El último monumento en una vía pública de Francisco Franco en España tiene los meses contados, concretamente cuatro, según ha sabido Vozpópuli de fuentes solventes, ya que el Gobierno de Eduardo de Castro quiere cumplir con la ley de la Memoria Histórica y empezar por este polémico monumento la retirada de vestigios y simbología franquista que quedan en los espacios públicos de la ciudad autónoma.
De Castro es el único concejal de Ciudadanos y gobierna en Melilla desde junio gracias al apoyo de los 10 ediles de Coalición por Melilla (CpM) y los 4 del PSOE. Enfrente quedaron los representantes del PP (10) y Vox (2). Este peculiar tripartito puso fin a casi dos décadas de dominio del PP en esta ciudad autónoma.
Tanto la CpM de Mustafá Aberchán como el PSOE de Gloria Rojas coinciden en la necesidad de retirar esta estatua de Franco, aunque difieren en el cómo. Mientras que los socialistas defienden la aprobación de una moción en este sentido en la Asamblea melillense, la CpM cree que no es necesario con la ley de la Memoria Histórica en la mano.
La intención de De Castro es conciliar ambas posturas en las próximas semanas, según adelantaron las citadas fuentes. Una decisión que se producirá tras la exhumación del dictador del Valle de los Caídos. Para ello, propondrá a sus socios de gobierno que la retirada se produzca en marzo, coincidiendo con el 25 aniversario del Estatuto de autonomía de la ciudad, que se aprobó oficialmente el 13 de marzo de 1995. Asimismo, el deseo del presidente melillense es colocar otro elemento decorativo en la vía pública en la que se encuentra la estatua de Franco hoy en día.
La vicepresidenta del Ejecutivo autonómico y líder del PSOE en Melilla, Gloria Rojas, ya indicó a Vozpópuli en julio que los ediles socialistas llevarían una propuesta en este sentido, en el que se incluirán "los nombres de las calles" que recuerdan al franquismo, así como "el monumento a Franco".
Rojas subrayó a este medio que uno de los objetivos del PSOE es "dar un nuevo impulso a la Ley de Memoria Histórica, con el desarrollo de políticas de reparación de las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura" después de 19 años de presidencia ininterrumpida de Juan José Imbroda (PP).
Último vestigio de Franco
La escultura de un joven Franco, cuando era comandante de la Legión, está situada junto a la muralla de Melilla y es el último vestigio del Generalísimo en una vía pública española, tras la retirada de las estatuas ecuestres de Franco que había en Santander (2008) y en la citada ciudad autónoma (2010).
La estatua, en la que se puede ver a Franco de pie, con un bastón y unos prismáticos colgados al cuello, fue aprobada en un pleno en 1975 y se colocó tres años después. Nunca fue inaugurada oficialmente. El encargo se hizo al escultor y comandante Enrique Novo Álvarez. Fue guardada unos meses hasta que el alcalde, presionado por los concejales franquistas en los inicios de la Transición, decidió colocarla sin ningún tipo de acto oficial.
En aquel momento ya causó polémica debido a que a la escultura le acompañaban tres placas: una con un escudo franquista; otra con un escudo de la ciudad y otra con la inscripción "Al Comandante de la Legión D. Francisco Franco Bahamonde 1921-1977", que es la que finalmente quedó en su pedestal con el paso de los años.
Las peticiones de diversos colectivos que durante años solicitaban la retirada de la estatua nunca fueron atendidas por los sucesivos Gobiernos de la ciudad. Todos esgrimían lo mismo: el monumento no estaba dedicado al franquismo, sino al comandante de la Legión que hace un siglo salvó a la ciudad de la invasión de los rifeños de Abdelkrim.
"No por su condición de dictador"
En los últimos años hubo varias sentencias en las que se conminó a retirar la escultura pero el popular Imbroda siempre esgrimió que no estaba dedicada al Caudillo: "Se hizo para rendir homenaje al que fuera Comandante del Tercio Gran Capitán I de la Legión de Melilla y no por su condición de dictador", justificó en varias ocasiones.
El anterior Consistorio se aferró a la letra pequeña de la ley de la Memoria Histórica para conservar la estatua. Así, recomendó su conservación por “evocar exclusivamente” la llegada de grupos militares a Melilla en 1921 cuando, según el Ayuntamiento, “la ciudad estaba a punto de ser invadida por las tribus rifeñas de Abdelkrim”.
El documento de respuesta al último auto judicial recreó la situación de hace casi un siglo: “Las tropas entraron por el puerto con la música de la banda del Tercio Legionario extendiendo de nuevo la confianza a los ciudadanos que, agolpados cerca de los barcos, pretendían huir a la península”. Asimismo, recalcó que no existían referencias a la sublevación militar de 1936, ni “exalta ni humilla a ningún colectivo”.
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