Santiago Abascal ha pedido por activa y por pasiva la dimisión de Pedro Sánchez y de Pablo Iglesias. Considera que la gestión del Ejecutivo de la crisis provocada por el coronavirus es "nociva" para los españoles. Y este sábado se negó a contestar siquiera una llamada del presidente del Gobierno.
Entre sus referentes políticos internacionales para frenar el avance del coronavirus Covid-19 en los países que gobiernan, el líder de Vox ha destacado al mandatario Viktor Orban.
Sin embargo, el hecho de que el Parlamento húngaro haya aprobado una ley para prolongar el estado de alarma y gobernar por decreto de manera indefinida ha despertado las críticas de decenas de gobiernos europeos. Abascal rechaza esos ataques por parte de lo que él enmarca en la "progresía europea".
Su posición sobre Hungría le ha llevado a ser cuestionado. Sobre todo porque Vox rechaza la deriva "totalitaria" del Ejecutivo en España y acusa a Sánchez de silenciar el Congreso para evitar el control de la oposición.
Los ataques de la "progresía europea"
En Hungría, es precisamente la oposición la que acusa a Orban aprovechar la pandemia para acaparar más poder y de intentar acabar con la libertad de prensa. El Gobierno húngaro lo niega. El de Sánchez también.
"Mi apoyo al Gobierno húngaro de Orban, al que ataca ahora toda la progresía europea. En esta crisis ha tomado medidas valientes protegiendo a su población. Otros, con la mitad de apoyo popular, han acumulado mucho más poder y nos han traído el caos sanitario, político y económico", lanzó Santiago Abascal desde su cuenta de Twitter.
Mi apoyo al Gobierno húngaro de Orbán, al que ataca ahora toda la progresía europea. En esta crisis ha tomado medidas valientes protegiendo a su población. Otros, con la mitad de apoyo popular, han acumulado mucho más poder y nos han traído el caos sanitario, político y económico
— Santiago Abascal ?? (@Santi_ABASCAL) April 1, 2020
Las medidas de Orban
Hungría apenas tenía registrados 12 casos de Covid-19 cuando el Gobierno de Orban declaró el estado de emergencia por la pandemia. Fue el pasado 11 de marzo. Ese día, España ya contaba con 2.100 casos positivos, el virus se había extendido por todas las comunidades autónomas y se habían registrado 52 muertes.
Pero no fue hasta el pasado 14 de marzo -con 5.753 contagiados y 136 fallecidos- cuando el Gobierno de Pedro Sánchez aprobó declarar el estado de alarma por un periodo de quince días tras un Consejo de Ministros de alto voltaje a cuenta de las tensiones entre las dos fuerzas que conforman la coalición.
Para ese entonces, los países de centroeuropa -incluido el gobernado por Orban- ya habían ido blindando sus territorios a la vista de lo que estaba sucediendo en Italia y del previsible estallido del brote en España, que no había suspendido el tráfico aéreo ni marítimo con los países donde había focos epidémicos y había permitido y alentado concentraciones masivas de personas los días previos.
La situación de su sistema sanitario es bien distinta a la española. Hay cerca de 700 casos positivos y menos de 40 víctimas mortales
El Ejecutivo húngaro, al igual que otros, sí impuso controles fronterizos con sus vecinos Austria y Eslovenia, además de prohibir la entrada de viajeros procedentes de Italia, China, Irán y Corea del Sur.
Canceló los actos al aire libre con más de 500 personas y los acontecimientos bajo techo de más de 100. Como algunos de los casos positivos confirmados eran estudiantes universitarios, cerró las universidades. También bares, restaurantes y tiendas.
Al igual que los españoles, los húngaros permanecen confinados. Sin embargo, la situación que atraviesa su sistema sanitario es bien distinta en comparación con la española. Este sábado había 678 casos positivos y 32 víctimas mortales frente a los 124.736 contagios en España y 11.744 personas fallecidas.
Ahora, el Ejecutivo de Sánchez plantea a la Comisión Europea prohibir la entrada de inmigrantes africanos en territorio comunitario. Se trata de una propuesta en fase de análisis y responde, según ha adelantado Vozpópuli, al temor del Ejecutivo a una propagación descontrolada del coronavirus en el África subsahariana que traiga nuevas oleadas de la pandemia a las costas españolas.
La nueva postura del Gobierno español ha sido aplaudida por la derecha populista europea, representada por el primer ministro de Hungría, Viktor Orban.
Polémica en Hungría y la UE
A diferencia del resto de países europeos que sellaron territorios un poco antes una España ya sumida en la crisis, Hungría tiene su particular característica.
El Parlamento aprobó una ley este lunes para extender el estado de alarma de manera indefinida para luchar contra el coronavirus. Salió adelante con mayoría de dos tercios y permitirá al Ejecutivo utilizar poderes extraordinarios y gobernar por decreto sin establecer un límite temporal y sin control parlamentario.
Entre las medidas contempladas por Orban está la de castigar con hasta cinco años de cárcel a quienes publiquen informaciones falsas o distorsionadas que "obstruyan o eviten la protección eficaz de la población".
En España, la oposición ha estallado contra un Congreso de los Diputados paralizado y los medios de comunicación contra unas ruedas de prensa en las que las preguntas de los periodistas son enviadas previamente y seleccionadas por la Secretaría de Estado de Comunicación. Los miembros del Gobierno aprovechan cada intervención para alertar sobre "bulos y mentiras".
Control parlamentario
Vox fue el primer partido en denunciar al Gobierno por "silenciar" al resto de partidos. "El señor Sánchez y el señor Iglesias decían tenerlo todo controlado. El resultado son más de 11.000 muertos, más de 100.000 infectados y prácticamente un millón de nuevos parados en un mes. Eso sí, han tenido tiempo de cerrar el Parlamento y comprar las televisiones", denunció Abascal este viernes.
"Estas son las acciones y las consecuencias de un gobierno presidido por la negligencia criminal y por el totalitarismo. Y que trata de escapar del control parlamentario", ha asegurado a través de un vídeo en el que ha pedido la reapertura de la Cámara Baja.
"Me encuentro ahora mismo en un Congreso vacío, paralizado y silenciado. Mientras los estancos y las televisiones permanecen abiertos el Congreso sigue cerrado a cal y canto ante un Gobierno con poderes excepcionales y usados de forma excepcionalmente negligente", ha reprochado.
Abascal declina hablar con Sánchez
La tensión entre Vox y el Gobierno de Sánchez es tal que Abascal declinó hablar por teléfono con el presidente del Ejecutivo este sábado. En su defecto, ha remitido un texto a Moncloa para explicar la negativa.
Tras trasladar los "mejores deseos y pronta recuperación para los familiares, colaboradores y ministros del presidente Sánchez", Abascal ha reprochado a Sánchez que "ha cambiado unilateralmente las condiciones del estado de alarma -que recibió el apoyo de Vox- para hacerlo al gusto de lo que le pedían separatistas y extrema izquierda".
"En la anterior conversación el señor Sánchez le trasladó información errónea o directamente manipulada. Según Abascal, el Gobierno "sigue empeñado en amenazar la salud, la vida y el bienestar económico" de los españoles y lo hace "tratando de silenciar y demonizar a la oposición, amordazando al Congreso y comprando a los medios de comunicación".
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