Cristóbal Montoro recuperó su tono irónico y su actitud prepotente en el pleno del Congreso que aprobaba el techo de gasto, puerta de entrada para los presupuestos de 2018. Después de un mes de enormes turbulencias, el titular de Hacienda ha recuperado el resuello. Goza de la confianza de presidente del Gobierno, que siempre le ha respaldado, y de la vicepresidenta Santamaría, su más firme valedor.
"¿Qué ha pasado? ¿Qué nuevo espíritu ha llegado?", bromeaba Montoro con el diputado del PSOE, Pedro Saura, quien le reclamaba una vez más su dimisión. El titular de Hacienda ironizaba con el vertiginoso cambio de rumbo de los socialistas, que hace seis meses secundaban las cuentas públicas propuestas por el Ejecutivo y ahora, en la nueva era Sánchez, se muestran radicalmente beligerantes.
El último mes ha resultado posiblemente el más amargo para al ministro de Hacienda desde que ocupa la cartera. Ha sido reprobado por el Congreso, José Manuel Soria, su antiguo compañero de Gabinete, le ha acusado de utilizar datos fiscales en su contra, han emergido pasajes muy vidriosos sobre Equipo Económico, el despacho que dirigía antes de ocupar responsabilidades en el Ejecutivo Gobierno.
Lo ha pasado mal, confiesan en su entorno. Han sido semanas muy duras, en las que le ha faltado el respaldo tanto de dirigentes de su partido, que miraban hacia otro lado, como del propio Consejo de Ministros. Rajoy no le hada nunca la espalda. Le ha defendido, pese a que no mantiene con él una relación de estrecha amistad. Sáenz de Saqntamaría también le ha avalado frente al vendaval de la oposición, empeñada en que debe abandonar el cargo.
El titular de Hacienda ha redondeado la jugada maestra. Ha sacado adelante su proyecto de techo de gasto, con apoyo de Ciudadanos, el PNV y Coalición Canaria, más la abstención de Nueva Canarias. Ha logrado cumplir el encargo de su presidente y está a punto de alcanzar otro objetivo: los presupuestos de 2018. Con ambas bazas en el bolsillo, Rajoy ya puede acariciar la idea de llegar prácticamente hasta 2020, una de sus principales metas. El acuerdo con los nacionalistas vascos, clave en esta estrategia, parece que se prolongará aún para posteriores ejercicios.
Rectificaciones en cascada
Montoro ha tenido que ceder en sus posiciones. Incluso ha tenido que modificar radicalmente sus anuncios para contentar a sus socios.Rebaja del IRPF para Ciudadanos, aumento de una décima en el déficit autonómico, para los canarios. Más de 1.200 millones de euros para las comunidades y, finalmente, 4.500 millones para los vascos.
La 'izquierda contumaz', según palabras del titular de Hacienda, rechazó unánimemente la ley presupuestaria. Lo previsto. El PSOE llegó incluso a vetarle como interlocutor para negociar las cuentas públicas. Un golpe bajo que tocó la moral del ministro al menos por unos días.
El techo de gasto ha actuado como un efecto salvadidas para el miembro más tocado del Gabinete, con la excepción de Rafael Catalá, responsable de la cartera de Justicia. "Ya sé que hay gente que me quiere echar, pero yo tengo mucho trabajo", respondía Montoro durante la sesión parlamentaria en la que fue reprobado por todos los grupos, incluídos Ciudadanos.
El panorama ha cambiado en forma notable. Montoro sigue con sus cadáveres en el armario, en especial lo que toca a sus negocios anteriores. Pero Rajoy está satisfecho. Con una mayoría parlamentaria muy reducida, el Gobierno está esquivando todos los caminos que conducen al precipicio. El presupuesto es uno de ellos. Queda por despejar el órdago separatista. Ahí Montoro poco tiene que hacer.
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