Política

Mercedes Navío: "Países más ricos que España tienen tasas de suicidio más altas, no se puede reducir la salud mental a lo económico"

La psiquiatra, al frente de la Oficina Regional de Salud Mental de la Comunidad de Madrid, escribe en 'Felices los normales' sobre su experiencia y tormentos. "La felicidad como estado mental obligatorio se convierte en una tiranía", afirma en entrevista con Vozpópuli

Mercedes Navío es una psiquiatra que, como Woody Allen, ha pasado años acudiendo al psicoanalista. Es una sanadora de mentes que conoce de primera mano el sufrimiento y las encrucijadas laberínticas de nuestra psique. La depresión de su madre cuando era niña le empujó a dedicarse al oficio de la Psiquiatría. Hoy, Mercedes Navío lleva el timón de la Oficina Regional de Salud Mental de la Comunidad de Madrid y da cuenta de su experiencia vital en el libro 'Felices los normales'. Por sus páginas pasan pacientes, traumas personales y también ese bote salvavidas que es la literatura.

Una obra en la que certifica que 'lo normal' es, en realidad, lo menos habitual. Un libro donde esa suerte de superhéroes modernos que son los psiquiatras también lloran. Navío despliega con maestría su pluma para representar los apocalípticos tiempos de la pandemia, donde acudía solitaria a su puesto de trabajo por amplias avenidas madrileñas donde se escuchaba hasta el motor de los escasos vehículos en movimiento. Y refleja con honestidad los problemas de identidad y aceptación a los que tuvo que hacer frente.

En un mundo cada vez más líquido y con tasas de enfermedad mental en aumento en países occidentales, Mercedes Navío aboga por recuperar el espíritu de Miguel de Cervantes. Como dice la psiquiatra en conversación con Vozpópuli, "más que Quijotes o Sanchos, lo que necesitamos son Cervantes": "Esa ironía tierna, cervantina, llena de compasión por sus personajes, que de alguna forma nos traslada a una visión del mundo profunda, que contempla, que no juzga, que no reduce, que no simplifica".

Pregunta: Felices los normales… ¿pero qué normales? ¿Qué es ser normal?

Respuesta: La normalidad no deja de ser una forma de estandarización que orienta pero no responde a la esencia de ninguno de nosotros. Nadie es normal visto de cerca, como dice la canción de Caetano Veloso. Todos tenemos especificidades que nos hacen únicos. Este libro, con la pretensión humilde de ser literario, quería reivindicar esa especificidad, esa singularidad frente a otras formas de aproximación más generalistas o más abstractas. Es una reivindicación de la condición de dignidad de todos los seres humanos, con independencia de cualquiera de nuestras condiciones o características.

P: Entonces si son felices los normales y nadie es normal… ¿nadie es feliz?

R: No es tanto que la felicidad no sea una posible aspiración existencial. Más bien es incidir en que cuando esa aspiración se convierte en algo imperativo, prácticamente obligatorio como estado de bienestar permanente y absoluto, se convierte en una auténtica tiranía. Pero por supuesto no es renunciar a aspirar a una vida con sentido.

La felicidad como estado mental obligatorio se convierte en una tiraníaMercedes Navío
Pregunta: En el libro reconoces que llevas años psicoanalizándote (al estilo Woody Allen). ¿No le da miedo que te estigmaticen por ser médico y paciente?

Respuesta: El autocuidado es una forma de cuidar mejor a los demás. No lo considero una forma de estigma, sino el reconocimiento de la necesidad de todos de autocuidarnos. Aunque sí que me gustaría puntualizar que hay que diferenciar las necesidades terapéuticas de cada persona. Lo he dicho otras veces: si todo es salud mental, corremos el riesgo de que nada termine siéndolo.

P: En los últimos tiempos la salud mental ha ganado protagonismo mediático pero, ¿no cree que se tiende a banalizar el tema? ¿Qué ahora estar triste es no tener salud mental?

R: No se debe confundir sentimientos con patología. La patologización de cualquier malestar emocional es un error, hace daño y lo debemos evitar. La tristeza es una emoción humana por la que todos pasamos en diferentes circunstancias de nuestra vida, la adversidad es algo que forma también parte de todas las existencias y creo que es importante poder diferenciarla de lo que es una patología mental.

P: Otro de los apriorismos más extendidos es que tus condiciones económicas derivan en más problemas para la salud mental. Se tiende a relacionar la tasa de suicidios con la dificultad de acceder a un alquiler… ¿Considera que en realidad es una explicación fácil a un problema más complejo?

R: El suicidio es un fenómeno complejo y multifactorial. Es un problema de Salud Pública en el que estamos trabajando intensamente y en el que, afortunadamente, el tabú se ha ido diluyendo. Apelar solo a las condiciones económicas como desencadenantes del fenómeno es una forma de reduccionismo y de simplificación. El suicidio debe abordarse como dice la Organización Mundial de la Salud, con planes y estrategias multisectoriales en las que estén presentes todos los actores: el ámbito sanitario, el ámbito educativo y el ámbito psicosocial.

Países con una riqueza superior a España tienen tasas de suicidio más elevadas, como algunos del norte de Europa o Japón. Ejemplos que desmienten que un factor único como este explique un fenómeno tan complejo y multifactorial como el suicidio.

P: Adentrándonos en el terreno de lo filosófico, ¿opina que somos una sociedad en busca del sentido? Como dijera Viktor Frankl… ¿Nos falta un sentido para vivir?

R: La búsqueda del sentido es una necesidad de todos los seres humanos y creo que es una necesidad atemporal. Todos necesitamos construir un sentido que nos arraigue, que nos dé un propósito. Decía Nietszche que se puede soportar casi cualquier cómo si tienes un porqué.

Viktor Frankl nos enseña que es posible construir un sentido y, de alguna forma, ser capaz de sobreponerse a adversidades de la dimensión que él tuvo en un campo de concentración. Poder proyectarnos en el futuro, poder pensarnos en el futuro, imaginar un futuro con sentido, nos permite albergar esa esperanza para seguir. En cualquier caso sabemos que el suicidio anómico existe, está descrito por maestros de la sociología. Cuando una crisis de valores nos vapulea y subvierte la capacidad de poder construir un sentido empeora nuestra salud mental. Y puede producirse en una época de falta de sentido y de esperanza. Lo decía también Lorca cuando hablaba de que el peor sentimiento de todos era el sentimiento de tener la esperanza muerta

P: En el libro narra también su condición de persona creyente… ¿Con las personas a las que ha tenido que atender en su consulta de Psiquiatría, es posible seguir teniendo fe?

R: Mi vivencia de la fe es una vivencia proveedora de sentido y vivida como un don… No como un mérito. Me ha permitido conservar una visión trascendente del mundo en la que los otros están presentes y la dignidad propia están preservadas. Hay un profundo respeto en mí por el otro. Parte del aprendizaje personal consiste en tomar conciencia de que mi conciencia no es la medida de todas las conciencias. El otro es un ser singular y único. El acercamiento a otro ha sido siempre respetuoso a esa singularidad y a esa concepción de sufrimiento como lugar sagrado. Al que te acercas con el mayor respeto.

No veo contradicción entre mi profesión y tener fe. Me acerco a muchas personas cuyo sentido de trascendencia no es confesional. El hecho de tener fe o sentido de la trascendencia confesional ha sido para mí proveedor de sentido.

P: ¿Hay un exceso de farmacología en nuestra sociedad? ¿Más Platón y menos prozac?

R: Hace falta en cada caso de lo que hace falta. Hay diferentes dimensiones: biológica, psicológica y social, y están amalgamadas. En ocasiones es más necesario un tratamiento de un tipo que de otro. En lugar de señalar uno solo por encima de los demás hace falta una mirada amplia para no cosificar ni instrumentalizar la salud mental.

P: En nuestro tiempo, ¿hacen falta más Quijotes o más Sancho Panzas?

R: Hacen falta más Cervantes. Esa ironía tierna cervantina, llena de compasión por sus personajes... Nos traslada una visión del mundo profunda, que contempla, no juzga, no reduce ni simplifica.

P: ¿Cuál es el Innisfree de Mercedes Navío? Ese lugar de nuestro pasado al que nos gustaría volver.

R: La costa granadina en mi adolescencia.

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