La elección del equipo de secretarios de Estado en el Ministerio de Asuntos Exteriores fue más complicada de lo que Arancha González Laya trasladó inicialmente, hasta el punto de que el diplomático Juan González-Barba no fue su primera opción para dirigir la política europea.
La ministra ofreció primero la Secretaría de Estado de la UE a María Martín-Prat, según desvelaron fuentes diplomáticas a Vozpópuli, a la que conoce de su etapa como funcionaria europea en Bruselas. Martín-Prat lleva muchos años trabajando al norte de los Pirineos. Tantos que, como recordó en Madrid hace tres años, en ocasiones puede cometer errores al utilizar el castellano.
Responsable de Derechos de Autor de la Comisión Europea de 2011 a 2017, desde la que impulsó una normativa sobre estos derechos en Internet, esta funcionaria europea trabaja ahora en la Dirección General de Comercio del Ejecutivo comunitario, la misma área en la que González Laya estuvo destinada hace más de una década como portavoz del entonces comisario Pascal Lamy.
La negativa de esta funcionaria de larga trayectoria en Bruselas a encargarse de la política europea dentro de Exteriores trastocó los planes iniciales de González Laya y obligó a la ministra a buscar la alternativa de González-Barba, un diplomático próximo al PSOE, que cayó en desgracia con la llegada de José Manuel García-Margallo, y que el último año y medio ha sido embajador en Turquía ya que es un experto en el área del Magreb y Oriente Próximo.
Este medio intentó recabar las razones de la negativa de Martín-Prat a González Laya en la CE y Exteriores, pero no obtuvo respuestas. En todo caso, las citadas fuentes diplomáticas subrayan que cada vez es más difícil que un funcionario español en Bruselas retorne a España a trabajar. Sobre todo, por motivos económicos.
Merma en el salario
Un funcionario de la CE con larga trayectoria en Bruselas pierde de media un 60% de su salario si decide volver a Madrid para estar en la Administración española. Fue lo que le ocurrió a Marco Aguiriano, el anterior secretario de Estado de la UE, quien en Madrid ganaba 7.000 euros menos al mes que la nómina que recibía en la capital belga.
A los reparos económicos y familiares -la mayoría de los funcionarios tienen instalada a su familia en Bruselas-, se une la incertidumbre de cuánto tiempo se trabajará para el Gobierno español y las dificultades para regresar a la capital comunitaria en un puesto equivalente cuando aparezca su cese en el BOE.
El citado Aguiriano apenas ha estado 18 meses en el cargo de secretario de Estado de la UE tras sus ocho años como director general para Políticas Exteriores de la UE. Previamente fue funcionario del Parlamento Europeo durante casi tres décadas.
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