El nuevo PP ha echado a andar con decisión y algunos trompicones. El proceso de integración llevado a cabo por Pablo Casado resultó impecable. Asumió a la mayor parte de la gente de Cospedal con generosidad. Los colocó a todos en puestos destacados. Incorporó también a muchos fieles de Soraya Sáenz de Santamaría. Sólo la vicepresidenta y sus dos escuderos, José Luis Ayllón y Fátima Báñez, se quedaron fuera. Un compromiso cumplido que acarrea severos inconvenientes.
Emergen ya las primeras quejas sobre de algunas piezas en el nuevo engranaje. Muchas miradas se han posado por ejemplo en Dolors Montserrat, que, tras ejercer como portavoz de la campaña de Cospedal en las primarias, asumió la jefatura de la bancada popular en el Congreso.
Hay quien le achaca una notable inexperiencia para un puesto tan decisivo y complicado. Incluso se le reprocha no haberse enterado de la jugada del PSOE que coló por la puerta de atrás la reforma de la ley de Estabilidad Presupuestaria mediante una enmienda a la Ley de Violencia de Género. "Estaban advertidos, se lo habían dicho, pero no se supo reaccionar", comenta un diputado de la 'vieja guardia'. María Jesús Montero, supuesta ideóloga del este regate parlamentario socialista, ya lo había consumado en sus tiempos como consejera en la Junta de Andalucía. "Van a por Dolors, es injusto porque nada se podía haber hecho frente a esta jugarreta", señalan los defensores de Montserrat.
No acaban ahí las críticas. Comentan también por los pasillos de la Cámara Baja, su escasa habilidad declarativa, su 'atolondrada' expresividad' y lo poco dada que es a escuchar consejos. "Cuenta con el respaldo de Cospedal, pero Casado también la aprecia", señalan fuentes imparciales. Su imagen como fustigadora del PSOE está en entredicho, en especial por parte de quienes se empeñan en compararla con algunos de sus predecesores, la propia Santamaría o incluso Rafael Hernando, quien se ganó a pulso el apelativo de 'diputado jabalí' por su contundencia a la hora de enfrentarse con socialistas y populistas.
Más sillones que con Rajoy
Hay otros desajustes propiciados por los seguidores de la ex número dos del PP. El nuevo comité de Dirección, por ejemplo, ese núcleo duro del partido que se reúne cada lunes en Génova para afrontar los asuntos de la semana, resulta tedioso y, dicen algunos, poco operativo. Sus miembros han pasado de los diez de la era Rajoy a los doce actuales. El secretario general, los seis vicesecretarios, los portavoces de Congreso, Senado y Parlamento Europeo amen de Rafael Hernando, ahora presidente del Comité de Derechos y Garantías y Juan Ignacio Zoido, que preside el Comité Electoral.
Vicente Tirado, Montserrat, Zoido y Tejerina forman parte de las filas de Cospedal en tanto que Marta González encarna la cuota gallega de Feijóo y Cuca Gamarra proviene de las huestes de Soraya. Un equipo heterogéneo, con problemas iniciales de ensamblaje. "Las reuniones se hacen eternas. Casado deja hablar, para que la gente se encuentre cómoda, pero hay verdaderos especialistas en contarnos sus batallitas", señala un miembro de este equipo directivo. "Poco a poco las cosas se irán engrasado pero el arranque está resultando farragoso", añade.
Cambios en el futuro
Hay también filtraciones incómodas, críticas veladas, hay alguna desconfianza. En el equipo de Casado se considera que, después de las citas electorales de mayo, quizás haya que llevar a cabo algunos ajustes. "Es evidente que en esas reuniones hay gente que no pinta nada, lo que pasa es que no todos lo asumen", añade esta fuente. Ante este escenario, Casado ha optado por meter la directa. Estudia y planifica las cuestiones clave con García Egea y Maroto, sus colaboradores más próximos y ejecutivos. Sabe que la gente de Cospedal es intocable. A ella le debe haber ganado las primarias y ser el nuevo jefe del PP.
Cospedal tiene pendiente despejar las dudas sobre su futuro. Acaba de renunciar a la presidencia del PP de Castilla-La Mancha y se está a la espera de conocer si quiere encabezar las listas a las europeas. No hay datos que confirmen tal posibilidad. Incluso en el PP hay versiones que apuntan a que la ex secretaria general, una vez consumado su objetivo de truncar la posibilidad de que Santamaría fuera la sucesora de Rajoy, enfile el mismo camino que su eterna rival. Es decir, que dé un paso al costado y abandone la política y se retire a la actividad privada.
En ese caso, Casado tendría ya las manos libres para diseñar, después del verano, un equipo más acorde con sus necesidades e intereses. Sería llegado el momento de proceder al reajuste que algunos en el PP consideran imprescindible. El partido está unido, cohesionado, sin corrientes internas y, una vez superado el trance del máster por el Supremo, nadie duda ya del liderazgo de su presidente. "El objetivo ahora son las elecciones, arrasar a Sánchez en un desafío que puede convertirse en la rampa de lanzamiento para unas generales, sean cuando sean", comentan estas fuentes.
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