Un fantasma sobrevuela Podemos: es el espectro de la abstención. Pablo Iglesias vuelve esta tarde con un partido roto después del golpe de Íñigo Errejón. Pero su misión es ahora concentrarse en el presente y el futuro, y reactivar a los votantes que hace tres años se decantaron por el PSOE y dejaron a Pedro Sánchez con el resultado más bajo de la historia del PSOE en la España democrática.
Para que esto pueda ocurrir, será esencial anular el desencanto generado por las purgas y las divisiones. En Podemos han podido detectar como en algunas primarias y votaciones internas la participación se ha reducido de manera llamativa en estos años. El último caso ha sido el de Errejón: entre la votación del ex número dos a la Comunidad con Podemos del año pasado y las primarias de la nueva candidata, Isabel Serra, más de 2.000 personas han decidido no votar. Es más del 10% y un aviso a navegantes, según algunos.
La salida de primeras espadas, como Ramón Espinar y Pablo Bustinduy en Madrid y Xavier Domènech en Cataluña, ha añadido leña al fuego. Varios cuadros están desanimados y la desafección se puede extender a los votantes.
Podemos sabe que el juego de las sumas y restas nunca es aritmético. El techo de votos alcanzado en 2016 después de la unión con IU sigue presente en la mente de la formación. Pero también que revalidar los cinco millones de hace tres años es muy difícil. Más de un millón de aquellos votantes eran socialistas desencantados, y ahora podrían elegir a Pedro Sánchez.
Los indecisos y Vox
“Los indecisos de Podemos de cara al 28 de abril se mueven entre la abstención o el voto al PSOE”, asumen miembros de la formación morada. Y ese mismo diagnóstico lo hacen los expertos de campaña en la Moncloa. La estrategia del miedo y el interés desmedido de la prensa de izquierda está inflando a Vox. El propio Santiago Abascal lo sabe. Además, Podemos puede perder votos hacia el partido de Abascal.
Fuentes de Vox recalcaban en estos días que según sus estudios internos, a nivel nacional pueden robar un 15% de votos de Podemos. Son los votantes indignados, los del hartazgo con el sistema político, que ahora podrían pasarse al nuevo populismo.
A lo largo de la mañana, Podemos calentará los motores en una reunión interna con sus candidatos. La mayoría de cuadros acudirán a Madrid y ayudarán a llenar la plaza del acto de Iglesias. “Habrá sorpresas”, aseguran desde el entorno de Iglesias. Todo está bajo secreto. Pero se barajan golpes de efecto. Algunos amagan incluso con un pasaje de consignas a Irene Montero en asuntos internos de partido.
"Doble o nada"
En cuanto a la candidatura, Iglesias está “animado”, dicen los suyos. Ha prometido que luchará duro y dejará a los electores que decidan sobre su futuro. Será una cuesta arriba. Nadie se engaña. Aunque Podemos contempla dos salidas, ambas dignas.
La primera pasa por recuperar votos con el “revulsivo” de la vuelta del líder. Iglesias ya está pidiendo a los programas televisivos de cabecera espacio y entrevistas. Espera superar el 15% de votos. De no ser así, queda la segunda opción. Si Podemos no revalida los 40 escaños de 2016, lo confiará todo a entrar en un segundo gobierno de Sánchez. Tocar poder permitirá blindar al núcleo dirigente y evitar un enfrentamiento interno.
A partir de mañana comenzará el asalto, en el que también habrá trincheras. En ellas se quedarán algunos dirigentes, que esperarán al 29 de abril para salir y exigir que se haga un balance. Iglesias no podrá eludirlo. “Será un doble o nada”, son conscientes sus acólitos.
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