La dimisión de Yolanda Díaz como coordinadora de Sumar envía al partido al anatómico forense. Casi nadie en la izquierda a la izquierda del PSOE cree que el socio menor de la coalición vaya a sobrevivir sin su fundadora. La virulencia de las críticas de algunos dirigentes de Más Madrid e Izquierda Unida pidiendo la asunción de responsabilidades iba dirigida a Díaz en última instancia. Pero el auténtico objetivo de caza en estos momentos, según las fuentes consultadas, es Íñigo Errejón.
El portavoz en el Congreso es el muñidor de la estrategia de Sumar que tanto recelo ha levantado por los últimos cuatro varapalos electorales (Galicia, Euskadi, Cataluña y europeas). En verdad, la espantada de Yolanda Díaz del liderazgo de su partido es consecuencia de "las dificultades" para "tirar del proyecto hacia adelante", según estas fuentes. Ahora Sumar se ha convertido en un reino de taifas que resiste en territorios y ministerios. Poco más.
El siguiente paso será una crisis en el Gobierno. Yolanda Díaz es vicepresidenta segunda en calidad de líder del socio del PSOE en Moncloa. Sin esa condición, ¿qué representa en el Consejo de Ministros más que a sí misma? La vicepresidenta abre un hueco por el que, una vez más, se colará el PSOE. En Moncloa ya se frotan las manos. Algunos ministros socialistas consultados por este diario0 admiten que la crítica ejercida desde las filas socialistas a Díaz por no tejer un liderazgo fuerte con los suyos estaba fundamentada. De manera que los socialistas se lanzarán a ocupar aún más su espacio por deserción.
No obstante, el PSOE, de puertas para fuera, se limita a decir que respeta los procesos internos de otras formaciones. Y, por eso, se parapeta en el principio de no intervención. Tan solo pide una izquierda a su izquierda fuerte y unida. Pero, a la vez, en Ferraz son plenamente conscientes de que haber devorado el espacio electoral de Sumar les pone en riesgo. Sin ese espacio no habrá más coaliciones de gobierno progresista. Pero llegados a este punto, el interés del secretario general del PSOE es engordar su partido para dejarlo en buenas condiciones para el próximo ciclo que le puede llevar a la oposición.
El control del Errejón sobre las acciones de Sumar es incontestable. Y así lo reconocen varias fuentes del partido. La vicepresidenta segunda se rodeó de un grupo cerrado que ha terminado yendo cada vez más por libre. En los programas, según las fuentes consultadas, fueron determinantes el ministro de Cultura, Ernest Urtasun; la eurodiputada María Eugenia Rodríguez Palop y el ex de Podemos y ministro de Derechos Sociales Pablo Bustinduy.
Eso sí, la estrategia comunicativa y argumentativa es cosa de tres: del gurú de discurso de Yolanda Díaz, Rodrigo Amírola, del propio Urtasun y de Errejón. El líder de Más País movió los hilos y, además, se desenvolvió mediáticamente como responsable de las medidas del Gobierno de coalición. Pero a
Errejón se quedó sin ministerio. Y eso le tiene dolido tras perder la batalla frente a Mónica García. Pero el portavoz de Sumar debe cuidarse también. Cabe recordar que el reparto de fuerzas dentro de Sumar quedó así tras el 23-J: Movimiento Sumar, el partido nave, logró 10 diputados; IU y En Comú Podem, 5 cada uno; Compromís, 2, como Más País, y Més y la Chunta Aragonesista, 1 cada uno.
La situación interna es, por tanto, una bomba de relojería que amenaza con reventar la dinámica de entendimiento. El debate forma vuelve a ponerse encima de la mesa. Un amplio sector de la izquierda lamentan que tanto Errejón como Díaz se hayan esforzado en ser una suerte de marca blanca del PSOE, aceptable para la élite.
El conflicto formal está claro. Yolanda Díaz parte de la premisa de que para construir mayorías, y sobre todo, para llegar al poder, toca mostrarse como una izquierda asumible y no confrontar en ciertos asuntos, porque son batallas perdidas de antemano que les descartan como opción transversal.
La forma en la que la izquierda a la izquierda del PSOE debe relacionarse con Ferraz es clave. Es uno de los más agrios asuntos de discusión en la galaxia de Sumar. Ya lo fue antes de que se formara el Gobierno de coalición, cuando hubo una parte importante, con Izquierda Unida a la cabeza, que quería un acuerdo programático con los socialistas y dejarles a ellos el desgaste de gobernar. Pero enfrente estuvo Pablo Iglesias, que nunca quiso despreciar la oportunidad de demostrar que la izquierda radical podía llegar a Moncloa y gobernar con sentido para transformar. Ahora, en Podemos ven la caída de Díaz como una oportunidad para volver a ser la nave nodriza de la izquierda.
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