Ni pulso ni sudoku irresoluble. Pablo Iglesias ha decido. Quiere sellar un acuerdo con Pedro Sánchez aunque sea sin presencia de los morados en el Consejo de Ministros. Ha llegado incluso a amenazar a la cúpula de su partido con “tirar la toalla” si se lo impide. El líder de Podemos considera que si no puede entrar en el Consejo de Ministros, y tampoco Sánchez acepta a su número dos, Irene Montero, es mejor quedarse fuera. Y penetrar en la administración con cargos intermedios como contrapartida al apoyo en el Congreso a Sánchez, como adelantó Vozpópuli.
Fuentes de Podemos hablan de “cansancio” de Iglesias: la presión por tener que resolver una situación complicada, bajo la constante amenaza de nuevos comicios, le están empujando a intentar convencer a los suyos de que la vía del pragmatismo es más conveniente que la del purismo.
En su círculo son pocos, de momento, los que le acompañan. Pero entre ellos hay una figura de relieve: se trata de Alberto Garzón, coordinador nacional de Izquierda Unida, que también está a favor de acercarse al llamado sottogoverno. Es decir, tener cargos intermedios y puestos clave en empresas públicas que permitan a Unidas Podemos respirar y evitar nuevas elecciones.
Puristas y pragmáticos
Los puristas, entre los cuales según algunos se encuentra Montero, mantienen sus reticencias. Consideran que será difícil explicar ese movimiento después de haber hablado de coalición. Y que los militantes podrían interpretar esa política como una “cesión”.
Podemos Andalucía, federación muy poderosa, también rechaza la vía de la coalición asimétrica. En opinión de los anticapitalistas, liderados por Teresa Rodríguez, la mejor opción es el pacto externo a la portuguesa, que desvincularía a Podemos de la gestión de Sánchez y de las medidas impopulares que acabe tomando.
Iglesias o nadie
Pero Iglesias lo tiene claro. Es consciente de que aceptar el llamado sottogoverno implicará una dura crítica. Pero considera que ese problema se resolverá después de la investidura. Espera que un número relevante de dirigentes morados entren en la administración, y, a partir de ese pacto, trabajar en la fusión con IU que le permitirá blindar su liderazgo frente a los críticos que se van fortaleciendo en Baleares, La Rioja y Navarra.
Si Sánchez se niega a nombrarle ministro, Iglesias cree que es mejor que nadie de los suyos se haga con el cargo. Todos los ministrables contemplados hasta ahora son, de hecho, dirigentes muy leales y seleccionados para no hacerle sombras, pero también de difícil encaje para Sánchez. El socialista, por otro lado, ha abierto a independientes, pero Iglesias teme que entren rápidamente en la órbita del PSOE. Así que considera que es mejor que nadie de los morados se convierta en ministro y gane visibilidad.
Mundo rural vivo. Pensiones dignas. Justicia fiscal. Empleo con todos los derechos. Alquileres y luz asequibles. Horizonte Verde. Sanidad y educación públicas de calidad. Trabajamos por un gobierno progresista de coalición con el que España pueda mirar al futuro con ilusión. https://t.co/vymI4RQajK
— Pablo Iglesias ?{R} (@PabloIglesias) June 20, 2019
Poco tiempo
El PSOE mete prisa a Iglesias para que acepte un gobierno sin ministros de Podemos. Sánchez ha anunciado su intención de presentar su investidura a principios de julio. Ha calificado la propuesta de cogobierno con Podemos de "sensata y ambiciosa". Pero también ha mencionado la palabra “bloqueo”, y ha alertado de que si no se resuelve la “parálisis" la única solución es volver a votar.
“Nuestra propuesta es una prueba de habernos movido de nuestra posición inicial de gobernar en solitario, ellos (UP) deben hacer lo propio. Estamos a la espera y deseando trabajar para su voto favorable”, se señala desde Ferraz.
Ante un escenario de parálisis, el líder de Podemos teme acabar como el responsable del fracaso de las negociaciones. Algunos dirigentes de Podemos empiezan a entrever en los socialistas cierto interés en repetir los comicios. Y para Podemos convertirse en el responsable del bloqueo sería dramático desde el punto de la opinión pública.
Consulta interna
Sea como fuere, Podemos someterá su decisión a una consulta interna. La fórmula de la pregunta es, no obstante, esencial para decantar la balanza. De manera que la cúpula del partido debe tener claro lo que quiere antes de interpelar a sus bases. Y en eso está trabajando Iglesias, aunque no tiene mucho tiempo.
Si se repiten los comicios en el próximo otoño, Podemos perderá con toda probabilidad escaños (el PSOE ya maneja sondeos en ese sentido), y el coste político para Iglesias sería incalculable. Ese miedo a la irrelevancia es el clavo ardiendo al que se agarra el líder de Podemos para convencer a los que insisten en que no se “humille”.
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