El terremoto que ha acabado con la anterior cúpula de la Guardia Civil echa leña al fuego a la tirante relación entre Interior y Defensa. Fernando Grande-Marlaska y Margarita Robles han mantenido diferencias de criterios en decisiones clave, especialmente desde que ambos fueran ratificados en sus cargos tras las últimas elecciones generales: por nombramientos en puestos de responsabilidad y la gestión de la pandemia del coronavirus, entre otros. Un escenario que ha terminado por estallar con motivo de la crisis que ha sacudido al Instituto Armado en las últimas jornadas.
De cara al público, Robles tira de cintura y evita respaldar la gestión de su homólogo en Interior. En una entrevista en Onda Cero, la ministra esquivaba las preguntas que le dirigían en este sentido: "No opino, no me corresponde, son de otro compañero". Manifestaba "prudencia" frente a "aquello que no se conoce".
Pero la crisis que azuza al titular de Interior ha tenido consecuencias directas en Defensa. Robles ha tenido que refrendar los ascensos 'exprés' de dos generales de brigada a tenientes generales para ocupar los puestos de mayor responsabilidad en el Instituto Armado, ya que Marlaska se saltó el escalafón para estos nombramientos. Además, la titular de Defensa recibió en reunión privada al teniente general Laurentino Ceña tras presentar su dimisión como Director Adjunto Operativo y escuchó sus inquietudes sobre los últimos acontecimientos que se han vivido en el cuerpo.
De los nombramientos al coronavirus
Son varios los episodios que marcan las diferencias entre los máximos responsables de ambos departamentos. Uno de los más notorios -y que tiene sus implicaciones directas en lo que está ocurriendo estos días- fue la designación de María Gámez como directora de la Guardia Civil. Pese a ser una decisión que tenía que acordarse entre las dos carteras, Marlaska impuso su criterio frente a otras opciones que manejaba Robles. La discrepancia se plasmó en una fotografía inédita: la ministra de Defensa no asistió a la toma de posesión de la nueva directora de la Guardia Civil.
También ha habido confrontación de opiniones durante la pandemia del coronavirus. Marlaska y Robles constituían, junto a Salvador Illa y José Luis Ábalos, el núcleo duro en la gestión del Gobierno. Fuentes del Ejecutivo señalan que la ministra de Defensa ha tenido más de un encontronazo con La Moncloa por sus constantes intervenciones en defensa del Ejército, que no gustaron ni a Podemos, ni a los socios independentistas del PSOE.
Robles pasó de un protagonismo mediático muy significativo en las primeras semanas del estado de alarma a un repliegue casi total en los medios desde el discurso que pronunció en la clausura de la morgue del Palacio de Hielo de Madrid. Caso muy diferente ha sido el de Marlaska, que se ha mantenido siempre alineado con la estrategia de Sánchez. Interior alentó la teoría de la campaña organizada de fake news en contra del Gobierno y sacó a los uniformados de las ruedas de prensa del mando único en cuanto la presión de los aliados de Sánchez se hizo insoportable.
Las diferencias entre los dos ministerios se hizo patente al no ser capaces de desarrollar un plan conjunto de patrullas mixtas, anunciadas primero por Pedro Sánchez y después por los propios Marlaska y Robles. Militares de diferentes regimientos recibieron formación sobre cómo debían desempeñarse en esas patrullas, pero problemas en la interpretación de las jerarquías frustraron el proyecto.
Trayectorias divergentes
Tampoco pasó desapercibida en el Gobierno la diferencia de criterio que Robles y Marlaska sobre la gestión de la pandemia. En respectivas entrevistas, el titular de Interior insistió en que no se había cometido error alguno, mientras que la de Defensa pidió disculpas por los fallos que se pudieron cometer e hizo un llamamiento a la unidad.
Las carreras de Marlaska y Robles como ministros independientes en el Gobierno de Sánchez han seguido caminos muy distintos desde el principio. Mientras el titular de Interior no se ha movido un ápice de la línea política marcada por Ferraz y el presidente, Robles ha mantenido una voz propia, discrepante en algunos aspectos con la estrategia oficial. Y entre los dos han apostado por criterios discordantes en aquellas decisiones que implicaban a ambos ministerios.
Marlaska, a diferencia de Robles, ha contado siempre con el respaldo de Pablo Iglesias y Unidas Podemos. Al líder morado sólo le ha parecido mal una cosa del cese de Pérez de los Cobos: que no se hiciera antes. Pedro Sánchez y el Gobierno compran el discurso de la 'policía patriótica' y de las cloacas de Interior que enarbolan desde Podemos para justificar la cadena de ceses y dimisiones en las últimas fechas. Alberto Garzón, ministro de Consumo, también advirtió este jueves de la posibilidad de que "haya elementos reaccionarios dentro" de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que puedan sentirse atraídas por la idea de un "golpe de Estado".
Mensajes con los que la titular de Defensa no se encuentra cómoda. Por su parte, elude las valoraciones que hacen sus compañeros de Gobierno y manifiesta su "respeto y admiración" por los "80.000 hombres y mujeres que componen el cuerpo".
Elementos, todos ellos, que han agrandado la brecha entre los titulares de Interior y Defensa en los últimos meses, tanto en la retórica de sus discursos como en el fondo de sus decisiones.
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