La segunda votación de investidura de Pedro Sánchez acabó con abrazos y una atronadora salva de aplausos desde las bancadas de la nueva coalición de izquierdas que forman PSOE y Podemos. El recuento no deparó sorpresas y la tensión de los últimos días dejó imágenes para el recuerdo como las lágrimas de Pablo Iglesias cuando se vaciaba el hemiciclo.
El palco de autoridades contó esta vez con la asistencia de presidentes autonómicos y barones del PSOE como el valenciano Ximo Puig, la navarra María Chivite, el canario Ángel Víctor Torres Barbón o la riojana Concha Andreu, pero faltaron a los que más les escuece el pacto de Pedro Sánchez con Podemos y las fuerzas independentistas, caso del aragonés Javier Lambán o el castellano-manchego Emiliano García-Page.
Curiosamente, Miquel Iceta y Susana Díaz se sentaron juntos, en una imagen difícil de ver, pero apenas se cruzaron confidencias antes del inicio del debate. También causó sorpresa la presencia de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y del ministro in pectore de Universidades, Manuel Castells, quien debe a la primera el sillón en el Consejo de Ministros.
Tanto Jaume Asens, cara visible de los comunes, como la propia Colau insistieron antes de que Meritxell Batet abriese la sesión que el indulto de los políticos condenados por el Supremo será analizado por el nuevo Ejecutivo. "Cuando se constituya el Gobierno habrá que abordar el indulto”, apuntó Asens en el diario catalán El Critic. Y Colau secundó en la radio Rac1: "Siempre hemos hablado de indulto porque creemos que es una de las vías más factibles. Es una forma eficaz y rápida de desjudicializar la política".
"Clima tóxico"
Otras caras ilustres en los asientos de invitados fueron los socialistas Ángel Gabilondo y 'Pepu' Hernández, ambos con posibilidades de entrar en el Ejecutivo. El primero podría ser elegido para Defensor del Pueblo, mientras que el segundo apunta a la Secretaría de Estado de Deportes en este año 2020 olímpico. Rocío Monasterio (Vox) quedó ubicada junto a Manuel Cruz, uno de los 'ministrables', pero más sorprendente fue ver al exdiputado Juan José Cortés en uno de las sillas del palco de prensa.
El debate lo inició Pedro Sánchez con un llamamiento a terminar con el "clima tóxico" que a su juicio se está extendiendo en la política española, al tiempo que ofreció a los grupos del Congreso buscar mecanismos para evitar en el futuro que una "mayoría de bloqueo" dificulte la formación del Gobierno, como viene ocurriendo de modo "inadmisible" desde 2016. Su cita a Manuel Azaña, presidente de la Segunda República, revolvió a la bancada popular en lo que, a la postre, sería el resurgir de las dos Españas durante el debate.
Pablo Casado subió tras al atril para hacer una defensa cerrada del rey Felipe VI -"máxima autoridad del Estado y símbolo de la continuidad histórica de España"- y de las víctimas del terrorismo "ultrajadas" por Bildu, momento en el que recibió los aplausos de Vox y Ciudadanos.
También acusó a Sánchez de presentar un "engaño masivo" a los españoles con el Gobierno "ultra" que va a conformar con Podemos y el apoyo de los independentistas, se quejó de la "España naftalinada" a la que se dirige el PSOE gobernando "para la mitad del país" y contraatacó con otra frase del presidente de la República. "Azaña también decía que tolero que ataquen la República, pero nunca les toleraré que ataquen a España".
Santiago Abascal (Vox) arremetió contra el Gobierno "ilegítimo" que presidirá Sánchez, tras asegurar que es fruto de "la mentira y la traición" al contar, sobre todo, con "el beneplácito" de la organización terrorista ETA. Unas palabras que llevaron a la diputada Noelia Vera (Podemos), en un estado avanzado de gestación, a llevarse las manos a la tripa para 'calmar' a su bebé. Luego se levantaría de su escaño para pedir a la bancada verde que hiperventilase como ella.
Los miembros del Grupo Plural bajaron los decibelios con sus intervenciones. Laura Borràs (JxCat) mandó ánimos a Aina Vidal, la diputada de En Comù que no pudo venir a la primera votación tras la aparición de un agresivo cáncer, y logró el aplauso de toda la Cámara. Fue el único momento de concordia en el hemiciclo.
Íñigo Errejón aprovechó su estreno como líder de Más País para reconciliarse con Pablo Iglesias -"Enhorabuena por el acuerdo y muchas gracias Pablo", le dijo- y buena parte de la bancada morada, empezando por Pablo Echenique, con el que se abrazó tras los duros intercambios de reproches de hace unos meses cuando el primero abandonó Podemos.
"No somos terroristas ni traidores"
Joan Baldoví (Compromís) aparcó la tila del sábado para recetar "educación" al PP, "la que se se da en las escuelas, en las que se enseña a ganar y a perder". La siguiente en tomar la palabra fue Ana Oramas, la única diputada que ha cambiado de voto en el transcurso del debate y que pidió disculpas a Coalición Canaria por pasar de la abstención al 'no'. "Ni somos tránsfugas, ni vendepatrias, ni terroristas ni traidores", señaló en el discurso más conciliador de todos, pero que cayó en saco roto. La diputada canaria se fue a su escaño cabizbaja, en completa soledad y sin ningún aplauso.
José María Mazón (PRC) se mantuvo en el 'no' a Sánchez con la advertencia de que la legislatura "durará lo que quiera ERC" y Tomás Guitarte (Teruel Existe) siguió en el 'sí' porque así lo ha decidido la agrupación de electores que representa. El voto más disputado señaló al candidato socialista que la población turolense no admitirá una "segunda frustración" tras las promesas incumplidas en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero.
Tras ello, fue el turno de ERC, que prefirió que fuese la diputada Carme Bassa, hermana de la ex consejera Dolors Bassa, condenada a 12 años de prisión por el referéndum ilegal del 1-O, quien tomase la palabra para defender la abstención de ERC. Por momentos, dio la sensación que se iba a ir al 'no' porque tuvo un durísimo discurso contra el PSOE, al que acusó de ser también "verdugo" de la situación en la que se encuentran los políticos presos en cárceles catalanas.
La guinda fue cuando reconoció que le importa "un comino la gobernabilidad" del país. Tras nombrar a los líderes independentistas que cumplen condena, Bassa responsabilizó directamente de esta situación al PSOE: "Si ellos están en la cárcel, es porque ustedes quieren que estén allí", les dijo mientras Sánchez negaba con la cabeza y decía "No es cierto" en voz baja. Desde los escaños del PP y Vox los ánimos estaban más caldeados y se lanzaban vivas a la Guardia Civil y la Policía entremezclados con gritos de "golpistas".
Arrimadas pide valientes en el PSOE
Inés Arrimadas (Ciudadanos) volvió a preguntar a los diputados del PSOE si había entre ellos algún valiente como la canaria Oramas e inflamó a la bancada socialista. El diputado José Antonio Rodríguez Sala, conocido por su pasado como regidor de Jun (Granada) le mostró un ejemplar de 'Manuel de resistencia', el libro de Sánchez.
El final del debate lo protagonizó Oskar Matute (Bildu) con un alegato rupturista -"Nuestros sueños no caben en vuestras leyes"- y la retórica batasuna de tiempos pasados: "Ni nos vencieron ni nos domesticarán", advirtió "a los hooligans de las bancadas ultras". En realidad sólo estaban los representantes del PP y Cs, pues los de Vox abandonaron el hemiciclo al inicio de su intervención.
Adriana Lastra (PSOE) censuró las "prácticas de matonismo" que se han empleado en las últimas horas contra los 167 diputados "valientes y muy dignos", antes de que se le entrecortase la voz: "Gracias por no haber perdido la fuerza", le dijó a Sánchez. Tras ese momento emotivo, Batet no permitió un receso de varios minutos para ir al baño -como sí hizo el sábado- y dio paso directamente a la votación. En juego estaba la investidura de Sánchez.
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