“Las caras denotaban violencia, mucha rabia. Eran personas que lo estaban viviendo, era una rabia descontrolada”. Este ha sido uno de los relatos que se han escuchado este martes en el Tribunal Supremo por parte de los guardias civiles que han declarado en el juicio del 'procés'. Han prestado testimonio -ocultando su rostro- como testigos varios de los agentes que tuvieron una participación directa en las detenciones y registros que se llevaron a cabo por orden del Juzgado el 20 de septiembre de 2017 en distintos puntos de Barcelona. Faltaban apenas unos días para el referéndum.
El más explícito ha sido un guardia civil que participó en el registro llevado a cabo ese día en la Consejería de Exteriores de la Generalitat tras el arresto del dirigente de este Departamento Puig Farré. Al poco de llegar al edificio, los propios empleados dejaron sus puestos de trabajo y cortaron la calle con letreros que sacaron de sus cajones que ya tenían confeccionados previamente, según ha contado. “Había banderas de Òmnium Cultural y de CCOO”, ha declarado.
Se ha referido a una concentración de unas 200 o 300 personas que empezaron protestando y reivindicando su derecho a votar, pero el ambiente se fue recrudeciendo a medida que avanzó la jornada: “Ya los comentarios eran diferentes, insultos, amenazas de muerte. Se estaba crispando cada vez más. Ya no era una reivindicación para votar”. Ha manifestado su sorpresa porque el detenido era un desconocido para el gran público. “El 90 por ciento no lo conocía”, ha destacado.
“Preveía que iba a haber actos violentos”
“Preveía que iba a haber actos violentos”, ha añadido a su relato sobre los hechos sucedidos ese día en los que él mismo fue a hablar con el responsable de los Mossos que estaba en la zona porque ante la situación creada iba a proceder a evacuar a la secretaria judicial. Según su versión, temían que la multitud “pudiera asaltar el Departamento de Exteriores”. Ha recordado que en el lugar apenas había cuatro o cinco Mossos d’Esquadra, que no eran antidisturbios.
Sobre este punto, una de las abogadas de los acusados ha protestado contra la decisión del tribunal de no mostrar vídeos en la Sala porque, según ha dicho, había una veintena de Mossos ayudando a la Guardia Civil. El testigo lo ha negado después de denunciar que los agentes de la policía autonómica rechazaron pedir refuerzos y no hicieron nada por impedir la situación de acoso a los miembros del Instituto Armado pese a que se les advirtió de que, en caso de asalto, los efectos podían ser “devastadores”.
La letrada finalmente salió dentro de una cápsula de seguridad. “En ese momento empezaron a llover botellas, los insultos y las amenazas de muerte quedaron en un segundo plano. Los manifestantes empezaron a mover el vehículo, la secretaria empezó a llorar, estaba con las manos en la cabeza, estaban golpeando el vehículo”, ha declarado.
"Quisieron sustraer al detenido"
Pero todavía quedaba dentro el detenido. “Si el ambiente estaba peligroso, entonces más. Sacamos al señor Farré y de camino al vehículo volvió a pasar lo mismo. Nos tiraron botellas y ocurrió un hecho gravísimo: quisieron sustraer al detenido de la cápsula de seguridad, algo inaudito, lluvia de golpes al vehículo, personas puestas en el techo, gente agarrada en el parabrisas, rompieron los cristales del vehículo para riesgo de la integridad del detenido y quienes estábamos dentro.
En medio de este escenario apareció dentro de un coche la expresidenta del Parlament Carme Forcadell a la que el agente ha acusado de sacar su mano por una ventanilla para arengar a la masa. Desde el banquillo de los acusados, la aludida, con gesto serio, negaba con la cabeza mientras a su lado la exconsejera también procesada Dolors Bassa reía e imitaba el gesto descrito por el testigo con la mano.
La abogada de Carme Forcadell le ha preguntado por qué este relato no lo hizo en su momento ni lo hizo consta en el atestado. “Bueno, me ha salido ahora”, ha contestado el guardia civil, quien ha defendido que hasta el detenido reconoció estar viviendo “un capítulo de terror” y que les decía a los agentes “sáqueme de aquí”.
El arresto de Jové
También ha declarado otro guardia civil que estuvo al frente del arresto del que fuera secretario general de la Consejería de Economía y Hacienda, Josep María Jové, un cargo de la máxima confianza del exvicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras. A este dirigente es a quien se le incautaron varias agendas con anotaciones de reuniones sobre las que se sustenta parte de la acusación que sienta en el banquillo a los 12 líderes independentistas en el Tribunal Supremo.
El guardia civil ha relatado que tras proceder a su detención y practicar el registro en su casa, había que trasladarle hasta la Consejería para registrar también su despacho. En ese momento -según su versión- el teniente responsable de los trabajos en el edificio le dijo que había “una concentración tal que era imposible acceder”. “Me dijo que era imposible y que había contactado con Jordi Sànchez y dijo que no iba a permitir que entrara ningún vehículo de la comitiva”.
Según dice, esta comunicación se produjo en torno a las 14.30 horas. Finalmente no acudieron a la Consejería y fueron directamente con el detenido desde su casa a dependencias policiales, pero tuvieron que esperar hasta las 15.00 horas a que llegasen miembros de los antidisturbios del Instituto Armado. La razón es que se habían concentrado entre 300 y 400 personas para protestar por el arresto de Jové.
"Asedio" a la consejería de Economía y Hacienda
El guardia civil ha recordado cómo los concentrados proferían gritos en favor del referéndum y en contra de las “fuerzas de ocupación”. En su interrogatorio, el abogado de Oriol Junqueras -que es el mismo que el de Jové- Andreu Van den Eynde, le ha preguntado por qué no salieron por el parking. El testigo ha respondido que habían aparcado en la calle y de hecho ha destacado que su coche, pese a no estar logotipado, fue detectado y apareció lleno de pegatinas.
Ya en la sesión de la mañana, otro guardia civil de los que participaron en los registros ante la Consejería de Economía y Hacienda ha denunciado como un “asedio” la concentración de decenas de miles de personas ante el edificio. También ha denunciado la destrucción de pruebas de uno de los investigados o la irrupción en la diligencia del exvicepresidente de la Generalitat Oriol Junqueras, quien hizo “caso omiso” a sus indicaciones.
Un agente que actuó en el registro en la sede de la empresa de mensajería de Unipost -investigada por su presunta participación en el reparto de material electoral- ha contado que el letrado de la administración de Justicia se puso un pasamontañas para no ser reconocido antes de llegar. Aún así, cuando estaban en el lugar, los concentrados frente al registro le increpaban y le decían que sabían quién era.
Dos intentos de atropello
Este guardia civil también trabajó el día del referéndum, acudió a colegios a requisar urnas en cumplimiento de un mandato judicial. Ha relatado que había personas estratégicamente colocadas y cuando pasaba el convoy avisaban de la llegada de las fuerzas de seguridad. Cuando llegaban o no había nadie presente o las urnas las habían escondido. En uno de los casos ha recordado que la urna la sacaron de un Ayuntamiento.
Ha dado datos de lugares concretos y ha dado cuenta de la existencia de barricadas, tractores aparcados para entorpecer la labor policial y dos intentos de atropellos a guardias civiles con una moto y un vehículo industrial. Cuando se fue a detener a una persona, este individuo intentó sustraer el arma de un guardia civil, además otros dos recibieron patadas en la cabeza. A preguntas del fiscal Fidel Cadena, este testigo ha confirmado el uso de deslizante para hacer caer a los agentes, lo que el exdelegado del Gobierno en Cataluña Enric Millo definió como la trampa del Fairy durante su declaración.
También ha criticado la actuación de los Mossos d’Esquadra, ha hablado de pasividad y enfrentamientos con los guardias civiles. En un caso, ha recordado que uno de los efectivos de la policía autonómica dijo que solo atendía órdenes del major José Luis Trapero.
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