Pablo Iglesias e Irene Montero quieren mantener las distancias ahora que Podemos ha entrado en el Gobierno. Es sobre todo la ministra de Igualdad quien ha valorado oportuno que los dos dirigentes de Podemos, pareja con tres hijos, no estén juntos en muchos actos públicos. Ambos comparten la misma área de actuación, la social, pero Montero no quiere que se le asocie a Iglesias y aspira a destacar por su labor de forma autónoma.
El grueso de las manifestaciones públicas de Podemos están organizadas con antelación. Es por ello que en los últimos días se ha asistido desde el Ministerio de Igualdad a una especie de sobreactuación mediática, con vídeos (como el polémico cumpleaños de la ministra), mensajes en redes sociales y declaraciones que en algunos casos no han sido recibidos con entusiasmo ni siquiera entre las filas moradas.
El problema, según explican fuentes del Ministerio de Igualdad, es que por competencias y sobe todo dinero, el departamento liderado por Montero es débil. Corresponde a lo que en el anterior Gobierno de Mariano Rajoy era una secretaría de Estado, pero que Montero quiere aprovechar para lanzar su figura de ministra.
Iglesias y Montero tienen cada uno cinco escoltas y dos chóferes oficiales. Conviven en un chalet en Galapagar, a 30 kilómetros de Madrid, pero quieren que su vida laboral sea diferenciada. “Está estudiado”, afirman fuentes de Podemos para explicar por qué hasta ahora Iglesias y Montero no coinciden en las reuniones y hasta llegan al Consejo de Ministros en momentos diferentes.
Polémica controlada
Fuentes de Podemos aseguran que Montero “no quiere que se le vea como la mujer de”. La nueva ministra de Igualdad pretende destacar con su trabajo, y de ahí que esté buscando tener visibilidad, por ejemplo ante la irrupción de Yolanda Díaz, la nueva ministra de Trabajo, que está emergiendo como la principal cabeza visible del equipo de gobierno de Podemos.
“Yolanda está logrando incluso elogios en la prensa conservadora”, señalan fuentes del partido morado, que aseguran que también Irene Montero está intentando “generar titulares”. Protagonizó una polémica con Carmen Calvo y el ministro de Justicia Juan Carlos Campo por los retrasos del PSOE (según la versión de Podemos) en la aplicación de la ley de garantía integral de la libertad sexual, también conocida como ley del ‘solo sí es sí’, que finalmente llegará al Consejo de Ministros del próximo 3 de marzo.
En esa operación de polémica controlada, Montero tuvo el apoyo de Iglesias y de todo el equipo de Unidas Podemos. Aunque también hubo críticos en el partido, que consideraron que era demasiado pronto para activar una primera crisis. Iglesias se dio cuenta de ello. De hecho, Pablo Echenique tuvo que apagar las llamas de la polémica el pasado viernes en un briefing con un selecto grupo de periodistas.
La última polémica que ha envuelto la actividad de Montero atañe a sus declaraciones sobre las denuncias machistas y la actuación de los cuerpos de seguridad. La ministra dijo que cuando una mujer víctima de un delito sexual denuncia los policías le preguntan "si iba vestida con minifalda". Pero las asociaciones y sindicatos policiales han instado al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, a corregir a Montero.
También en ese caso, algunos en el partido morado han torcido el gesto. Y empieza a difundirse la idea de que el equipo elegido por Montero para su ministerio debe mejorarse. Aun así, todos saben que en lo político la ministra tiene el apoyo del secretario general, y que en la relación con Pedro Sánchez el líder morado ha blindado la coalición. Esa “sintonía” parece inquebrantable. Al menos de momento.
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