lo había hecho, a una escala más grande con la experiencia de Mariel. El cardenal Ortega fue su telefonista", dice. "España lo vendió como un logro de su diplomacia, pero en realidad no ganó nada".
El cardenal Ortega fue el telefonista de Raúl Castro. España lo vendió como un logro de su diplomacia pero en realidad no ganó nada"
Según González Raga, la Iglesia advirtió a los presos que si no aceptaban la oferta seguirían durante años en prisión. Y denuncia que los disidentes fueron excarcelados, y no liberados, porque sus condenas siguen vigentes en Cuba.
González Raga asegura que la decisión de repartir a los presos por toda la geografía española sólo buscaba dividir al grupo. Muchos de ellos llegaron enfermos. Otros eran ya mayores. Y España atravesaba una crisis económica.
"España prestó la atención que pudo, pero la mayoría optó por marcharse porque no veía futuro aquí. Además, gran parte de sus familias residían ya en Miami", dice González Raga, que sigue viviendo en España.
PP y PSOE pasan de la oposición cubana
En estos ocho años, al menos una decena de los integrantes del llamado Grupo de los 75 ha fallecido. Son figuras muy conocidas en la isla como Arnaldo Ramos Lauzurique, Miguel Valdés Tamayo, Omar Pernet Hernández o Julio César Gálvez, entre otros.
González Raga preside el llamado Observatorio Cubano de Derechos Humanos y lamenta que Sánchez no haya aprovechado su viaje a Cuba para reunirse con la oposición. El organismo que dirige denuncia que hay al menos 139 presos políticos en las cárceles cubanas.
"Es una vergüenza que Sánchez no se reúna al menos con las Damas de Blanco", explica. "Tanto el PSOE como el PP se han quedado en las declaraciones en lugar de ayudar. Hay que ser más coherente en política con lo que dices y haces".