Álvaro y Alberto. Los hermanos Nadal. Y sus respectivas, Teresa Lizaranzu y Eva Valle. La doble pareja con más poder político concentrado en nuestra joven democracia. Un ministro, un secretario de Estado, la jefa económica de Presidencia y la embajadora de España en la Unesco. En el PP, este viernes, al conocerse los últimos nombramientos, ‘alucinaban’. ¿Pero qué tienen estos Nadal? ¿Qué hay detrás de su irresistible ascensión al vértice del poder?
La explicación automática y sin matices es sencilla y, quizás por ello, demasiado esquemática. Pierde De Guindos y gana Soraya. El ministro de Economía, que apostó fuerte por conseguir la vicepresidencia económica, pegó el patinazo del siglo en el 'caso Soria'. “A Rajoy hay que contarle las verdades. Odia las medias tintas. Luego ya verá él cómo las maneja”, explicaba un viejo dirigente del PP. De Guindos gestionó pésimamente el escándalo y le ha pasado factura. Los Nadal se han hecho con el control de ‘casi todo lo importante en el ámbito económico del Gobierno. O una parte vital, al menos. A la sombra de la vicepresidenta, naturalmente. Y de Montoro, cuyo ‘obituario’ político fue prematuro.
Historia de dos chicos aplicados
Álvaro y Alberto, 46 años, gemelos, uno zurdo, el otro, no. Hijos de un ingeniero aeronaútico y de ama de casa. Barrio del Parque de las Avenidas, en Madrid, famoso por el Rowland, el mítico bar donde nacieron los ‘Hombres G’. Hay quien les define como el paradigma de los ‘enarcas’ españoles, los técnicos franceses criados en la Escuela Nacional de Administración, mítico vivero de ministros y presidentes. “Una barbaridad”, apunta un conocido empresario español. “Hay una diferencia notable. Los Nadal son dos muchachos aplicados, muy estudiosos, que se formaron en el Icade, superaron brillantemente sus oposiciones a economistas del Estado, anduvieron por Harvard y Washington y se han deslizado astutamente en nuestro provinciano mundo de la política”, añaden.
El nuevo Gobierno de Rajoy ha encumbrado a los Nadal y a sus esposas hasta convertirlos en parte fundamental del ‘núcleo duro’ del poder. El nuevo ministro deja en su puesto a su cuñada mientras el esposo de ésta es nombrado ‘número dos’ en otra cartera. El juego de ‘go’, las piedrecitas chinas. Sutil movimiento de piezas para ocupar puestos y avanzar en la ofensiva.
Álvaro es el melómano. Alberto se dejó barba y monta a caballo. En tiempos eran simpáticos. Ambos hacían esgrima en sus años de universidad. Cada uno tiene dos hijos. Se afiliaron a Nuevas Generaciones a los 18 y ya no han parado en su ascenso. Conocen muy bien la cúpula del partido y los entresijos de los despachos donde se manejan los hilos y se toman las decisiones. Álvaro estuvo como asesor en Washington y fue diputado por Albacete, merced a Dolores Cospedal, y por Madrid. Alberto trabajó con Cañete, con Elvira Rodríguez y con Montoro. Se emplearon muy a fondo en la oposición, en los tiempos complicados del zapaterismo, con un PP átono, un Rajoy discutido y una España perpleja.
“Álvaro acompañaba a Soraya cuando venía algún periodista a Génova. Gran conversador, amable y eficaz”, comentan un habitual de la sede del PP. Conoció a su esposa, Teresa Lizaranzu, en una reunión el Ecofin, en Helsinki. Coincidieron dos años en la embajada española en Israel. Ahora les separan tres horas de vuelo a París, donde ella ejerce en la Unesco. Escaladores natos, excelentemente formados, los dos hermanos tenían madera de ministro, según comenta esta fuente. Álvaro se hizo imprescindible en los largos años de jefe de la Oficina Económica de Moncloa. “Sólo Moragas hablaba más que él con Rajoy”. Se convirtió en una especie de asesor fundamental en los tiempos ariscos del rescate, cuando hasta De Guindos quería rendir la espada. Tenía poder y capacidad de decisión. Se enfrentaba a los ministros y a algunos los ponía firmes. Preparaba con Moragas los viajes de Rajoy a la UE, donde conocían a todo el mundo. “Casi todo pasaba por él. Firme en la negociación, tiene el estigma del opositor. Piensa que el Estado es quien manda y punto”, comenta un conocido empresario.
Recién encaramado al frente de la cartera de Energía, Turismo y la Agenda Digital, va a tener a la mitad del mundo industrial español pendiente de sus decisiones. Incluido, el sector de los medios y los grupos de Comunicación, un nicho clave que hasta ahora pastoreaba la vicepresidenta Sáenz de Santamaría con réditos importantes para su imagen pública.
La operación fallida
Energía era precisamente la cartera destinada a su hermano, Alberto, quien intentó el salto al Banco Mundial en la operación fallida de José Manuel Soria. Durante estos últimos años ha sido Alberto quien lidió, desde la secretaría de Estado, con el déficit de Tarifa, las primas a las renovables y otros vericuetos inextricables del panorama energético. Cristóbal Montoro, que lo tiene en enorme estima, le ha rescatado para su departamento y le ha colocado al frente del Presupuestos y Gasto Público, una encomienda bifronte: de un lado Bruselas y de otro, las Comunidades autonómicas. Y, por supuesto, la Administración central.
“Ni uno ni otro son liberales, aunque parezcan chicos modernos de derechas. Sólo son sensibles al ámbito de lo público, defienden el mundo del funcionario. Son como Montoro, o como la propia Sáenz de Santamaría”, señala un experimentado funcionario del departamento. “La brigada de los brillantes opositores se han hecho con el control del aparato del Estado”.
Se suma a este asalto al poder de los Nadal el nombramiento de Eva Valle, 42 años, también economista del Estado y hasta ahora 'número dos’ de la Oficina que comandaba su cuñado. Esposa de Alberto Nadal, conoce a la perfección las tripas de la Presidencia ya que marcaba la agenda del Consejo de ministros y preparaba la Comisión Delegada para Asuntos Económicos que, oficialmente, sigue presidiendo Mariano Rajoy.
En el partido, al margen de los despachos de Madrid, apenas se les conoce
Completa el cuarteto Teresa Lizaranzu, la esposa de Álvaro, 47 años, diplomática. Ha pasado por destinos tan diversos como el Congo, Berlín o Jerusalén, donde coincidió con su esposo, hasta regresar a Madrid, donde fue nombrada Directora General del Libro y hace un año consiguió ser promocionada a la legación española de la Unesco en París.
No son el cuarteto de Alejandría, pero la doble pareja de los Nadal ha logrado hacer cima en el aparato de la Administración en forma sutil y casi silenciosa. Energía, Presupuestos, Gasto, Medios de comunicación, Turismo, sala de máquinas del Consejo de Ministros. La irresistible ascensión de los Nadal va un poco más allá del padrinazgo ostensible y palpable de Sáenz de Santamaría. En el partido, al margen de los despachos de Madrid, apenas se les conoce. Son técnicos del Gobierno que han brujuleado, conspirado, sudado, trabajado y promocionado en el dédalo de los despachos oficiales y los cargos públicos.
Apenas conocen lo que es pagar una nómina, crear un negocio, contratar a un empleado fuera de la órbita del presupuesto oficial. Los Nadal forman parte del sector firme, riguroso e intransigente en un Gobierno donde también se alinean o se han reclutado a algunos fichajes negociadores y flexibles, como Báñez, Zoido, De la Serna. Si la fórmula funciona, Rajoy habrá acertado. Si se atasca, la preguntará volverá a flotar por los pasillos de Génova: “¿Pero quién narices son estos Nadal que ahora mandan tanto?”.
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