El partido de Puigdemont medita todos los escenarios tras el portazo del TC a una investidura telemática. El expresidente de la Generalitat descarta regresar a España y presentarse ante el Supremo, según aseguran fuentes de su entorno. El diputado Josep Rull aseguraba este domingo que Puigdemont solicitará al Supremo autorización para asistir al pleno de investidura del martes. Un empeño sin apenas recorrido. En ERC desconocen los planes del líder independentista. "Es capaz de todo", señalan. Prepara 'un golpe de efecto' en las próximas horas para, sin renunciar a sus aspiraciones, ni arriesgarse ir a la cárcel, salvar el callejón sin salida, añaden. "Quiere ganar tiempo", como siempre, añaden.
El titular del Parlament todavía no ha suspendido la candidatura de Puigdemont. Quizás espere al propio día 30, una vez que haya arrancado el plenario de la asamblea legislativa. El TC, en contra de los deseos del Gobierno central, no canceló la sesión en la que se elegirá nuevo presidente. Tan sólo ha vetado una candidatura en ausencia. El juez Llarena tendría que darle antes el visto bueno.
Tres de los exconsejeros huidos a Bélgica, Lluís Puig, Clara Ponsatí y Meritxell Serret anunciaba en la tarde del domingo la renuncia a su escaño. Asumen así el dictado del TC, que también vetaba el voto delegado desde el extranjero y facilitan que corra la lista que que el bloque secesionista no arriesgue su mayoría en la Cámara. El vértigo continúa, las novedades se suceden, el horizonte no se aclara.
El Gobierno se encontraba el viernes ante una tesitura complicada, casi un callejón sin salida. El Constitucional, sin avalar su recurso, le ha dado la vuelta al endiablado escenario surgido tras el palmetazo del Consejo de Estado. No hay más alternativa a Puigdemont que presentarse ante el juez. Y arriesgarse a ser detenido e incluso a pasar por prisión. Un vía que no contempla. Su partido reniega públicamente de que exista 'plan B'.
"No hay plan B a la democracia", afirmaba Eduard Pujol, destacado miembro del 'sanedrín de Bruselas'. Evitaba dar más detalles. En ERC cunde el desconcierto. "Si hace falta, tendremos que sacrificar a Puigdemont", declaró el domingo el diputado Joan Tardá. Otras voces desde su partido mantenían la letanía oficial de que 'nuestro candidato sigue siendo el mismo', con escasa convicción. La segunda fuerza secesionista de Cataluña está sumida en la parálisis y el abatimiento.
Machacar a ERC
Los postconvergentes también desempolvan la opción de Esla Artadi, la mano derecha de Puigdemont, como sustituta a la desesperada. Un camino por el que nadie apuesta demasiado en serio. Pero el escenario es endiablado. Los diputados Rull y Turull están imputados. Jordi Sánchez, ex líder de la ANC, está en prisión. Oriol Junqueras está descartado por su situación procesal y por el rechazo frontal de JxCat. Arrinconar y machacar a ERC sigue siendo una de las prioridades del partido heredero de Pujol.
La posible candidatura de Artadi, de la que pocos hablan, quizás se encuentre con la negativa de ERC, que no la quiere, y, sin lugar a dudas, la de la CUP, que siempre se ha pronunciado en su contra. La ven "de derechas", aunque no está relacionada con los casos de corrupción del pujolismo y del propio Artur Mas. Los republicanos reniegan de un bloqueo que conduzca a nuevas elecciones.
Nadie adivina qué puede pasar el martes, a las 15,00 horas, cuando Roger Torrent abra el debate. Si Puigdemont no logra redondear su empeño de ser candidato, se quedará en Bruselas como una reminiscencia de la locura del pasado. "No será un presidente en el exilio, sino un personaje atrabiliario, ignorado por todos, hasta por los que fueron suyos", subraya la fuente mencionada. Todo habrá de clarificarse en las próximas 48 horas.
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