Pablo Iglesias pisa el acelerador del ingreso mínimo vital, que costará unos 3.000 millones de euros al año al Estado y que depende del ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, pero sobre el cual el líder de Podemos quiere poner su sello. Fuentes del partido morado aseguran que en la situación de fragilidad parlamentaria y crisis del coronavirus todos los esfuerzos de Iglesias se dirigen en ese sentido. La llamada tasa covid o impuesto a las grandes fortunas se dejará para más adelante.
El entorno de Iglesias observa sin mucho entusiasmo el acercamiento de Pedro Sánchez a Ciudadanos. Si bien entienden que los votos de los naranjas son esenciales para mantener en vida al Ejecutivo, prefieren seguir dialogando con Esquerra Republicana de Catalunya. Iglesias exige seguridad sobre su vicepresidencia, pero también quiere anunciar al menos una gran medida de calado social para justificar la entente con los liberales.
En un mes de mayo convulso, con al menos dos votaciones del estado de alarma, Iglesias exige que se cierre el anuncio del salario mínimo vital. Se trata de la aportación estatal para los más vulnerables, que el Ministerio de Seguridad Social está finiquitando y que permitirá ofrecer más ayudas a las de las comunidades. La medida es en realidad menos ambiciosa de lo que Iglesias desearía, pero el partido morado ya prepara un anuncio a bombo y platillo y que lanzará como el ejemplo exitoso de la teoría de “cabalgar contradicciones” de Iglesias.
Recelo del PSOE al impuesto a las grandes fortunas
En cuanto a la tasa covid, los ministerios socialistas ya enfriaron la esperanza de Iglesias de aplicar un impuesto especial a las grandes fortunas. El acercamiento de Arrimadas deja esa iniciativa aún más en el aire, confirman desde Podemos. “La prioridad es el salario mínimo vital, para lo otro hay que esperar”, reconocen varias fuentes del grupo de los morados.
Ante el acercamiento de Arrimadas, en Podemos se preparan a ver hasta dónde quiere llegar la líder de Ciudadanos. La orden de Iglesias es bendecir el acercamiento siempre y cuando no empiecen a pedir ceses en el Ejecutivo, tal y como adelantó Vozpópuli. Es un “nuevo Ciudadanos”, comentan en el partido morado pare referirse a la salida de Albert Rivera, pero muchos recuerdan que el precio del pacto en Andalucía con Susana Díaz fue la dimisión de senadores de Chaves y Griñán y Podemos no quiere pasar por el mismo aro.
Iglesias no está dispuesto a que le quiten su vicepresidencia. “Sobre los otros ministerios, ya se verá”, vaticinan algunos miembros de la formación.
Con respecto a ERC todavía queda una herida abierta, pero Podemos presiona para que el Ejecutivo reactive los puentes y haga “gestos”. Iglesias fue el muñidor de la actual mayoría de gobierno y teme que su figura de desdibuje si se desmorona el “bloque de la moción de censura”.
"Una jugada inteligente"
Varios ministros socialistas ven con buenos ojos la evolución del tablero político. En el PSOE hablan claro: “Lo de Arrimadas ha sido una jugada muy inteligente”. Son los ministros que a menudo se han enfrentado con Iglesias y que preocupan al líder morado porque cuanto más tiempo Arrimadas se queda orbitando alrededor del Ejecutivo, cuanto más poderes le quitarán.
En ámbitos socialistas existe un profundo deseo de echar cuentas con las salidas de tono de Iglesias y el “equipo” de Iván Redondo en la Moncloa. El apoyo de Arrimadas puede favorecer reequilibrios no solo parlamentarios sino también internos en el Ejecutivo.
De ahí que, aunque públicamente los morados defienden el acuerdo (sin mucho entusiasmo), todos aseguran que Iglesias hará movimientos para volver a la casilla de salida de la investidura. Los catalanes aseguran que lo de ERC fue “teatro”, pero admiten que no son fiables. Más aún en un contexto preelectoral.
Con los estados de alarma asegurados, los presupuestos serán la verdadera prueba de fuego para el Gobierno. El calendario impone empezar a rodar números y planes si quiere tener las cuentas de 2021. Hará falta enviar el déficit a Bruselas y plantear un acuerdo presupuestario que tiene viso de convertirse en un gran proyecto para toda la legislatura. De no ser así, hay unanimidad en los partidos del Ejecutivo y en la oposición: “Sin presupuestos, el Gobierno caerá”.
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