"Me voy para no permitir que el ruido de esta jauría parta el proyecto de Sánchez". La frase la pronunció Máxim Huerta el día de su dimisión como ministro de Cultura y Deprortes. El periodista llevaba a apenas una semana en el cargo. Huerta quiso referirse a los medios que informaban de cómo defraudó 256.778 euros a Hacienda entre 2006 y 2008. Menos de dos meses después de la salida de Huerta, la ministra de Sanidad, Carmen Montón, ha presentado su dimisión por supuestas irregularidades en un máster de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha perdido dos ministros en apenas 100 días en el cargo. No hay precedentes en la histórica democrática de España de un Consejo de Ministros tan inestable. Pero tampoco nadie había ganado una moción de censura, ni nadie había tratado de gobernar con 84 diputados como segunda fuerza política. La caída de Montón es también prueba de esa debilidad.
Pero políticamente, sobre todo políticamente, hay una abismo entre las dimisiones de Huerta y Montón. El periodista era un outsider, un golpe de efecto de Sánchez en sus primeros días de mandato. Montón es una de las suyas, una sanchista convencida que dio la cara por el hoy presidente en sus peores momentos.
Montón fue una de las dirigentes de la Ejecutiva socialista de Sánchez que se negó a dimitir en septiembre del 2016, cuando 17 integrantes de la dirección del PSOE presentaron su dimisión. Los estatutos del PSOE decían que en caso de dimisión de la mitad de la Ejecutiva, el secretario general se tiene que marchar. Pero Sánchez se atrincheró en Ferraz. El argumento que utilizó el pedrismo entonces es que hacían falta 18 dimisiones, porque se contaba a Pedro Zerolo -ya fallecido- como parte de la Ejecutiva.
Montón era consejera de Sanidad del Gobierno de Ximo Puig y siempre se había mostrado como una persona discreta y afín a su secretario general. Cuando los partidarios de Sánchez empezaron a argumentar que faltaba una dimisión, se dice que Puig presionó a Montón para que diera el paso. "Tienes un futuro brillante. No lo estropees", le dijeron. Ella se negó.
Esa lealtad le valió la cartera de Sanidad, que ha perdido este martes por un máster que cursó hace diez años.
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