Un fantasma recorre los pasillos del Congreso y algunos centros de poder de la capital. Es el fantasma del bluf de Pedro Sánchez sobre el acuerdo con Podemos, que comparten cada día más políticos y técnicos en los ministerios. Se trata de una versión que va de boca en boca también en el partido de Pablo Iglesias, aunque dirigentes de la formación y cuadros intermedios de Podemos explican a Vozpópuli que la dirección confía en Sánchez y que el pacto está blindado.
El temor de los de Podemos –algo que para sus enemigos es una esperanza-- es que el preacuerdo de Sánchez con Iglesias sea, en realidad, una maniobra para soliviantar a los conservadores y que sobre ese miedo cristalice el apoyo técnico del PP al PSOE. Algunos indicios alimentan la sospecha. Por ejemplo, los tiempos con los que Sánchez manejó la negociación.
"Ven a La Moncloa"
El socialista apuró los tiempos, resolviendo un embrollo que llevó a la repetición electoral en tan solo 36 horas. El líder morado deseaba una negociación exprés con Sánchez, como desveló en exclusiva este diario, pero no escondió su estupor cuando recibió la llamada de Sánchez el pasado lunes. “Hola Pablo, ven por favor a La Moncloa y seas discreto”, le dijo el líder del PSOE
Iglesias llegó a primeras horas de la tarde a La Moncloa sin avisar a casi nadie de su cúpula. Mantuvo una reunión con Sánchez en la que esbozaron las líneas generales del preacuerdo. Aunque la clave de esta historia se encuentra en las horas anteriores a esa firma.
El líder morado aprendió a desconfiar de su enemigo-aliado socialista: “Pedro me mintió y mi error fue confiar en él”, repitió en la campaña electoral. Maquilló así su error estratégico: sabía que el PSOE tenía malos sondeos desde agosto, y pensó que Sánchez habría aceptado sus condiciones antes que volver a las urnas.
"Pedro se ha dado cuenta del error"
Se equivocó, pero intentó y logró que la opinión pública señalara al socialista como culpable de la repetición electoral. Ahora, sin embargo, está seguro. “Confío en Pedro, se ha dado cuenta de su error y me ha pedido perdón”, ha explicado a su círculo de confianza de Unidas Podemos antes de firmar el preacuerdo del pasado martes.
Los dirigentes que acudieron a la reunión en la mañana del pasado martes comprobaron el estupor de Iglesias ante la rapidez de Sánchez. El líder de Podemos les explicó que el socialista de facto se arrodilló, y quiso que todo se resolviera cuanto antes. Hubo sorpresa y algunos empezaron a fantasear con ocupar un sillón ministerial. “No hubo cava, pero sí mucha alegría”, reconocen en las filas de Podemos.
Esa mañana, otros dirigentes desvelaron que las cosas iban “bien”. “Sánchez ha aceptado y no nos pondrá vetos”, explicaban de manera confidencial a esta diario. Algunos socialistas, en las horas previas al acuerdo, se resistían: “Pedro no quiere a Pablo en el gobierno, es un hecho”, creían.
Sensaciones agridulces
Ahora bien, han pasado unos días desde ese martes dulce y el escepticismo va in crescendo en Podemos. Algunos dirigentes empiezan a torcer el gesto. Ven como día tras día los creadores de opinión de la derecha piden al PP una abstención técnica al PSOE que aleje del gobierno a los nacionalistas y Podemos.
La decisión de ERC decantará la balanza. Su apoyo externo es fundamental para que salga adelante la investidura (y los presupuestos). Pero también en ese frente Iglesias ha intervenido para tranquilizar a su cúpula. En juego más que un referéndum de autodeterminación está el gobierno de la Generalitat, como adelantó este diario. Y el diálogo entre los Comunes de Ada Colau y ERC va bien.
También desde la orilla errejonista creen que no hay otra alternativa a un ejecutivo de Sánchez con Iglesias. El pesimismo se ha apoderado del artefacto de Íñigo Errejón, nacido de prisa y con muchas expectativas, pero que fracasó el 10 de noviembre (obtuvo solo tres escaños). Aun así, las fuentes consultadas consideran que con su entrada en el Ejecutivo el líder de Podemos está “neutralizado”, y que a ellos les queda recorrido para construir una propuesta política.
Sea como fuere, Podemos ya ha cambiado de pantalla. “El cielo se toma con perseverancia”, escribió el pasado jueves el secretario general en su carta a la militancia. Ese viaje del cielo a la tierra representa la secularización de un fenómeno político inédito y visionario, que en su día lo quiso todo y ahora se centra en el ámbito social. Pragmatismo por encima de todo, siempre y cuando Sánchez no vaya otra vez de farol. “Tranquilidad”, ordena Iglesias, “esta vez va en serio”.
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