Política

Historia de dos fotos en un mismo recinto

Hace algo menos de tres meses Susana Díaz puso de largo su candidatura rodeada del poder socialista de hoy y de ayer en un pabellón de Ifema, a donde ha querido llevar el secretario general la clausura del 39 Congreso, rodeado de su nueva dirección y de militantes. Dos imágenes que muestran dos PSOE

26 de marzo de 2017. Más de 6.000 personas llenan un pabellón de Ifema para arropar a la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, en la presentación de su candidatura a las primarias. Muchos militantes pero la foto de ese acto es la del poder del partido que la acompaña: con cuatro presidentes autonómicos y los dos presidentes que ha tenido el PSOE en La Moncloa, Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, que flanquean a la aspirante en la primera fila.

18 de junio de 2017. Más de 8.000 personas acuden a un pabellón del mismo recinto ferial madrileño para aclamar a Pedro Sánchez en la clausura de su 39 Congreso, del que sale con una Ejecutiva de fieles. Por primera vez, los ex secretarios generales del PSOE no asisten al cierre de un congreso ni tampoco 'barones' críticos. El líder ni los menciona.

Susana Díaz buscó que su campaña comenzara con una imagen potente y Pedro Sánchez ha querido arrancar su nuevo mandato con otra foto poderosa. En una y otra los protagonistas y los mensajes son muy distintos.

Rubalcaba, González, Susana Díaz, Zapatero y Guerra el 26 de marzo en un acto en Madrid

La presidenta de la Junta quiso ponerse el traje de candidata diciendo que era la única que podía unir al PSOE, después de meses de una durísima batalla interna que tuvo su cénit en el Comité Federal del 1 de octubre. En esa presentación, quienes habían dado por muerto a Pedro Sánchez después de su dimisión sabían que tendrían pelea pero ni de lejos esperaban que el resultado fuera el del 21 de mayo.

Díaz se presentó al partido haciendo gala de lo que creía que era un aval ante los militantes: el apoyo del poder del PSOE de ayer y de hoy. Felipe, Zapatero, Rubalcaba, Guerra y cuatro presidentes autonómicos. No estaba el asturiano Javier Fernández, porque su cargo al frente de la Gestora no se lo permitía, aunque contaba con su apoyo.

Pero el panel completo de invitados completaba la foto que Díaz quería mostrar: la de la garantía de unidad, de integración. Porque en ese acto estuvieron todos los que han sido rivales en las últimas décadas en el PSOE: Felipe y Guerra a pocos metros; Zapatero y tres de sus rivales en el Congreso del año 2000, José Bono y Matilde Fernández; Rubalcaba y su rival en el 38 Congreso, la fallecida Carme Chacón; y Eduardo Madina, que, con Andalucía enfrente, disputó en 2014 la Secretaría General a Sánchez.

Susana Díaz y los suyos salieron muy satisfechos de aquel mitin, mientras los 'pedristas' decían que no habían entendido nada, que esa foto más que sumarle le restaba porque abundaba en el relato de que era una batalla del aparato frente a los militantes. La dirigencia frente a las bases, como ha dicho Sánchez todos estos meses convencido de que los afiliados llenarían las urnas de papeletas con su nombre.

Y así fue. Contra el pronóstico de muchos, el madrileño volvió a ganar el pasado 21 de mayo, con más fuerza que tres años antes, cuando lo hizo aupado por la poderosa federación andaluza. Ganó después de arrancar en diciembre en Xirivella (Valencia) su enésima gira por las agrupaciones socialistas por todo el país, curtido por sucesivos campañas electorales en los últimos tres años.

El resultado es su victoria en las urnas y la clausura de este 39 Congreso en el que muchas cosas han diferido de la tradición socialista, incluyendo el cónclave extraordinario que le ratificó como secretario general el 27 de julio de 2014. Hace tres años, respetó las liturgias del partido y se presentó con una Ejecutiva negociada con los territorios y arropado por los cuatro ex secretarios generales del PSOE desde la Transición.

Este domingo no estuvieron ninguno. Ni Felipe González (cuya participación se ha limitado a un frío vídeo grabado ante de viajar a Colombia), ni Rubalcaba ni Zapatero, que asistieron a la inauguración del sábado, ni Joaquín Almunia. Sólo acudieron tres de los 'barones' críticos, y únicamente el valenciano Ximo Puig se sentó en la primera fila, pese al pulso que ya le ha echado con Pedro Sánchez. Emiliano García-Page y Javier Lambán asistieron mezclados con el público.

No hubo foto de la unidad, pero tampoco Sánchez la ha querido. No la ofrece el resultado de este 39 Congreso, del que sale una Ejecutiva federal de afines al secretario general, en la que la única integración es la de Patxi López, y un Comité Federal algo más plural, aunque no del gusto de todos. Las negociaciones del máximo órgano entre congresos han ido por federaciones y hay quejas de críticos porque creen que no se ha respetado el resultado de las primarias. No faltan quienes defienden que ahí sí se debía haber dado la pelea porque una cosa es la Ejecutiva y otra ese órgano de control. 

La imagen final de este cónclave en el que empieza una nueva etapa para el PSOE es la de un Sánchez rodeado de fieles, agradecido a la militancia y sin hacer concesiones a quienes ha tenido en frente. Ha modelado a su gusto una Ejecutiva de 49 miembros en la que están los pocos dirigentes que se mantuvieron fieles después del 1 de octubre, diputados del 'no' a Rajoy, alcaldes destacados del 'pedrismo' y enemigos de sus críticos.

Las banderas que se han agitado en el acto de este domingo son las mismas que se ondearon el 26 de marzo en Ifema. Pero las similitudes casi acaban ahí. Y se ha visto desde el principio, cuando el Sweet Child Of Mine de Guns N' Roses sustituyó a los acordes del himno del PSOE para arrancar.

Sí terminó con puños en alto y la Internacional, como ocurre siempre en los Congresos del PSOE, aunque algunos creen que el 'pedrismo' ha 'desgastado' el himno del movimiento obrero en estos meses de campaña. Aunque, eso sí, un apunte, después de meses de brazo en alto de Sánchez, este domingo el secretario general no ha repetido el gesto que sí han tenido los miembros de su Ejecutiva y ha preferido abrazar a la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, y su número dos, Adriana Lastra. 

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