Los principales partidos catalanes operan desde hace meses en clave electoral y dentro del bloque soberanista se han empezado ya a analizar las posibles alianzas que permitirían un resultado favorable a la continuidad del proceso secesionista. La opción que defiende el equipo de confianza del expresidente de la Generalitat, Artur Mas, es volver a repetir la coalición con Esquerra Republicana en Juntos por el Sí, pero hay pocas probabilidades de que esto suceda si Mas o el candidato que proponga el Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT) aspira a encabezar de nuevo la candidatura electoral.
Sin coaligarse de nuevo con ERC, la antigua Convergencia no podría disfrazar su previsible descenso electoral
Fuentes de Esquerra son claras: “el candidato será sí o sí Oriol Junqueras”. Ello quiere decir que si la antigua Convergencia insiste en disfrazar su debilidad concurriendo en coalición con ERC, ni Mas ni otro que decida su partido para sustituirle, podrá ser cabeza de lista en ella y tendrá que resignarse a ir como número dos.
En las últimas elecciones autonómicas, celebradas en 2015, Juntos por el Sí obtuvo el 39% de los votos y se quedó a seis escaños de la mayoría absoluta. Tres años antes, CiU fue por separado y aventajó a ERC en 29 escaños. El desgaste de la antigua Convergencia empezó a percibirse con claridad en las legislativas del 20D, cuando En Comù Podem se aupó a la primera posición política en la comunidad, trofeo que repitió en las generales celebradas el pasado 26 de junio.
Desde entonces, todos los sondeos reflejan que si el PDeCAT y Esquerra concurrieran por separado a las urnas, el partido de Mas perdería claramente su hegemonía quedando relegado a la tercera, cuarta e, incluso, quinta posición, dependiendo de la encuesta. La última de ellas, conocida en enero, daba a los republicanos 37 escaños en el Parlamento autonómico, frente a los 27 de la formación que hizo a Carles Puigdemont presidente de la Generalitat hace poco más de un año.
Lavado de imagen
En ERC y también en el PSC se comparte la visión de que Mas está inmerso en una campaña de lavado de imagen personal para intentar contrarrestar los efectos devastadores para él y su formación política que derivan de los procesos judiciales en curso. El del ‘caso Palau’, recién iniciado, acabará confirmando, según fuentes nacionalistas, que el Palacio de la Música sirvió de cauce para financiar el proyecto soberanista de Mas mediante un procedimiento relativamente sencillo: las empresas que le entregaban dinero tenían garantizados contratos con la Generalitat a través de adjudicaciones que llevaban también aparejado el cobro de comisiones de entre el 3 y el 4%.
Neus Munté es la mejor colocada para liderar el proceso soberanista en caso de que Mas sea inhabilitado
En las filas del PDeCAT se ve improbable que Mas tenga posibilidades de repetir como candidato ni, mucho menos, de encabezar una lista electoral, incluso en el supuesto de que no fuera inhabilitado por el Supremo en la sentencia pendiente por la celebración del referéndum del 9N. Teniendo en cuenta también que Carles Puigdemont ha descartado cualquier aspiración a volver a ser presidente de la Generalitat, cabe concluir, según fuentes de su formación, que ésta se encuentra literalmente descabezada, sumida en un mar de conspiraciones del que puede emerger como lideresa la actual portavoz del Gobierno autonómico, Neus Munté, la mejor situada para representar a su partido en las próximas autonómicas. El exconsejero de Fomento, ahora de Cultura, Santi Vila, sería otra posibilidad, pero se considera demasiado moderado por quienes dentro de la antigua Convergencia no quieren soltar el acelerador independentista en la próxima legislatura catalana.
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