El Gobierno ha rectificado por segunda semana consecutiva las primeras medidas de alivio al confinamiento general de la población decretado para frenar el avance del coronavirus en España. Poco o nada queda del plan que presentó Pedro Sánchez el martes. Y esta vez la coalición PSOE y Unidas Podemos ha estado más unida que nunca en un solo frente: las críticas a la vicepresidenta cuarta, Teresa Ribera.
Improvisación, galimatías, falta de consenso. Sánchez se ha estrellado contra un plan que ha disgustado a todas las comunidades autónomas y ayuntamientos, y también a los empresarios por la falta de medidas económicas de acompañamiento para algunos de los sectores más castigados por el cierre de la actividad.
La recuperación paulatina de la actividad tras superar la peor parte de la emergencia sanitaria de la covid-19 se ha convertido en un rompecabezas para el Gobierno. Los ministros culpan a la coordinación de Ribera del fiasco inicial del plan, que el Ejecutivo ha empezado a modificar casi a los pocos minutos de presentarlo. El Consejo de Ministros del martes se alargó durante varias horas por la falta de concreción de las medidas que presentó la vicepresidenta.
El mareo de los paseos
El mejor ejemplo ha sido el de las salidas a correr y los paseos, que comenzarán a partir de este sábado. Sánchez anunció esta nueva medida de alivio el 25 de abril. La reiteró el martes pasado sin especificar cómo se ejecutaría. Este jueves, el Gobierno le ha dado la vuelta por completo al establecer franjas horarias, también para los paseos con los menores.
Sánchez dijo que no hay un "GPS" que indique el camino del desconfinamiento. Pero algunos ministros achacan a Ribera la falta de reuniones y concreción. El grupo que coordinaba, y que implicaba a varios ministerios entre los que no había representantes de Podemos, ha funcionado de "forma reactiva", según indican fuentes del Gobierno a Vozpópuli. Y casi siempre se ha mirado a lo que están haciendo otros países de nuestro entorno, sin plantear un criterio propio que se adapte a la realidad española.
"Se quiere volver a trabajar, pero se cierran los colegios; y no se ofrece alternativa alguna", dicen fuentes del Gobierno a este diario.
Las distintas fases descritas por Sánchez esta semana todavía no se han concretado en un decreto u orden ministerial. Y se espera que cualquier parecido entre lo que se publique en el Boletín Oficial del Estado (BOE) y lo que anunció Sánchez sea una mera coincidencia. Los ministerios económicos lamentan el impacto tan negativo que ha tenido en sectores como la hostelería o el turismo el plan del Gobierno.
Y muchos de ellos critican que esta transición no incluya medidas económicas y de empleo que ayuden a mitigar este largo proceso, que culminará supuestamente a finales de junio. Las restricciones de movimiento seguirán vigentes hasta esa fecha. Y muchos pequeños empresarios se quejan de que les compensa más mantenerse cerrados que soportar el coste de reabrir.
Las comunidades piden cambios
Las comunidades también han puesto el grito en el cielo por situar a la provincia como unidad de desescalada. El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha amenazado con retirar el apoyo del PNV al Ejecutivo. El presidente del Gobierno de Aragón, el también socialista Javier Lambán, ha resumido el malestar que une a territorios y partidos de la oposición.
Lambán ha prometido utilizar todos los medios a su alcance para modificar el plan de desescalada que presentó el Gobierno. Y ha pedido que se atienda a unidades territoriales más pequeñas (áreas rurales) sin casos de contagio. Parece que estas demandas serán atendidas.
"La provincia es una unidad artificial", ha dicho. "Hay zonas en las que no se ha producido ningún contagio y que podrían recuperar la normalidad ya de una manera inmediata. Habría una cierta justicia poética en todo ello".
El coste de lo ocurrido se ha llevado por delante a Ribera, que sigue en el grupo de desescalada pero a las órdenes de Sánchez y el director de Gabinete de la Presidencia, Iván Redondo. La presencia de ministros de Podemos en el comité es ahora más significativa. Y también quieren hacer valer sus preferencia por una desescalada "prudente" y prolongada en el tiempo si es necesario.
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