Política

Iglesias divide a los críticos y prepara el terreno para la fusión orgánica con IU

El líder de Podemos frena la rebelión interna y se hace con el control absoluto del partido a tres días del encuentro con Pedro Sánchez para hablar de gobierno de coalición

Pablo Iglesias ha logrado salir indemne del último cónclave de Podemos. Ha evitado un congreso extraordinario, en el que habría tenido que rendir cuentas de sus cinco años de gestión, y ha renovado la cúpula con personas de máxima confianza. La clave ha sido obtener in extremis el respaldo de la importante federación andaluza. Hasta el pasado martes, los andaluces le pedían a Iglesias “responsabilidades” por los malos resultados electorales y hablaban de “nuevo ciclo”. Pero el sábado dieron un giro de 180 grados: “Ni dimisiones ni Vistalegre III”, afirmaron.

¿Qué ha pasado para semejante cambio? Después de una negociación bilateral Madrid-Sevilla, todo apunta a que Iglesias ha logrado el favor de los andaluces prometiendo “más autonomía, más dinero y el reconocimiento de un espacio propio”, mantienen fuentes de la formación. Los anticapitalistas de Teresa Rodríguez y José María González Kichi han aprovechado así el pulso lanzado por los dirigentes territoriales, entre ellos Ramón Espinar, para acrecentar su cuota de poder. A cambio, le han entregado a Iglesias la llave del futuro político de Podemos.

El líder morado, después de dividir a los críticos, tiene por delante otro objetivo: la fusión orgánica con Izquierda Unida o con parte de ella. Está convencido de que es la única vía para acallar definitivamente a los díscolos --la suma de los militantes de IU le permite blindar su liderazgo-- y lanzar a Irene Montero como nueva secretaria general, en un Vistalegre III que él podrá convocar cuando mejor le convenga.

Iglesias ha aprovechado el último Consejo Ciudadanos también para renovar dos tercios de la ejecutiva. Salen todos los dirigentes vinculados al errejonismo y se consolidan los de juventud comunista

El Consejo Ciudadano de Podemos demuestra, además, que Iglesias tiene el visto bueno de Enrique Santiago, líder de los comunistas madrileños, para la fusión con IU. Y también el de Antonio Maíllo, máximo dirigente de IU Andalucía. Maíllo era el único político que había guardado silencio sobre la fusión. Su consentimiento es necesario para que Alberto Garzón se sume al proyecto.

Pablo Iglesias en el Consejo Ciudadano de Podemos.

Adiós al partido transversal

El Podemos del “ni de derechas, ni de izquierdas” de Íñigo Errejón, así como el partido del “cambio” y de la “transversalidad” de la Puerta del Sol, es, a partir de hoy, asunto del pasado. El nuevo proyecto salido del cónclave del sábado proyecta un partido cada vez más de Iglesias. Y una formación que busca un nicho en la izquierda alternativa al PSOE, pero sin la ambición de robar a los socialistas su espacio político. Todo eso ocurre, además, en un momento de máxima debilidad: después de dos batacazos históricos, con unas generales donde el partido pasó del 20% al 14% de los votos y unas elecciones locales en las que perdió 60 concejales.

Iglesias ha aprovechado el último Consejo Ciudadanos también para renovar dos tercios de la ejecutiva. Salen todos los dirigentes vinculados al errejonismo y se consolidan los de juventud comunista. Es decir, los afines a Montero. Entre ellos destaca Alberto Rodríguez, que sustituye a Pablo Echenique en la secretaria de organización del partido. La tarea principal de El Rasta será tranquilizar a los críticos y construir un partido tradicional a nivel territorial: un elemento que hasta ahora Iglesias ha ignorado, convencido de poder “asaltar los cielos” a través de las redes sociales y las televisiones.

Una sola voz: la de Iglesias

Durante el cónclave, Iglesias ha atribuido la caída electoral a la falta de liderazgo regional (aunque excluyó a Ada Colau y Kichi). Ha desligado así su gestión del resultado de las urnas, consciente de que tenía a los andaluces de su parte. Éstos han afirmado que nadie había pedido un debate interno o un congreso. Pero otros dirigentes negaron ese extremo.

Al menos un barón presente desveló a Vozpópuli que “unos cuantos secretarios” habían manifestado a Iglesias su disenso y hablado de la necesidad de una confrontación interna. Iglesias, que barajó en la víspera del cónclave un adelanto del congreso, se limitó ayer a asumir una “conferencia”, o gran debate interno, sobre el proyecto político. Una cumbre en la que, sin embargo, no se podrá discutir de liderazgo. La fecha de ese encuentro podría ser en otoño o el primer trimestre de 2020. En ambos casos, después de la negociación con Sánchez sobre el gobierno.

El resultado del Consejo Ciudadano permite a Iglesias negociar con Pedro Sánchez con más soltura. Ambos líderes se encontrarán en La Moncloa el próximo martes. Sánchez deberá decidir si mantiene el veto al líder de Podemos, para que no se siente en el Consejo de Ministros. Iglesias, por su parte, le recordará al socialista que ahora tiene un partido compacto que habla con una sola voz: la suya.

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