El PSOE ha salido tocado de las elecciones gallegas del pasado domingo. El batacazo de los socialistas -pasaron de 14 a 9 escaños- tiene preocupados, según admiten en privado varios dirigentes consultados por Vozpópuli, a la planta noble de Ferraz. El partido enfrentará los próximos meses dos nuevas citas electorales. Los comicios vascos, que se celebrarán previsiblemente en abril, y los europeos, el 9 de junio.
Precisamente esa fecha es la que asusta en el PSOE. Las perspectivas no son buenas. La amnistía está desgastando al partido y las fuentes reconocen, sin ambages, que esa cita europea sí que será el gran termómetro para medir la opinión de los españoles sobre los primeros meses de la actual legislatura de Pedro Sánchez: "Esas [elecciones] sí que tendrán carácter nacional. De ahí no habrá escapatoria", resume un destacado socialista, en referencia a los esfuerzos del aparato de persuasión del partido para vender que el castigo de los gallegos en las urnas no se puede medir en clave nacional; algo que el propio presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, desmontó.
Lo cierto es que los socialistas admiten, en privado, que el presidente del Gobierno tendrá difícil escurrir el bulto en caso de que Ferraz sufra un nuevo varapalo. El líder, mientras, se ve hasta 2027 en Moncloa. El líder socialista está determinado a terminar la legislatura haya o no amnistía y haya o no acuerdo de gobernabilidad con Junts: "Tengo todo el tiempo del mundo", dijo a los periodistas que le acompañaron a Rabat, donde se desplazó en visita oficial para verse con el rey Mohamed VI de Marruecos. No obstante, el presidente se mostró convencido de que la ley terminará viendo la luz y de que esta, además, tendrá todas las garantías. Eso sí, no detalló el estado de las negociaciones con el expresidente catalán Carles Puigdemont.
Ferraz tiene intención de pisar acelerador con el líder de Junts para aprobar cuanto antes la ley de amnistía y frenar el desgaste que está provocando al partido. La lectura de Ferraz de puertas para afuera es que la medida de gracia no ha influido en el resultado de Galicia. Pero lo cierto es que la primera llamada a las urnas tras la investidura de Pedro Sánchez se ha saldado con un fuerte golpe que ya ha revuelto a las pocas voces críticas que quedan en el partido.
"Queremos cerrar cuanto antes el pacto y dejar ya a la Justicia que opere. Así, sacamos la amnistía de la agenda y podemos empezar con presupuestos y demás leyes", explica un fiel colaborador de Sánchez con mando en el socialismo catalán. Fuentes negociadoras admiten, en conversación con este diario, que el resultado de las elecciones gallegas "pone presión" a los socialistas. Pero Ferraz sabe que Junts "va a su bola", como describe una fuente que trata con el expresidente catalán huido en Waterloo.
El otro gran debate en el PSOE es si la política del partido, dirigida por Pedro Sánchez, está alimentando en exceso a los partidos nacionalistas. Eso es, de hecho, lo que criticaron este lunes algunas voces discordantes.
Las federaciones socialistas están inquietas, especialmente las de aquellas regiones con una identidad fuerte. Y todo porque la inclusión de los partidos independentistas y nacionalistas en la mayoría de la investidura está abriendo un gran hueco a estas formaciones en sus territorios que están aprovechando. El análisis de algunos dirigentes socialistas es que el voto dual les está matando. Es más, fuentes de la dirección asumen que son estos partidos los que están rentabilizando la acción del Ejecutivo central. El PSOE va a rastras de otras formaciones de izquierdas nacionalistas o regionalistas en Galicia, País Vasco, Madrid, Cataluña y Comunidad Valenciana.
El problema es que esa es una línea difícil, porque fuentes del oficialismo socialista apuntan que España tiene una realidad plurinacional que hay que atender y que eso implica tener un discurso regionalista, pegado al territorio. Y eso implica abrir huecos por el que se pueden colar los mensajes de los partidos regionalistas e independentistas. Estas fuentes, de hecho, ven esas voces críticas como un ejemplo más de posturas propias que obedecen a los intereses de sus territorios, donde también opera otro nacionalismo: el español. Un claro dardo a los dos dirigentes socialistas más contestatarios, el referido Page y el líder de los socialistas madrileños, Juan Lobato.
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