La agenda de Pablo Casado incluye una media de siete u ocho actos cada día. Entrevistas, encuentros con militantes, mítines, saludos... Un ritmo frenético para activar la participación de la bases, adormecidas y abotargadas. La movilización es mínima y favorece a Casado, que consigue el respaldo del sector más joven de la militancia. Su campaña, pese a obstáculo y zancadillas del aparato, es la mejor, 'la vuelta a España', comentan en estos círculos. "Es el candidato con una imagen más actual, fresca y vital. Nada que ver con Rivera, no es tan liviano", añaden.
La pugna frontal entre Sáenz de Santamaría y Cospedal les desgata a ambas, en tanto que Casado ejerce como el polo de atracción de los descontentos o fatigado y de los más activos. Nuevas Generaciones estacon él. El antiguo portavoz del partido fue el primero en arrancar la campaña, y el primero también en animar a los afiliados a que acudan a inscribirse. "Cuanta más gente participe, mejor nos va a ir", señalan sus colaboradores. La campaña discurre entre tinieblas. Se desconoce el número real de afiliados, las dimensiones del censo, la tendencia de los posibles votantes... No hay datos concretos, no hay certezas sobre las que trabajar. En cuanto se disipe la neblina del número de afiliados inscritos, se arrojará algo de luz.
Cábalas hasta el final
En Génova se teme este unes un desastre en cuanto al número de inscritos. Incluso de escándalo. A las 14.00 horas se cerró el plazo para pasar por una sede y poder participar en la votación del día 5. Doble urna, una para candidatos y otra para compromisarios. Un proceso nuevo en la formación conservadora Hablaban de unos 50.000 participantes, una cifra raquítica para un partido que decía tener 870.000 afiliados. Las cábalas sobre el montante final de adscritos auguraban cifras imposibles.Un escenario de pesadilla que puede dinamitar la credibilidad de todo el proceso.
"Ni siquiera puedes apreciar las simpatías de la calle, porque se acerca que gente que ni siquiera es afiliada y no va a serlo", apuntan en el entorno de Cospedal. "El público suele ser el mismo en cada plaza, es la gente del partido convocada por el aparato local", comenta un veterano de la formación. En tres días de pugna por la sucesión de Rajoy, el punto clave es la participación en el día 5 de julio, cuando de los seis aspirantes tan sólo queden dos. Esa votación será crucial, definitiva. A más votantes, mejor resultado para Casado, ya que se trata de gente nueva o que en su momento se alejó de sus colores, bien por la política de Rajoy o porque optaron por sumarse a Ciudadanos.
Los asesores de Santamaría repiten que el votante del PP le apoya, pero el afiliado, 'no se sabe'. Y añade en las entrevistas que todos les piden su inscripción y su voto, pero yo les pido su opinión". Ahora, algunos de los contendientes por la cúpula de Génova se acuerdan de que el militante existe y hasta tiene criterio y sabe hablar.
Casado apela a la necesidad de mantener la unidad, incluso anhela una aparición conjunta de Rajoy y Aznar, algo que suena a tabú o herejía en determinadas áreas del PP. Cospedal exhorta a una esfuerzo de unidad en la segunda tanda, para evitar rupturas. Se da por hecho que, de pasar la criba Casado y Santamaría, elegirá al primero. Y si pasan las dos damas, la unidad será imposible.
La exvicepresidenta de Rajoy va 'a por todas', rechaza toda posibilidad de acuerdos o componendas después del día 5. Su imagen, muy bien trabajada, es la más agresiva. Insiste en sus intervenciones en que se presenta para tumbar a Pedro Sánchez en las próximas generales. Mientras Casado o Cospedal defienden los valores del partido, los signos de identidad, las tradicionales banderas del PP, Santamaría se aleja de Génova y se presenta como la candidata a disputarle al PSOE la Moncloa. Un mensaje que cala en los medios pero que se desconoce su efecto sobre una militancia que siempre observó a Santamaría como un elemento muy ajeno a su formación.
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