Política

Palmeras e imbéciles: ¿Tiene Rufián barra libre para insultar?

El artículo 16 del Reglamento del Congreso recoge que los diputados están obligados a respetar el orden, la cortesía y la disciplina parlamentarias. Lo que entienden por "cortesía" ya es otra historia

El cruce de insultos acontecido esta semana en la comisión de investigación del Congreso sobre la 'caja B' del Partido Popular entre el republicano Gabriel Rufián y la vicepresidenta del citado órgano, Beatriz Escudero, es una patada más al Reglamento del Congreso.

En su artículo 16, sobre los deberes de los diputados, la normativa recoge que los diputados están obligados a adecuar su conducta al citado reglamento y a respetar el orden, la cortesía y la disciplina parlamentarias, así como a no divulgar las actuaciones que, según lo dispuesto en este, puedan tener excepcionalmente el carácter de secretas. Pero lo que entiende cada uno como cortesía es ya otra historia.

Por ahora, el rifirrafe no ha tenido más repercusiones que la denuncia pública de la diputada popular y un tirón de orejas del presidente de la Mesa de la mencionada comisión, Pedro Quevedo. El "pollo", como lo definió el político canario, ocurrió en plena comparecencia de Álvarez Cascos. Era el turno de Rufián y decidió llamar "palmera" a Escudero, vicepresidenta de la Mesa, por su supuesto respaldo a Cascos. 

Según fuentes parlamentarias, varias han sido las veces que tanto el PP como del PSOE y Ciudadanos reclaman a puerta cerrada más contundencia con el diputado de ERC

Además, según la diputada popular el republicano catalán le guiñó un ojo. En ese momento Escudero le respondió visiblemente enfadada mientras recogía sus bártulos antes de abandonar la sala: "No me guiñes el ojo, imbécil". Horas más tarde, el PP pedía amparo a la Mesa del Congreso y, por ende, a su presidenta, Ana Pastor, por el comportamiento "machista" de Rufián, que retiró la palabra "palmera" al término de la comparecencia pero no pidió disculpas a su adversaria política.

A la espera de que el escrito llegue a la Mesa para que esta lo resuelva, la posibilidad de un apercibimiento más allá del intento light de poner orden por parte de Quevedo queda en el aire. No es la primera vez que Rufián se ve implicado en polémicas de este calibre. Según las reglas del juego ningún diputado tiene barra libre para insultar, pero insultan y, de acuerdo a fuentes parlamentarias, varias han sido las veces que tanto el PP como del PSOE y Ciudadanos reclaman a puerta cerrada más contundencia con el diputado de ERC, entre otros, para evitar "que siga haciendo lo que le da la gana".

Al despacho

De hecho, en noviembre de 2017 Pastor dio un paso al frente y llamó al republicano a su despacho para apercibirle después de que en el Pleno durante una pregunta al ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, mostrase unas esposas para reprocharle el encarcelamiento de los exconsellers. "Ojalá algún día Mariano Rajoy acabe con una de éstas", pidió desde su escaño.

Fuentes parlamentarias explican que "en ocasiones" Pastor ha llamado la atención personalmente a alguno de los diputados -como también a Diego Cañamero- para recordar la importancia de guardar el debido respeto y las formas en sede parlamentaria con el fin de preservar la imagen de la institución. Preguntado en su momento sobre los términos de aquella charla del año pasado, Rufián se limitó a contestar con un "todo bien".

Sin embargo, no ha transcurrido ni un año de aquello y Rufián vuelve a situarse en el centro de la polémica. "¡Ya está bien!", gritaba al cielo Escudero. De acuerdo al Reglamento, los diputados y los oradores serán llamados al orden "cuando profirieren palabras o vertieren conceptos ofensivos al decoro de la Cámara o de sus miembros, de las Instituciones del Estado o de cualquiera otra persona o entidad".

Expulsiones

También si sus discursos faltan a lo establecido para la buena marcha de las deliberaciones y cuando con interrupciones o de cualquier otra forma alteren el orden de las sesiones. Además, se le puede llamar al orden si se le retira la palabra y continúa haciendo uso de ella. "Si se le llama al orden tres veces en una misma sesión, advertido la segunda vez de las consecuencias de una tercera llamada, le será retirada, en su
caso, la palabra y el presidente, sin debate, le podrá imponer la sanción de no asistir al resto de la sesión", recoge el documento.

El texto señala que si el diputado sancionado no atiende al requerimiento de abandonar el salón de sesiones, el presidente adoptará las medidas que considere pertinentes para hacer efectiva la expulsión. Y podrá imponerle, la prohibición de asistir a la siguiente sesión. Hasta la fecha, han sido pocas las expulsiones.

En 2006, el popular Martínez Pujalte se convirtió en el primer diputado expulsado del Congreso -presidido entonces por Manuel Marín- por increpar al ministro José Antonio Alonso. En 2013, Jesús Posada mandó fuera del Pleno a Alfred Bosch, Joan Tardà y Teresa Jordà tras retar a toda la Cámara a hablar en catalán en paralelismo. Pastor, que ha estado a punto de expulsar a varios diputados, aún no se ha estrenado.

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