Los socios del PSOE no las tienen todas. La desconfianza en Pedro Sánchez, tras varios incumplimientos, va en aumento. Y tanto en Junts como en ERC, los dos partidos catalanes que sustentan la coalición de Gobierno, empiezan a temer que el presidente aproveche "el caos" que ha provocado la DANA en Valencia para pulsar el botón del adelanto electoral. Sánchez, dicen, está "en sus cálculos políticos". Un adelanto conllevaría dejar en suspense el concierto económico pactado entre los socialistas y ERC a cambio de la investidura de Salvador Illa y que, cuatro meses después, todavía no se ha concretado en el Congreso.
Fuentes de ambos partidos consultadas por este periódico admiten que "es posible que avance las elecciones si ve que le va a ir bien, es muy de su forma de actuar". Y reconocen que "no sería un buen escenario para nosotros". En primer lugar, explican, por la incapacidad de materializar los acuerdos que alcanzaron con el PSOE tanto para la investidura de Francina Armengol, como del propio Sánchez y posteriormente de Illa. Pero también por la posibilidad de dejar de tener influencia en el Palacio de la Moncloa. Ahora los siete votos de cada partido son imprescindibles en cualquier votación.
La posibilidad de que el Gobierno no logre aprobar los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para el año 2025, una opción que cada vez parece más factible, por las discrepancias entre los propios socios, abona esa tesis tanto de Junts como de ERC. La del adelanto electoral. Y motivos para ello, por mucho que Sánchez repita a menudo que agotará el mandato, que finaliza en 2027, tienen. Pues en Moncloa hace varias semanas que hay un tráfico de trackings más elevado de lo que es habitual. El equipo de estrategas analiza todos los escenarios. También el de ir a las urnas.
Cumplimiento de los acuerdos
El cupo catalán, o financiación singular -según el PSOE-, es una de las concesiones de Pedro Sánchez al independentismo que siguen sin materializarse. Como la oficialidad del catalán en la Unión Europea. Pero en el caso del concierto económico, la contrapartida que exigió ERC a los socialistas para investir a Salvador Illa presidente de la Generalitat, es imprescindible una modificación de la Ley Orgánica de Financiación Autonómica (LOFCA) que tienen que ser aprobada en las Cortes.
Avisos de Junts y ERC
En las últimas semanas, Junts y ERC han dado diferentes avisos al Gobierno de que sus votos no están 100% garantizados. Los de Carles Puigdemont han tumbado en una ocasión la senda de déficit, el paso previo a la elaboración de los Presupuestos, y obligaron una segunda vez a que el Ejecutivo retirase del orden del día la votación al saber que no tenían los votos necesarios para sacarlo adelante. Esto último lo tuvieron que repetir en dos ocasiones, en este caso con la Comisión de Hacienda del Congreso, que debía aprobar una reforma fiscal, ya que ERC amenazó a la ministra María Jesús Montero con tumbar todas las medidas.
En el PSOE admiten que estos choques entre los propios socios causan desazón. En el grupo parlamentario socialista hay quien se pregunta si "¿vale la pena gobernar así?". Pero la frase que más se repite, en un partido sumido en el desánimo, que a finales de mes actualizará su cuerpo ideológico en el 41 Congreso Federal de Sevilla, es que "esto no funciona". Que depender de tantos partidos tan distintos entre sí, sobre todo en cuestiones como la fiscal y la económica, es "un suplicio".
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