Pablo Iglesias puede estar satisfecho. Ayer logró el primer objetivo con su moción de censura a Mariano Rajoy, acaso el principal: lejos de cerrar filas todo el PSOE contra una iniciativa que parece formulada para sacar a la luz sus contradicciones en torno a la relación con el PP, los candidatos socialistas volvieron a enzarzarse mirando de reojo a una militancia que rechaza a los morados, pero aún más a Rajoy, y que va a decidir en 20 días quien es el próximo secretario general.
La gestora, Susana Díaz y Patxi López, por un lado, rechazan de plano la "mala fé" de Podemos con su nuevo "numerito", pero Pedro Sánchez demostró que quiere dejarse la puerta abierta a una colaboración futura si gana las primarias el 21 de mayo. Por la mañana, antes del anuncio, había estado en la SER y ahí afirmó que no presentará una moción de censura, aunque triunfe en las primarias, porque "ahora no hay una mayoría parlamentaria alternativa" a la de Rajoy.
Luego colgó un tuit en el que, respirando por la herida de su no investidura el 11 de marzo de 2016, reprochaba a Iglesias: "Hace un año no habría hecho falta una moción de censura para desalojar al PP"... Pero, horas después, ya en el acto previsto con militantes en Pontevedra, Sánchez fue más cauto: "no se puede empezar la casa por el tejado", dijo, sin rechazar expresamente la moción de censura.
El candidato socialista insistió en que lo que tiene que hacer el PSOE es exigir su dimisión y su comparecencia ante el Pleno del Congreso en un pleno monográfico sobre corrupción, no conformarse con citarle ante la comisión de investigación del caso Gürtel para "decir la verdad", como argumenta Antonio Hernando, portavoz del Grupo Socialista.
Hernando dijo también ayer que ya en 2013 los socialistas con, Alfredo Pérez Rubalcaba al frente, exigieron la dimisión de Rajoy al conocerse los SMS del presidente del Gobierno a Luis Bárcenas. "Pero el PSOE de la abstención a Rajoy todavía no lo ha hecho", recalcaban anoche a Vozpópuli fuentes próximas a Sánchez para resaltar lo falaz de esos argumentos.
Y es que el ex líder socialista cree haber encontrado un filón argumental ante los 188.000 militantes porque la moción de censura pone a su rival Díaz en el brete de aparecer como la salvadora del PP otra vez, algo que no ha dejado de afear a la gestora desde el traumático Comité Federal del uno de octubre que le desalojó del poder en Ferraz.
En este sentido, a Sánchez le ha llegado este movimiento de Podemos en el momento, para demostrar que el PSOE está huérfano de liderazgo. El sanchismo cree que la mejor prueba es que, cuando Pablo Iglesias telefoneó ayer al presidente de la gestora, Javier Fernández, para informarle, éste no le atendió excusándose en que estaba reunido en Asturias y le remitió al portavoz de la dirección provisional socialista, Mario Fernández. Y quien finalmente llevó el peso de la respuesta a los "fuegos de artificio" de Podemos fue Antonio Hernando, no Fernández.
Susana Díaz cree que Iglesias no quiere desalojar del poder a Rajoy sino "ser el centro de atención"
A Susana Díaz, por su parte, la crisis le pilló en un acto con militantes en Huelva. Allí comentó que Pablo Iglesias no quiere derribar a Mariano Rajoy sino "ser el centro de atención". "Lo tenemos muy visto", señaló la presidenta andaluza, para quien "la operación de hoy es la misma que hizo cuando salió proponiéndose a sí mismo como vicepresidente del Gobierno, repartiendo cargos y pidiéndose el CNI".
Los mismos argumentos y la misma desconfianza mostró el otro candidato, Patxi López: "¿con qué candidato y con qué apoyos pretende sacar adelante su moción de censura? ¿Ahora sí vale el apoyo de Ciudadanos?", se preguntó en Twitter.
Este malestar es compartido por los barones socialistas, entre ellos, el presidente extremeño Guillermo Fernández Vara, para quien solo la "neurosis obsesiva" de Podemos por el PSOE explica su "estrategia de acoso y derribo en pleno proceso de primarias".
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