Podemos se acerca a su tercer Congreso nacional con Pablo Iglesias más fuerte que nunca. Ni siquiera en 2014, en plena eclosión del fenómeno morado, la cúpula del partido, entonces liderada por el tándem Iglesias-Íñigo Errejón, se sentía tan segura. Ahora, con los anticapitalistas de Andalucía debilitados y los sectores críticos callados, Iglesias y su número dos, Irene Montero, intentan convertir el próximo Vistalegre III en una mera formalidad. Aunque, entre los críticos empieza a contemplarse una opción alternativa a Iglesias: José María González Kichi, alcalde de Cádiz.
El sector más poderoso del errejonismo se encontraba en el País Vasco y en Valencia. En Andalucía, los anticapitalistas de Teresa Rodríguez aspiraban a tener una sigla propia dentro de un encaje confederal parecido al estatus de los catalanes. Y a lo largo de los últimos meses, también en Madrid se planteó un debate sobre el liderazgo de Iglesias, capitaneado por Ramón Espinar. Sin embargo, ahora, con Iglesias en el gobierno, todos estos sectores asumen la dificultad de enfrentarse al líder.
Primer asalto: Andalucía
Iglesias tenía un plan que pasaba por ganar tiempo con los andaluces durante la negociación con Sánchez y zanjar el debate interno convocando un congreso adelantado desde la posición gubernamental. Los críticos se dividieron y acabaron aplazando la guerra interna. Ahora, ya nadie se atreve a levantar la voz contra el secretario general.
Tras entrar en el Ejecutivo, Iglesias pasó al contraataque. Como adelantó este diario, la dirección nacional ha cerrado un pacto con los comunistas (y por ende Izquierda Unida) para desbancar al grupo anticapitalista en el Congreso de mayo. Esa situación ha irritado al sector anticapitalista, que acusa a Alberto Rodríguez y a Pablo Echenique de deslealtad, y lamenta el alejamiento de Fran Casamayor, apartado con la salida de Espinar.
"Esa dinámica de entendimiento y respeto duró pocos meses", escribió el miércoles Pablo Ganfornina para acusar al actual secretario de Organización de "tutelaje, injerencia, bandazos políticos, falta de democracia, ausencia de garantías...".
Una y otra vez lo mismo, salvo cuando en pos de hacer retroceder a Errejón, la gente de Pablo se sumó a la candidatura de Teresa Rodríguez en la II Asamblea andaluza, aun cuando como se ha demostrado no compartían la línea política y organizativa.
— Pablo P. Ganfornina (@PabloPerGanfor) February 5, 2020
"El partido no existe"
Iglesias despierta aún recelos en los territorios, pero la dirección nacional ha acallado a los díscolos a través de las gestoras, y de momento nadie se atreve a plantarle cara en el Congreso. También porque el "sistema" de votación de Vistalegre 3 dificulta la construcción de liderazgos alternativos porque obliga a votar en pack al secretario general y sus propuestas de estatutos y de estrategia política.
Podemos es cada vez más la sombra de su líder. Y algunos críticos comentan: “El partido no existe”. El debate interno en el Consejo Ciudadano, de hecho, languidece. En la reunión del pasado enero, los anticapitalistas no acudieron. La perspectiva electoral a nivel regional, además, alimenta las tensiones.
Las elecciones y las purgas han convertido al secretario de Podemos Euskadi, Lander Martínez, de errejonista a pablista. Aun así, la corriente de Martínez se enfrenta a otra más afín al secretario general. "Se pensaban que poniéndose de perfil en el Consejo Ciudadano de después de las municipales y autonómicas les iban a respetar...", comentan con ironía miembros del partido.
Búsqueda de un pacto con Colau
Mientras, en Cataluña, territorio que fue crítico con Iglesias, la dirección trabaja para dar otro golpe. Quiere lanzar una gestora y dar la secretaria general a una dirigentes proclive a Ada Colau, como adelantó Vozpópuli. “A Iglesias no le ha interesado nunca Podemos en Cataluña, y ahora está dispuesto a que Ada Colau absorba a Podem a cambio de que ella le garantice lealtad”, afirman fuentes de los morados catalanes.
A mediados del año pasado, la dirección nacional temió la pinza Colau-Teresa Rodríguez respaldada por los críticos madrileños. Pero ahora esos fantasmas han desvanecidos. La aldea gala se encuentra en La Rioja. Pero en esa región, donde Podemos gobierna en coalición con el PSOE, el partido se encuentra dividido. Así que nadie ataca públicamente la entrada de Podemos en el Ejecutivo de Sánchez, aunque en esa región y en otras se encuentran dirigentes que hablan de “bajada de pantalones ante el PSOE”.
Opción Kichi
Podemos en el Gobierno se enfrenta a una tarea histórica, que pasa por sobrevivir como proyecto político de “cambio”. El partido ha perdido militantes (y votos), y el próximo Congreso no se celebrará en la arena de Vistalegre, cuyo aforo es de 15.000 personas. Todos aseguran que será un lugar más pequeño. Las elecciones vascas y gallegas, además de la catalanas, servirán para medir la solvencia de la nueva etapa.
Iglesias parece satisfecho: “Ha llegado a la vicepresidencia, su misión la ha cumplido”, comentan incluso los más escépticos. De momento, el secretario general no teme que alguien se enfrente a él. Aunque desde el frente anticapitalista dicen estar "ofendidos" y que se podría despertar el deseo de venganza. "Solo hay juego si salta Kichi", comentan algunos, que ven en esa opción una estrategia win win: "Si sale, bien, y si no sigue siendo alcalde de Cádiz". Aunque otros añaden: "Si nadie se atreve, la dirección nacional buscará a alguien, aunque sea un hombre de paja".
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