Política

Alerta en Moncloa por las secuelas del pacto fiscal con Cataluña: "Seguramente, no haya presupuestos este año"

Hace semanas que el Gobierno trabaja con la idea de prorrogar de nuevo las cuentas ante el endiablado otoño que se avecina, con los independentistas en pleno debate interno

El pacto fiscal ha revuelto el panorama político español. Hace semanas que el Gobierno trabaja con la idea de prorrogar de nuevo los Presupuestos Generales del Estado ante el endiablado otoño que se avecina para el PSOE, con los independentistas en pleno debate interno. Tanto ERC como Junts afrontarán sendos procesos para renovar sus liderazgos y sus cúpulas internas. Y en Moncloa ya se ha encendido la alarma. Será difícil que ambos partidos se alineen de nuevo en el Congreso y más aún subsumidos en diatribas sobre el futuro del secesionismo.

"Seguramente, no haya presupuestos este año", explica una fuente gubernamental. Pero lejos de resultar un problema, para el Gobierno no supone drama alguno prorrogar otra vez los presupuestos del ejercicio 2023. Moncloa cree que son lo suficientemente expansivas. De manera que las ven como una tabla de madera a la que aferrarse en mitad del océano. Pese a todo, el presidente del Gobierno parece navegar a la deriva.

El expresidente catalán Carles Puigdemont está cabreado con el ascenso a la presidencia de la Generalitat del socialista Salvador Illa. En las últimas semanas ha alcanzado popularidad la expresión del "3-0". Una referencia futbolística para sintetizar la humillación que les provoca que los socialistas gobiernen la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona y el Estado. Puigdemont se siente excluido. Ni tan siquiera el juego de la huida el día de la investidura parece haberle levantado el ánimo, porque ve intolerable aún no se le haya aplicado la amnistía.

El anhelo de Moncloa es arrastrar de nuevo a los independentistas a la política. Pero Puigdemont no está dispuesto a bajar los brazos. Y cada día que pasa es más factible que deje caer a Sánchez. Aunque en su decisión influirá, inevitablemente, el devenir de la amnistía. En cualquier caso, todo parece indicar que la legislatura seguirá encallada con un bloqueo legislativo importante que ha llevado al Gobierno a sufrir hasta 32 derrotas parlamentarias y aprobar tan solo cinco leyes y siete decretos.

La planta noble de Ferraz salió preocupada tras el toque que les dio Carles Puigdemont tumbando el mes pasado la senda de estabilidad presupuestaria. Poco a poco se extiende el convencimiento de que lo que queda de esta legislatura -tres años- será una auténtica tortura para el PSOE. No porque Puigdemont vaya a derribar a Pedro Sánchez con una moción de censura. Es más, la cúpula del partido piensa que no tiene sentido ese extremo antes de que la amnistía esté atada y bien atada.

Pero sí porque ven al expresidente catalán impidiendo toda ley, todo proyecto. "Junts lo volará todo", explica una destacada socialista con cargo institucional. La llave del caos la tiene el expresidente catalán. Puigdemont, en efecto, decidió tumbar la senda de estabilidad presupuestaria del Ejecutivo para recordar a Sánchez que le domina. Sus siete escaños son la clave de bóveda de este segundo gobierno de coalición. Illa ha llegado a la Generalitat y Junts se lo cobrará.

Ante ese escenario, en el PSOE se empieza a vislumbrar la posibilidad real de que la salida de la legislatura del callejón sea una nueva convocatoria de elecciones. Moncloa, no obstante, confía en poder evitar la llamada las urnas. El núcleo duro del presidente sabe que un adelanto electoral debe obedecer a un criterio de beneficio político. Y en estos momentos, con Sánchez acorralado, no es buena idea concurrir a unos comicios. Pero no es, desde luego, nada fácil integrar dentro del bloque de investidura a ERC y Junts. Los enemigos íntimos no van a darse tregua.

Y el pacto fiscal catalán ha abierto la caja de Pandora, porque hay varios partidos en el Congreso que no lo ven con buenos ojos -incluidos socios regionalistas del PSOE-. No es de extrañar, pyes, que el resto de comunidades quieran emular el estatus catalán en caso de que se modifique la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas. Por mucho que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se desgañite diciendo que no hay concierto, sino singularidad.

A todo esto se suma la causa que afecta a la mujer de Pedro Sánchez. Desde que estalló la crisis de Begoña Gómez, hay sectores del PSOE que están preocupados por la posibilidad de que el presidente cierre su etapa envuelto en esta maraña y arrastre a su familia, a la que ya ha utilizado políticamente, tras sus "muchas virtudes". Las fuentes consultadas comparten el diagnóstico: la presidencia de Sánchez ha sido positiva en numerosos aspectos. Por eso, no merece un final así (si es que este, en efecto, termina siendo su final).

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