Política

Indignación en el PSOE con Micaela Navarro por romper la neutralidad habiendo sido presidenta del partido

El apoyo que recibe Susana Díaz de quien fuera hasta hace tres meses la presidenta del PSOE, Micaela Navarro, ha dejado muy mal sabor de boca en la mayoría de las federaciones socialistas.

“El presidente del partido siempre se ha distinguido por ser neutral e intentar puntos de encuentro entre todas las corrientes. Ocurrió con Ramón Rubial, también con Manuel Chaves o José Antonio Griñán, y ahora se ha roto esta tradición histórica con Micaela Navarro”, advierte uno de los parlamentarios socialistas más veteranos, dolido por la forma “tan activa e imprudente” en que la hasta hace tres meses presidenta del PSOE ha tomado partido por Susana Díaz en esta lucha fraticida que la enfrenta a Pedro Sánchez.

Micaela Navarro se enfrentó al sanchismo desde el momento en el que su líder se distanció de Susana Díaz

Antes de que este último presentara su dimisión a primeros de octubre, Navarro ya había apostado públicamente porque abandonara el cargo al anunciar que no compartía ni la hoja de ruta ni el calendario congresual planteado por el entonces secretario general. Sánchez cayó en desgracia, se formó la gestora que hoy aún preside Javier Fernández y Navarro no ha dejado de decantarse en este periodo en contra del exlíder socialista. La última ocasión que aprovechó para ello fue el pasado martes cuando los sanchistas celebraron una reunión en unas oficinas de la madrileña calle Serrano para animar a su líder a dar de nuevo un paso adelante. Navarro sentenció que esta reunión no ayudaba en nada al PSOE, criticó que se celebrara sin que se haya convocado todavía el congreso federal y censuró a quienes opinan sobre la crisis de su partido sin ser militantes, en referencia directa a la excomandante Zaida Cantera, uno de los fichajes estrella de Sánchez para su última campaña electoral.

Ruptura de una tradición

Navarro llegó al cargo de mayor responsabilidad que existe en el organigrama del Partido Socialista en el congreso celebrado en julio de 2014, de la mano del propio Sánchez y por consejo de la presidenta andaluza, en aquellos días su aliada. El recién elegido secretario general no puso reparos a esta designación, entendiendo que se trataba casi de una responsabilidad institucional y había sido tradición en el partido que la desempeñara la federación que aporta mayor número de militantes y, por tanto, más delegados a los congresos federales.

Las intervenciones de Micaela Navarro en las reuniones de la dirección durante los dos años que aguantó Sánchez al frente de una ejecutiva compuesta por 35 miembros fueron casi inexistentes y después de estos silencios internos la gran sorpresa le llegó a los sanchistas a finales de septiembre cuando 17 integrantes de la cúpula del PSOE decidieron dimitir para forzar, precisamente, la caída del secretario general. Entre estas dimisiones estaba la de la propia Micaela Navarro, algo que no solo indignó a Sánchez sino que, según fuentes próximas, le llenó también de amargura: no se esperaba que la presidenta del PSOE tomara partido por uno de los bandos y dejara al conjunto de la organización en el desamparo sin haber abierto nunca en Ferraz un debate en profundidad sobre las ventajas e inconvenientes que tenían decisiones de tanta envergadura como la de facilitar la investidura de Mariano Rajoy.

Varios de los miembros de aquella ejecutiva recuerdan que las reflexiones en las reuniones que se celebraban los lunes eran, en su mayoría, “muy artificiales”, pues ni había confianza entre sus miembros “ni tampoco una gran formación”. Más de la mitad de sus integrantes, de hecho, ni siquiera abrieron la boca en sus dos años de mandato, a pesar de que tenían sobre la mesa asuntos políticos de gran calado, sobre todo desde que las elecciones generales del 20 de diciembre y las del 26 de junio, abrieron la puerta a los socialistas para formar un posible Gobierno de coalición con Podemos o a admitir, como finalmente ocurrió bajo el mandato ya de la gestora, la continuidad de Rajoy en La Moncloa.

La expresidenta del PSOE no abrió apenas la boca en la mayoría de los debates que se libraron en la anterior ejecutiva federal

Rubial presidió el Partido Socialista durante 32 años, hasta 1999, Chaves 12, mientras que Griñán y Navarro lo hicieron dos cada uno. Esta última, actual vicepresidenta segunda del Congreso, fue consejera de Igualdad en la Junta de Andalucía durante la etapa de Chaves, responsabilidad a la que suma haber sido concejala del Ayuntamiento de Andújar, senadora por Jaén y diputada por la misma circunscripción.

 

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación
Salir de ver en versión AMP