José Luis Ábalos, exministro y ex secretario de organización del PSOE, provoca inquietud en Moncloa. Quien fuera mano derecha del presidente del Gobierno ha advertido de que va a dejar de apoyar al Ejecutivo por sistema, lo que él mismo ha calificado como "dejar de hacer seguidismo". A partir de ahora, asegura que votará en conciencia, lo que hace que la mayoría parlamentaria que sostiene a Pedro Sánchez sea aún más exigua si cabe. Fuentes con asiento en el Consejo de Ministros explican a este diario: "No tenemos ni idea de qué hará".
El PSOE asiste perplejo a la rebelión de su ex secretario de organización tras el golpe definitivo de la auditoría encargada por el ministro de Transportes, Óscar Puente, que, grosso modo, le culpa de la eclosión del caso Koldo. El exministro insinúa que el aparato socialista ha decidido enterrarle con esa auditoría para afianzar a la líder del Partido Socialista del País Valenciano (PSPV-PSOE), la titular de Ciencia y apuesta de Sánchez para liderar el partido, Diana Morant, ante un previsible resurgir del 'abalismo' en la Comunidad Valenciana.
Ábalos asegura que empezaba a contar con el apoyo de su partido, así como con la incomprensión de la mayoría por su destierro. El exministro cuenta aún con numerosos aliados en su federación, en la que ha militado durante décadas, aunque la mayoría de sus fieles sobreviven aglutinados en otras corrientes. El entorno del ministro Puente, no obstante, se lava las manos y desecha la teoría de la venganza política.
Cabe recordar que hasta ahora, el exministro ha votado alineado con sus excompañeros en todas las cuestiones trascendentes para los socialistas: desde la amnistía hasta la renovación del Poder Judicial. Es más, hasta apoyó la toma en consideración de la iniciativa para sancionar a los clientes de la prostitución y a los proxenetas. Y eso que no lo veía con buenos ojos por ser un "tema de moralidad". Pero ahora todo puede cambiar. La aldea 'ábala' no se parece dispuesta a rendirse.
Sobre el papel, debería ser el ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, quien intente tender algún puente con su todavía compañero para garantizar que la rebelión del otrora todopoderoso escudero de Sánchez no pone más obstáculos a una legislatura en aparente vía muerta tras la firma del pacto fiscal suscrito entre Moncloa y ERC para sacar a Cataluña del sistema común de financiación y otorgar a la Generalitat la gestión total de todos los impuestos. Y, al que Ábalos, ojo, piensa boicotear con una llamada a la sublevación de los diputados del PSOE.
Pero la relación entre Bolaños y Ábalos no es buena, precisamente. El ministro de Justicia se sentó en el Consejo de Ministros tras la crisis de gabinete por la que salió Ábalos. Las impresiones que se llevó el político valenciano de Bolaños no fueron muy buenas, según fuentes conocedoras de los entresijos de la maquinaria monclovita en tiempos de Sánchez. "A Ábalos, Bolaños le parecía un oportunista en la sombra, dispuesto a esperar su momento para alcanzar la primera línea y ganar exposición mediática", explican estas fuentes. El hoy titular de Justicia llegó al Ejecutivo como secretario general de Presidencia, donde se convirtió en el hombre fuerte del presidente para las negociaciones más difíciles.
En cualquier caso, la advertencia de Ábalos debería ser tomada en serio en Moncloa. La mayoría parlamentaria del Ejecutivo pende de un hilo. Un solo voto podría tumbar cualquier proyecto. La relación entre el PSOE y Ábalos se ha deteriorado enormemente desde el estallido del caso Koldo. Especialmente desde que el partido, supuestamente por error, difundió sus datos personales cuando notificó a la prensa su expediente de expulsión.
Ábalos denunció a Santos Cerdán por ello ante el comité federal de ética y garantías. Y está a la espera de que ese mismo órgano resuelva las alegaciones a su expulsión, que Ferraz remitió pocos días después de que fuera defenestrado públicamente tras un comité federal que le pidió la renuncia al escaño para asumir responsabilidades políticas.
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