Política

La nueva cúpula de Santiago Abascal se enfrenta a su examen definitivo en 2024

El presidente de Vox deberá revalidar su liderazgo en la Asamblea General de marzo, y su equipo de confianza tendrá que demostrar en las elecciones gallegas y europeas que los cambios de liderazgo estaban justificados

Después de su año más convulso, Vox afronta un 2024 clave para su futuro. La formación de Santiago Abascal ha vivido una transición de poder en 2023, con viejas caras que han abandonado la primera línea política y otras nuevas que se han asentado en puestos clave del partido. Este año se enfrentan a su examen definitivo, el que pondrá de manifiesto si el viraje de confianzas de Abascal se sostenía en una intuición acertada o errónea.

El primer examen que afronta la nueva cúpula es Galicia. En las últimas elecciones generales, Vox se ha dejado por el camino 19 escaños respecto a lo 52 que cosechó en 2019, un resultado decepcionante que no ha sido acompañado de la pertinente autocrítica. Los análisis públicos efectuados por los primeros espadas de Vox se limitaron a señalar al Partido Popular como el principal causante de su sangría de votantes por apelar al "voto útil".

La nueva cúpula del partido tendrá una nueva oportunidad para defender su modus operandi en la cita gallega, donde el partido de Abascal vuelve a presentarse pese a no conseguir representación parlamentaria en 2020. Entonces, Vox recabó apenas 26.797 votos, un 2% del total y 23 veces menos que el Partido Popular. Si la formación no consigue mejorar esa cifra, la dirección va a tener pocos argumentos para justificar el cambio de timón que se ha tomado.

La rotación de protagonismos en Vox se ha traducido en la salida de perfiles como Iván Espinosa de los Monteros, Víctor Sánchez del Real, Rubén Manso y Juan Luis Steegmann, entre otros, y en la soledad cada vez mayor del todavía vicepresidente Javier Ortega Smith. Por el contrario, se ha reforzado el peso en el partido de figuras como; Jorge Buxadé, faro ideológico de la formación; Ignacio de Hoces, vicesecretario de coordinación parlamentario y brazo ejecutor de la cúpula en los territorios junto a Montserrat Lluis; Enrique Cabanas, sombra de Abascal; Gabriel Ariza y Kiko Méndez-Monasterio, a los mandos de la estrategia del partido; Pepa Millán y José María Figaredo, pesos pesados en el Congreso e Ignacio Garriga, al frente de la Secretaría General.

Los hombres de confianza de Abascal serán puestos a prueba en una cita electoral al margen de las gallegas, las elecciones europeas. Una ocasión indiscutible para evaluar la solidez del proyecto de Santiago Abascal. Se vota en circunscripción única, y no cabe excusarse en la ley electoral como en las elecciones generales. Vox cuenta con un núcleo de votantes muy fieles al proyecto, pero que ha de crecer si algún día quiere formar gobierno con el PP y desalojar a Sánchez de la Moncloa.

La Asamblea General que escribirá el futuro de Vox

Entre ambos acontecimientos, Vox encara el punto más decisivo para su futuro, la Asamblea General del mes de marzo. Será entonces cuando los afiliados decidan el rumbo futuro del partido, si vuelven a otorgar su confianza a Santiago Abascal o si un nuevo rival le arrebata el bastón de mando de Vox. El partido no goza de la unidad y estabilidad de otras ocasiones.

En los territorios, existe un gran descontento con las formas de proceder de la dirección. Los cargos electos a nivel provincial denuncian el "férreo control" al que están sometidos desde Bambú, desde donde la estructura vertical del partido monitoriza con lupa a comunidades autónomas y provincias. Este modus operandi ha provocado choques con la dirección central que han trascendido a la esfera pública, siendo el más sonado el de Baleares.

Se produce la paradoja de que pese al descontento de ciertos sectores con la cúpula, no hay ningún nombre sobre la mesa de peso que pueda hacer frente a Santiago Abascal. Todo apunta a que revalidará su liderazgo en Vox, pero deberá hacer un esfuerzo por recuperar la unanimidad en torno a su figura.

Relaciones con el PP

Otra de las tareas pendientes de Vox para 2024 es encauzar las relaciones con el Partido Popular. La guerra entre los dos partidos de la oposición no es compaginable con la crítica a Pedro Sánchez y sus concesiones a Bildu, Junts y ERC. Si bien las relaciones no están tan dañadas como en la era de Pablo Casado al frente del PP, los roces con Feijóo y otros dirigentes populares como José Luis Martínez Almeida o Isabel Díaz Ayuso son cada vez más evidentes. Por el contrario, los gobiernos de coalición en Castilla y León, Comunidad Valenciana, Aragón, Extremadura y Murcia avanzan sin sobresaltos ni grandes crisis, algo necesario de cara a normalizar una hipotética coalición futura para alcanzar la Moncloa.

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