La proclamación de la independencia por parte del Parlament se celebró el viernes con una multitudinaria pero escueta fiesta ante el Palau de la Generalitat, a la que los organizadores pusieron punto y final a las diez de la noche. Ni discurso desde el balcón, ni brindis con champán. La convocatoria de elecciones anticipadas para el 21 de diciembre por parte de Mariano Rajoy dejó descolocado a parte del sector independentista que debate ahora qué postura adoptar.
No hubo alboroto en las calles a pesar del anuncio del 155. Puigdemont se encargó al día siguiente y a pesar de su cese de pronunciar un mensaje institucional en el que llamó a defenderse de la "injusta" decisión del Gobierno de manera cívica y democrática. La misma consigna que repiten sin cesar las entidades soberanistas. Pero más allá de la calma mostrada hasta ahora, lo cierto es que la movilización en las calles dista mucho del nivel que alcanzó con la consulta ilegal del 1 de octubre.
La declaración de la independencia en diferido por parte del expresident el día diez de octubre en el Parlament dio inicio a un declive en el éxito de las convocatorias. La fuga de empresas a la que Junqueras no consiguió poner freno y los pasos en falso del expresident han quebrado el relato del secesionismo que parecía haber ganado hasta ahora la batalla comunicativa a La Moncloa.
Muchos de aquellos que creían a pies juntillas las consignas emitidas desde la Generalitat, comienza a tener serias dudas sobre el futuro inmediato de Cataluña tras el golpe de efecto provocado por el anuncio del Gobierno. Por el momento, aquellos planes de tomar infraestructuras movilizando a decenas de miles de ciudadanos parecen aparcados. La pretensión de poner en marcha una administración paralela también quedaría tocada.
A modo de anécdota, la sede de la Jefatura Superior de la Policia Nacional en vía Laietana -semanas atrás asediada día y noche por los grupos secesionistas- permanecía este viernes por la noche libre de cualquier tipo de protesta. Los agentes antidisturbios que custodian el perímetro del edificio entraban despreocupados a tomar café en el bar que hay justo al lado. A los que se quedaban de guardia, apenas les caía algún improperio de aquellos que se retiraban a casa desde plaza Sant Jaume.
Por su parte, la movilización a favor de la unidad de España causó sorpresa en su primera convocatoria hace semanas. La mayoría de ciudadanos contrarios a la secesión que llevaban años callados por fin se había echado a la calle para alzar su voz. La demostración de músculo de este domingo se produce en el momento en el que la polémica por las cargas policiales se ha transformado en las apuestas sobre el futuro judicial que le espera al expresidente Puigdmeont.
El clima de fervor independentista ha quedado durante todo el fin de semana en una especie de modo stand-by que las organizaciones soberanistas tal vez traten de reactivar en algún momento. Mientras tanto, el PDeCAT, ERC y la CUP deben decidir qué postura adoptar frente a los nuevos comicios convocados en Cataluña. Sólo tienen hasta el 7 de noviembre para decidir si van en coalición y los sondeos no les son favorables. El bloque constitucionalista ya se ha puesto en marcha.
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