Política

El Iglesias más débil ensaya su 'presidencia' ante un Rajoy castigado por la corrupción

El líder de Podemos tendrá que hilvanar hoy un proyecto de país, más allá de denunciar los escándalos, si no quiere que un Gobierno envuelto en la bandera de España por Cataluña le sepulte con la macroeconomía

Pablo Iglesias se la juega. Desde las 9.00 de esta mañana, tanto los cinco millones de españoles que le votaron en las elecciones del 26 de junio de 2016, como los 20 millones que no, van a escrutar cada una de sus palabras, cada gesto que haga en la tribuna de oradores del Congreso; unos en busca de su presidente del Gobierno y otros, los más, ansiosos por la simple curiosidad de ver un atisbo de alternativa a Mariano Rajoy, aunque no la voten.

Porque de eso va una moción de censura, expresión que los constituyentes incluyeron en el Reglamento del Congreso (1979) para encubrir lo que en realidad querían decir: investidura alternativa. Eran tiempos convulsos aquellos de finales de los 70 en los que Italia tenía un gobierno cada semana y no se quería repetir experiencia de inestabilidad en la España que salía de la dictadura.

Si Iglesias consigue hoy la tan ansiada por todo candidato imagen de presidenciable, después de horas y horas de ataque de Soraya Sáenz de Santamaría y los ministros -en orden de combate para salir a atizarle con la mejora macroeconómica sin límite de tiempo-, habrá ganado. Sin dudarlo. El miércoles saldrá derrotado en el cómputo de los 350 votos de los diputados, sí, pero investido como líder de la oposición con las elecciones a dos años vista. Casi nada. 

No lo tiene fácil porque el panorama ha cambiado bastante desde que presentó la considerada bomba atómica de la oposición, tan peligrosa para quien la maneja; que se lo digan al expresidente de la antigua AP Antonio Hernández Mancha (1987).

Hace un mes contaban las crónicas que Susana Díaz sería secretaría general del PSOE y este partido continuaría orgulloso por la senda de su "oposición útil", la misma que le llevó en noviembre a abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy en aras de la gobernabilidad, y luego a apoyar el objetivo de déficit presupuestario en 2017. Una pera en dulce, a decir de Podemos, que veía expedito el terreno opositor. 

Pero ha sido ganar las primarias Pedro Sánchez, a quien Podemos negó la investidura hace un año, y comenzar los morados su cuesta abajo en los sondeos. Ya son varios puntos de ventaja los que les sacan los socialistas. Por si fuera poco, aunque el líder socialista no es diputado y no estará presente en la tribuna de público, el espíritu del "Gobierno del cambio" que pudo haber sido y no se le caerá de la boca al portavoz del Grupo Socialista, José Luis Ábalos.

De manera que Iglesias puede acabar siendo víctima de la curiosa pinza entre un Gobierno desacreditándole, y el PSOE afeándole la impostura de postularse después de dejar tirado a su líder renacido. No en vano, Compromis, el socio de los morados en Valencia, ya ha dicho que Iglesias debería haber pospuesto la moción hasta acabar el 39 Congreso del PSOE este próximo fin de semana... Toda una declaración de intenciones que, seguro, recuerda su portavoz, Joan Baldoví.

El ' cuerpo a cuerpo' con Rajoy que busca hoy Pablo Iglesias dependerá de que el presidente del Gobierno llegue a la coblusión de que le conviene para acabar con la ' luna de miel' del nuevo PSOE con las encuestas

Y es que, paradojas de la política, cuando Iglesias, Irene Montero y todos los integrantes de la dirección de Podemos estaban preparados para enterrar hoy al PSOE de Susana Díaz, quienes pueden salir seriamente tocados son ellos si se demuestran huérfanos de apoyos parlamentarios. No obstante, el candidato parte con una ventaja nada despreciable: por aquello de que ni él ni el Gobierno tienen límite de tiempo, y los grupos intervendrán de menor a mayor, puede retrasar el turno del socialista Ábalos hasta el miércoles a la mañana. Y lo hará.

El líder morado buscará hoy toda la pantalla en un cuerpo a cuerpo con el presidente del Gobierno, lo cual podría conseguir si el inquilino de La Moncloa ha llegado a la conclusión -como parece en las últimas horas- de que le conviene acabar con la luna de miel de Pedro Sánchez con las encuestas. Nada activa más al electorado del PP que ver a sus representantes envolviéndose en la bandera de España para responder al desafío catalán; y, de paso, tapar la agenda judicial por los casos de corrupción. Hay en marcha dos comisiones de investigación en el Congreso y él declarará en la Audiencia Nacional por el caso Gürtel el 26 de julio.

Sin duda, el Gobierno estará esperando hoy a Pablo Iglesias en el campo económico porque cree que, aunque el ritmo de crecimiento todavía no es tan robusto como para haber eliminado las desigualdades, las últimas cifras de crecimiento del empleo están dando la vuelta a la mala percepción de la sociedad. Los españoles vuelven a estar más preocupados por la corrupción que por su cartera. Y ese es un terreno en el que el PP ha demostrado desenvolverse bien electoralmente.

Ni el PSOE ni el resto de la oposición ha logrado en dos últimas citas electorales que los populares bajen de los 130 diputados, y eso que ya se sabía todo o casi todo de los casos Gürtel y Púnica, Luis Bárcenas y otros como el presidente de la Diputación de castellonense Carlos Fabra y Esperanza Aguirre ya había visto entrar al secretario general del PP de Madrid, Francisco Granados, en la cárcel.   

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