La política tiene una especial habilidad para colarse en fiestas donde no se le espera. O donde no debería tener un papel protagonista. Los abogados de los independentistas no han escatimado esfuerzos durante las tres primeras sesiones del juicio del 'procés' para intentar 'mandelizar' la causa que analiza el Tribunal Supremo. Es decir, para tratar de hacer ver que el proceso es consecuencia de una persecución ideológica del Estado contra los soberanistas. Hasta aquí, nada que no estuviera escrito en el guión desde hace meses ni que sorpresa especialmente. Más llamativo resulta el encontronazo que han mantenido el PP y Vox por un tema que podría definirse como de 'celos profesionales'. Y es que mientras la formación liderada por Santiago Abascal se ha colado en el Alto Tribunal, como parte de la acusación popular, el PP se ha quedado a las puertas, lo que añade otro componente político al procedimiento.
Batalla entre PP y Vox
La tensión entre ambas formaciones ha aflorado como lo hacen los conflictos entre adolescentes: a calzón quitado y sin una especial derroche de materia gris. Los populares subían hace unas horas a las redes sociales una imagen en la que se veía a varios de los acusados; y que estaba encabezada por la siguiente frase: “Si están ahí sentados es porque había un gobierno del PP”. Abascal, al parecer, herido en su orgullo, contestaba de forma rotunda unas horas después: “Lo que entonces era un pequeño partido (Vox en octubre de 2017) tuvo que iniciar y liderar la acción judicial contra el golpe (de Estado) porque el cobarde del gobierno de Rajoy no hacía nada”.
Abascal acompañaba este martes a la puerta del tribunal a los dos abogados de su partido, Javier Ortega-Smith y Pedro Fernández, sus dos 'perros de presa' en el procedimiento; y cada uno con su personalidad. El segundo tiene un perfil más bajo y reflexivo que el primero, que es un antiguo boina verde y karateca que saltó a la fama cuando cruzó a nado el estrecho de Gibraltar para colocar allí la rojigualda. “Lo que más pena me dio fue dejar allí la bandera”, dijo después, en una frase de una profundidad similar a la que se decía en Acorralado II (Rambo): “todo lo que quiere cualquier persona que luchó en Vietnam es que nuestra patria nos ame tanto como nosotros la amamos”.
El primero de la tarde, descafeinado
El caso es que la primera intervención de la acusación popular la ha realizado Pedro Fernández y se puede decir que ha sido corta y taimada. Eso sí, el letrado ha aprovechado la ocasión para cuestionar el que los acusados -y lo ha hecho Jordi Sánchez- porten en la solapa lazos amarillos. El tiempo dirá cuántos votantes del PP deciden enrolarse en las filas de Vox por cada una de las afirmaciones y preguntas que realicen Fernández y Ortega-Smith en el juicio. En estos tiempos, en los que la sensibilidad con Cataluña está tan a flor de piel, no resulta osado pensar que el votante conservador desencantado encontrará un argumento para apoyar a Santiago Abascal por cada uno de los 700 años de cárcel que pide para los líderes del procés.
El votante conservador desencantado encontrará un argumento para apoyar a Santiago Abascal por cada uno de los 700 años de cárcel que pide para los líderes del procés.
Vox se ha beneficiado del más conocido principio de la teoría del caos, que afirma que si una mariposa aletea en Brasil, bien podría desencadenar un tornado en Texas. El independentismo provocó un fuego en Cataluña y Vox se ha comprometido a apagarlo desde Andalucía, con sus ya típicas y (involuntariamente) caricaturescas referencias a la Reconquista. A lo que considera puramente español. La acción contra España la iniciaron los independentistas y la reacción la protagoniza Abascal, que atribuye inacción a la "derechita cobarde" y la "izquierda traidora". Esos son los argumentos de la derecha radical y las aguas en las que se mueve.
Su abogado recurría este miércoles a una frase de Montesquieu para adornar su exposición: "Mi libertad es el derecho de hacer lo que las leyes me permiten". Hace unas horas, en las proximidades del Tribunal Supremo se podía ver a una señora, independentista, que portaba un cartel con una reflexión de Thomas Jefferson: “Cuando la injusticia se convierte en ley, la rebelión es un deber”. El orden y el relativismo suelen chocar con frecuencia y, muchas veces, de forma involuntaria. Inconscientemente, ésta ha sido una de ellas. Y, pese a la prudencia exhibida por Pedro Fernández en su primera intervención (el fiscal Javier Zaragoza ha sido bastante más expeditivo), las colisiones entre ambas partes llegarán tarde o temprano a la sala.
Y, bueno, la escaramuza entre el PP y Vox tiene una explicación mucho más prosaica: uno no quiere perder lo que el otro tiene la posibilidad de ganar. Pura supervivencia. La pregunta es cuál de las partes tiene ahora ventaja con respecto a la otra.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación