La llamada ‘Operación diálogo’ con Cataluña, que impulsa la vicepresidenta del Gobierno, da muestras de diluirse. La ausencia de Carles Puigdemont en la Conferencia de Presidentes celebrada la semana última en Madrid es la última señal de la actitud de intransigencia que exhiben los independentistas frente a las ofertas de entendimiento que transmiten desde Moncloa.
El operativo que dirige Sáenz de Santamaría apenas ha arrojado fruto alguno. Los independentistas, abrumados por sus pulsos internos, no han mostrado voluntad de negociar. Puigdemont, bloqueado por la CUP, se muestra insensible al despliegue de buenas intenciones que despliega el Gobierno central.
Las dificultades del presidente de la Generalitat para superar el trámite de la aprobación de los presupuestos, ante la cerril negativa de las CUP, que está reeditando su bloqueo de hace un año y que derivó en la caída de Artur Mas, anuncian un final abrupto a la actual legislatura y la convocatoria de nuevas elecciones autonómicas en Cataluña.
La vicepresidenta no tira la toalla. Tampoco Mariano Rajoy, quien ha conversado con el presidente catalán en privado y mantiene su oferta de recibirle en la Moncloa para conversar de los famosos 45 puntos que reclama Puigdemont, salvo el referido a la celebración de un referéndum sobre la independencia. La vicepresidenta mantiene un contacto muy próximo con Oriol Junqueras, vicepresidente del Govern y líder de ERC, la fuerza separatista que sería la más beneficiada en el caso de una repetición de los comicios.
En el Partido Popular se considera que la campaña del referéndum concluirá en un fiasco que sepultará políticamente tanto a Puigdemont como a su partido. El propio president ya ha anunciado que no sería el candidato en unas nuevas elecciones. Lo ‘populares’ catalanes ya han hecho saber en Madrid que hay que prepararse para este escenario.
Pérdida de relevancia
El vicesecretario general del PP, Fernando Maíllo, se desplazó este fin de semana último a Barcelona donde se reunió con los compromisarios regionales y exhortó a Puigdemont a no despreciar la vía del diálogo y la mano tendida que le ofrece el Gobierno de Rajoy. Compartió el acto con Dolors Montserrat, ministra de Sanidad y con Xavier García Albiol, coordinador del partido en esa comunidad. Esta iniciativa forma parte de las reuniones que llevan a cabo los dirigentes de Génova con las diferentes organizaciones territoriales en vísperas del Congreso Nacional de su formación. También se trata de un respaldo de la dirección el partido a su rama catalana, cuyo protagonismo ha perdido relevancia desde la puesta en marcha de la ‘operación diálogo’.
García Albiol, cuentan algunos de sus colaboradores, se ha sentido desplazado en el diálogo entre Moncloa y la Generalitat desde que Santamaría se puso al frente de esta ofensiva para acercar posiciones con los separatistas. La vicepresidenta nombró a Enric Millo como delegado del Gobierno en la zona y le otorgó plenos poderes para contactar con los diferentes sectores políticos y sociales de la Comunidad. El partido quedó prácticamente al margen de estos movimientos.
La estrategia de ‘tender puentes’ no avanza, los nacionalistas no ofrecen gesto alguno de colaboración y en Génova empieza a hablarse de fracaso. Es imprescindible que el PP catalán recobre protagonismo y reaparezca en la primera línea de la actividad política para afrontar con ciertas garantías un posible adelantamiento electoral. En las últimas autonómicas, los ‘populares’ consiguieron 11 escaños, muy lejos de Ciudadanos, su más directo rival en el frente constitucionalista, que cosecharon 25 diputados. Albert Rivera también se prepara para las urnas. Ha designado a Inés Arrimadas, su líder en Cataluña, portavoz nacional del partido.
En los próximos meses, el PP catalán va a ser objeto de un tratamiento especial por parte de la cúpula de Madrid. El primer paso será la designación de presidente regional, cargo que ahora ostenta, simbólicamente, Alicia Sánchez-Camacho, dedicada en cuerpo y alma a sus labores como vicepresidenta del Congreso. Albiol podría ser el elegido para sucederla. No cuenta con la anuencia total de Moncloa pero mantiene excelentes relaciones con Dolores Cospedal, secretaria general del PP. Circulan ya otros candidatos en las quinielas. Todo es posible, aunque nombrar un nuevo presidente, y por lógica, candidato, en un año electoral, se antoja un riesgo excesivo.
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