Puigdemont y Junqueras no acudirán unidos a las urnas. Competirán como candidatos de sus respectivas formaciones en las elecciones autonómicas del 21-D. Las fuerzas separatistas no han logrado ponerse de acuerdo para armar una candidatura común y reeditar el Junts Pel Sí de hace un par de años. No han dado resultado las largas horas de negociaciones y las presiones desde muchos frentes secesionistas. El principal escollo para redondear el acuerdo imposible se localiza en la negativa de ERC a compartir cartel con Carles Puigdemont.
Los republicanos, en un momento de las conversaciones, reclamaba la cabeza de cartel para Junqueras y al menos ocupar en las listas tres puestos por cada uno del PDeCAT. ERC negocia desde la potencia que le da su papel ascendente en todos los sondeos y el perfil declinante de la antigua Convergencia. Tampoco ayudó demasiado el empeño de Puigdemont en presentar su candidatura, sin apenas consultarlo a los suyos o a sus actuales socios de Gobierno.
Oriol Junqueras se ha mostrado desde el principio refractario a reeditar la coalición que ha gobernado Cataluña los últimos años. Quiere ser 'president' y sabe que la actual situación le beneficia. En prisión desde hace cinco días, mientras Puigdemont se pasea por las calles de Bruselas, el líder de ERC ha logrado concatenar las simpatías y apoyo de buena parte de la familia secesionista.
Su única concesión a este acuerdo sería concurrir bajo un programa común, una especie de 'paraguas electoral' con la amnistía y el rechazo al 155 como nexo común. "Cada uno con sus siglas para conseguir el mejor resultado", señalaba recientemente en la prensa.
La CUP se había bajado del 'pacto del país' en la tarde del martes, y ha pospuesto al fin de semana próximo el aclarar si se presentará o no a las 'elecciones de Rajoy', como dicen en algunos ambientes secesionistas. Tan solo Pablo Iglesias y Ada Colau han llegado a un acuerdo para unir sus fuerzas de cara a esta cita electoral en Cataluña.
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