Política

Moncloa asume su fracaso y ve cada vez más probable la repetición electoral en Cataluña

El Ejecutivo está preocupado por la presión de Junts sobre ERC. Los republicanos no se apean del cupo para investir a Illa. Puigdemont mantiene el órdago para forzar de nuevo las urnas

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder del PSC, Salvador Illa, durante un acto de apoyo al candidato socialista en Barcelona. EFE

Moncloa ve cada vez más probable la repetición electoral en Cataluña, según las fuentes consultadas en el entorno de Pedro Sánchez. El PSOE asume que ese escenario sería un fracaso de su plan. El presidente del Gobierno se puso como gran objetivo que su exministro de Sanidad se pusiera a los mandos de la Generalitat. Pero se complica día a día.

El Ejecutivo está preocupado por la presión que ejerce Junts sobre ERC. Los republicanos no se apean del cupo catalán para investir a Illa. Pero los socialistas se niegan por activa y por pasiva. Es una línea roja que los inspectores de Hacienda catalogan de inconstitucional. De nada sirvió la propuesta de financiación para Cataluña, porque los dos partidos independentistas siguen erre que erre con el cupo. Y eso que Moncloa tuvo que comerse los cabreos del resto de territorios.

Mientras, Carles Puigdemont mantiene el órdago para forzar de nuevo las urnas. "Hay más posibilidades de elecciones ahora", explica una ministra socialista. El análisis que hacen en Moncloa es que mientras haya amenaza de repetición electoral, ERC no se saldrá del concierto. Y seguirá manteniendo una posición de máximos. Los republicanos están sumidos en el desconcierto tras el batacazo que se dieron en las elecciones del pasado 12 de mayo en las que pasaron de gobernar a ser tercera fuerza en el Parlament.

Desolados, hundidos, en depresión

"Desolados", "hundidos", "en depresión", "están rotos y se contradicen"... Moncloa no ahorra calificativos para describir el estado emocional de los republicanos. Por eso Illa ha desplegado en todo este tiempo un mensaje integrador para hacer terapia con ERC. Oriol Junqueras habla en el mismo tono. Pero no depende de ninguno de los dos el pacto. Si no del devenir interno del partido.

La implosión de ERC está poniendo las cosas difíciles. El gatillazo de los socialistas en Cataluña no es consecuencia de sus resultados, si no de la tercera plaza de ERC. El Gobierno daba por descontado que mirarían a Illa si quedaban en segunda posición. Pero no lo hicieron y por eso tienen "una papeleta", como explican en Moncloa. ERC está siendo presa fácil del relato de la traición a la causa por la estelada.

Así las cosas, la facción controlada por Marta Rovira, secretaria general; Marta Vilalta, vicesecretaria y Pere Aragonès se ha hecho fuerte y está arrinconando a Junqueras. Quieren que caiga como presidente y despojar al partido de su alma de izquierdas para que la pulsión soberanista les lleve a converger de nuevo con Junts en una lista única para unas nuevas elecciones en Cataluña que se celebrarán a mediados de octubre si no hay candidato con mayoría. Ni Puigdemont ni Illa se quieren lanzar a la piscina sin los votos atados.

El precio del apaciguamiento

El precio de la política de apaciguamiento de Sánchez ha sido alto y ha implicado una serie de decisiones polémicas: los indultos a los dirigentes del procés encarcelados; la rebaja del delito de malversación; el borrado del delito de sedición y la articulación de una ley de amnistía para el resto de independentistas pendientes aún de juicio, como el propio expresidente Carles Puigdemont. Además de la compra del relato de una justicia conspiranoica con intereses políticos que practica 'lawfare'.

El PSOE arrasó el 23-J en Cataluña. El PSC, su partido hermano, le brindó la friolera de 19 escaños en Madrid. Los socialistas catalanes bebieron en gran medida del banco de votos que en su día aupó a Inés Arrimadas (Ciudadanos) a la estéril victoria que no pudo frenar el desembarco de un nuevo ejecutivo secesionista.

Pero hay una seria diferencia. El 24 de julio, un día después de las elecciones catalanas, el propio Illa rechazó tajantemente la amnistía y el referéndum. Y ahora le toca defenderla. Los electores catalanes que entonces optaron por la papeleta del PSOE lo hicieron sin saber que Sánchez tramitaría la ley e intentaría que Carles Puigdemont, quien proclamó la independencia, fuera exonerado de todos sus delitos.

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